Amordazar

Autor: Gabriel Sanz

Bienvenidos a De(s)generando el género.

DE(s)GENERANDO EL GÉNERO nace de la necesidad de aunar esfuerzos para lograr la Igualdad de género. El nombre no es casual, sino que se enraíza en el fin que perseguimos: degenerar los conceptos que inundan las consideraciones de género para llegar a deshacerlo, desgenerarlo, y despojarlo de todos estereotipos y mandatos que marcan “el deber ser”en función del sexo con el que nacimos. Nos definimos como feministas, porque creemos que la única forma de vivir en un mundo más justo se relaciona con la igualdad real de oportunidades entre mujeres y hombres. Creemos que la educación e información, son la herramienta que nos permitirá vivir en la diversidad, la pluralidad y tolerancia humana. Tenemos la convicción de que esto es posible, y por eso armamos este BLOG , el cual dividimos en secciones que nos parecen de interés para quien quiera acercarse a la temática y estar actualizad@. Las sección “Reseñas”, haremos un breve análisis de distintos títulos de libros y películas que abordan la temática . En las “noticias destacadas”, exponemos los sucesos más relevantes e inauditos, con un pequeño análisis de las mismas. En la agenda, publicamos los eventos relacionados con la temática. En los links de interés, aquellos enlaces que creemos interesantes. Y en la página principal habrá una producción nuestra sobre diversos temas. Todas estas secciones, las vamos a actualizar semana a semana, ya que creemos que la Igualdad y la concientización, es un camino de todos los días.

lunes, 23 de septiembre de 2013

La ética del cuidado: la necesidad de su democratización para una efectiva igualdad

En 1982 Carol Gilligan publica in a different voice que en castellano se tradujo en "La moral y la teoría. Psicología del desarrollo femenino". En esta obra, la autora “pone de manifiesto cómo Freud, Piaget y Kohlberg habían estudiado ampliamente el modelo masculino de desarrollo moral, presentándolo como el patrón universal” (FASCIOLI, 2010:43). Carol Gilligan descubre que los varones y las mujeres desarrollan teorías éticas diferentes, por la socialización diferenciada de que son objeto, y estas teorías éticas influyen en sus comportamientos morales. De esta manera, determina que los varones desarrollan una ética de la justicia, y las mujeres, una ética del cuidado basada en la responsabilidad. Este trabajo tiene muchos meritos, y entre ellos está el de rescatar la voz de las mujeres durante tanto tiempo silenciadas.
“El imperativo moral que surge repetidas veces en entrevistas con mujeres es un mandamiento de atención y cuidado, una responsabilidad de discernir y aliviar las dificultades auténticas y reconocibles de este mundo. Para los hombres, el imperativo moral parece, antes bien, un mandamiento de respetar los derechos de los demás, y así, de proteger de toda intrusión los derechos a la vida y la autorrealización. La insistencia de las mujeres en el cuidado y la atención, al principio, es autocrítica, más que auto-protectora, mientras que los hombres conciben inicialmente la obligación hacia los demás negativamente, en función de no intromisiones.  (…) Para las mujeres, la integración de derechos y responsabilidades se logra mediante un entendimiento de la lógica psicológica de las relaciones. Este entendimiento modera el potencial autodestructivo de una moral autocrítica, afirmando la necesidad de dar cuidado a todas las personas.” (GILLIGAN, 1985:165-166)

Lo descrito anteriormente es importante para abordar el tópico de la mujer y el cuidado. La teoría feminista ha puesto de manifiesto como el sistema patriarcal que dirige la sociedad ha divido la vida en dos esferas, la pública y la privada, y ha dotado de gran valor a la primera en detrimento de la segunda. Además de ello, ha reservado para el género masculino el predominio en la esfera pública de la vida –dotada de gran valor- y recluido a las mujeres a la esfera privada. Así es como la mujer, investida de una falsa soberanía en el hogar, es quien se hace cargo del cuidado y la atención de los otros, y es socializada para que asuma ese rol. Quisieramos aclarar que esta ética del cuidado no es inferior a la ética de la justicia desarrollada por los varones, sino que Gilligan la enuncia como complementaria (FASCIOLI, 2010:55-56). Aun así, sí es importante destacar que todo lo acontecido dentro de la esfera privada, y toda aquella tarea desarrolladas por mujeres siempre han gozado de menos prestigio social según la escala de valores androcéntrica que guía nuestras vidas.
Las labores de cuidado son absolutamente imprescindibles: las necesitamos cuando nacemos, y por un lapso prolongado de tiempo todos por igual. Necesitamos cuidados en caso de sufrir alguna discapacidad, temporal o permanente (en donde todos los seres humanos podemos ser pasibles de esta eventualidad, es decir, a todxs nos puede pasar sufrir una enfermedad o accidente incapacitante) y los necesitamos en la vejez, más hoy aún que se ha acrecentado la esperanza de vida, pero no siempre va acompañada de total autonomía para llevar la misma vida que veníamos llevando. Todxs somxs porque alguien nos ha cuidado.
De acuerdo a lo anterior, podemos decir que no sólo es negativo que los cuidados recibidos y entregados no gocen del prestigio social que deberían, ya que posibilitan la existencia humana, sino que además de ser poco considerados, se asumen como un trabajo exclusivamente femenino y que por circunscribirse a la esfera de lo doméstico, de lo privado, no se le reconozca el enorme valor que posee, ya que, como dijimos antes, todxs podemos sufrir circunstancias que nos hagas más o menos dependientes: enfermedades, accidentes, la vejez. Asimismo, no solamente se lo asume como una labor femenina, sino como una obligación femenina, tanto por varones como por mujeres.
De acuerdo con Marcela LAGARDE: “El cuidado pues está en el centro de las contradicciones de género entre mujeres y hombres y, en la sociedad en la organización antagónica entre sus espacios. El cuidado como deber de género es uno de los mayores obstáculos en el camino a la igualdad por su inequidad. De ahí que, si queremos enfrentar el capitalismo salvaje y su patriarcalismo global, debemos romper con la naturalidad del cuidado por género, etnia, clase, nación o posición relativa en la globalización” (LAGARDE: 2003:3)
Resulta paradójico que a las mujeres nunca se les ha reconocido el valor del trabajo realizado en el hogar, cuidando a la familia, sino que además, con los cambios sociales operados, y la apertura del mercado de trabajo extra-domésticos para el género femenino, hoy pueden ser señaladas como las responsables de la destrucción de hogares, del desafecto que sufren lxs ancianxs, de la mala educación que reciben lxs niñxs. Y es que además, las mujeres sufren una doble jornada, ya que trabajan fuera y dentro de casa, lo que se traduce en demasiada responsabilidad, y la misma no va acompañada del reconocimiento que debiera. En el momento en que comprendamos cuánto dependemos de esa labor desempeñada (casi en su totalidad) por mujeres para existir, que le demos la trascendencia que se merece, caeremos en la cuenta de que la existencia de la sociedad como tal es el resultado de las funciones cumplidas por las mujeres, porque todxs fuimos y seremos cuidados.
Es necesario internalizar como sociedad que los cuidados son imprescindibles, y que no tienen rostro de mujer. La socialización diferenciada es un obstáculo para alcanzar la igualdad, y esto no es ninguna novedad. La universalización de la ética del cuidado, como el disparador de comportamiento morales relacionado con el cuidado de lxs otrxs puede ser un paso importantísimo para que varones y mujeres se vieran comprometidos con el cuidar de otrxs. Darse cuenta de la importancia del cuidado, es simplemente un razonamiento del sentido común. Sin embargo ha sido deliberadamente desprovisto de valor, junto con el ser mujer y la esfera doméstica; y todo por el mismo precio.
Podemos decir entonces, que es una verdad no discutida el hecho de que son las mujeres quienes asumen en abrumadora mayoría estas labores de cuidado. También es un hecho el que estos cuidados son necesarios, ya que hay gran parte de la población que actualmente los necesita, pero además, porque todxs y cada unx de nosotrxs, podemos sufrir una situación incapacitante e incluso, la vivimos cuando fuimos niños y niñas, y debido al cuidado recibido en esa instancia es que hoy formamos parte de la sociedad. Debemos abogar por que estos cuidados reciban el prestigio social que en efecto deberían de tener, ya que gracias a ellos todxs somos personas; y además también debemos liberar a las mujeres de esta obligación moral impuesta, entendiendo que varones y mujeres son igualmente aptos para el desarrollo de esta tarea. Y así habremos dado un paso más en pos de la igualdad efectiva entre mujeres y varones.

                                                                                         Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino

Bibliografía:
  • FASCIOLI, Ana, “Ética del cuidado y ética de la justicia. En la teoría moral de Carol Gilligan”, en Revista ACTIO nº 12, diciembre 2010.
  • GILLIGAN, Carol, La moral y la teoría. Psicología del desarrollo femenino. Fondo de Cultura Económica, México, 1985.
  • LAGARDE, Marcela. Mujeres cuidadoras: entre la obligación y la satisfacción. Sare-Emakunde 2003 

lunes, 16 de septiembre de 2013

“Porque te quiero te aporreo” Los mecanismos de la violencia de género en la pareja



La ley 26.485 define la violencia contra las mujeres como:

"Toda conducta, acción u omisión que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, así como también su seguridad personal". Esta definición alcanza a aquellas conductas o acciones "perpetradas desde el Estado o por sus agentes". 


Lo que distingue la violencia contra las mujeres en la pareja de un simple conflicto de pareja no son los dichos hirientes o los golpes, sino la asimetría de poder, el aplastamiento simbólico y la negación de la identidad de la mujer. ¿Como se expresa esta asimetría? ¿Como una mujer puede darse cuenta que está inmersa en un vínculo con estas características? ¿Porque una mujer “se queda” con alguien que la maltrata? En esta entrada intentaremos puntualizar algunas cuestiones para dar respuestas a estos interrogantes.
Como ya hemos referido la violencia contra la mujer está en vínculo directo con el sistema patriarcal, sus creencias y valores. Cuando se expresa en el marco de la pareja, debe comprenderse desde este esquema relacional de dominio-sumisión y no como una conducta esporádica o fortuita: tiene un objetivo y es el mantenimiento de las relaciones de poder y la desigualdad entre varones y mujeres.

El modelo de la rueda del poder y del control de Duluth, es un esquema teórico de mucha utilidad para comprender el entramado de la violencia en las relaciones de pareja. Para su elaboración se entrevistaron a sobrevivientes de la violencia doméstica en las sesiones de grupos de apoyo y a hombres en grupo de maltratadores. A ellas se les preguntó sobre como se sentían controladas, y a ellos por las tácticas que usaban para ejercer control. Si bien nosotras adherimos principalmente al modelo ecológico, creemos que este modelo es muy claro para explicitar una parte del mismo. Se parte de la premisa de que la conducta violenta masculina no es una explosión sinsentido, sino que tiene una finalidad: imponerse, dominar y controlar a la mujer - quien es vista  por él y por la sociedad como débil o inferior en algún sentido- negándole su voluntad, derechos y necesidades al punto que ella misma no logra reconocerlas.
Esta conciencia de hacia quien se dirige la violencia, se ve reflejada en la doble fachada que suelen tener estos varones: mientras que con su mujer tienen actitudes violentas, en el ámbito público se manejan con una conducta aceptable, no abusan de su jefe, de la policía o de otra persona e incluso pueden ser excesivamente amables y simpáticos. Por eso compartimos con quienes sostienen que la violencia machista NO debe verse como simples estallidos de ira y pérdidas de control - si fuera una cuestión de impulsos, lo harían en distintos ámbitos- ya que estas creencias funcionan como justificaciones a la violencia masculina al asociarla a algo “natural”.

Para entender este entramado, compartimos la rueda de Duluth:





ABUSO FÍSICO: Uso de la fuerza para causar temor y daño físico o emocional.
Ejemplos: Tironear, zamarrear, empujar, impedir que se mueva o abandone el lugar en el que está, dar golpes, arrojarle objetos, tapar la boca; amenazar con dañar o usar arma de fuego, punzante o de otro tipo.

ABUSO SEXUAL: Intentos de imponer actos sexuales contra la voluntad de la pareja en un continuo que va desde comportamiento coercitivos hasta violación.
Ejemplos: Descalificaciones sexuales, demanda de relaciones sexuales, forzar el acto sexual, violación, realizar actos sexuales violentos, insertar objetos sexuales contra su voluntad; demandar cosas que la pareja no quiere: que vea o imite pornografía, use ropa que no quiere, posar en fotografías  realizar videos, etc. Insistir con la “obligación” de tener relaciones sexuales y amenazar con que “sino lo puedo hacer con vos, lo tendré que hacer en otra parte” como elemento coercitivo. Forzar a la pareja a tener relaciones sexuales con otra persona. Forzar o inducir a la práctica de la prostitución.

INTIMIDACIÓN: Acciones, gestos, palabras, miradas, actitudes que buscan atemorizar a la pareja.
Ejemplos: Miradas de enojo, acercarse a la pareja de manera amenazante; tirar objetos contra la pared y/o golpear paredes, puertas, etc., no dejarle espacio para que circule libremente, gritarle; realizar actos violentos a su alrededor; destruir objetos de la propiedad de la pareja; maltratar animales; mostrar armas.

ABUSO EMOCIONAL: Acciones que menoscaban y degradan a la mujer atacando su autoestima.
Ejemplos: Descalificar las opiniones, insultar, degradar, desvalorizar. Humillar frente a otros. Echar la culpa de la insatisfacción sexual. Criticar constantemente. Descalificar cualquier intento por mejorar la educación o calidad de vida de la pareja.

AISLAMIENTO Y CONTROL: Intento de controlar lo que la pareja ve, hace, piensa y siente.
Ejemplos: No tolerar sus amig@s, acusarl@s de envidios@s y de querer separarl@s; poner mala cara y ser desagradable cuando ella habla con sus familiares y amig@s; prohibir las salidas, querer saber donde está todo el tiempo; aparecer de improviso en el lugar de trabajo.

DESVALORIZAR, NEGAR, CULPAR: Negar los actos violentos, restarle importancia a los efectos de un comportamiento abusivo, hacerla sentir responsable de una conducta abusiva.
Ejemplos: “Apenas la toque”, “lo nuestro no es tan violento”, “nunca llegué a pegarle”, “lo único que hice fue pegarle una trompada a la pared”, “solo le tiré del brazo y ella exageró y se cayó a propósito”, “ela se lo buscó”.

MANIPULAR A TRAVÉS DE LOS NIÑ@S: Intento de controlar a la pareja a través de los niñ@s.
Ejemplos: Usar a los niñ@s para enviar mensajes; hacer sentir culpable a la pareja acerca de los chic@s; usar las visitas legales para manipularla y asediarla; mentir o denigrarla con los niñ@s; amenazar con hacerle daño a los hij@s o con "quitárselos" judicialmente.

ABUSO ECONÓMICO: Control de los ingresos y/o el acceso al dinero para mantener la dependencia. También puede tomar la forma de gastar todo el dinero familiar o anteponer siempre sus necesidades a las de la familia.
Ejemplos: Impedir que la pareja tenga trabajo o hacerle que entregue su salario; sabotearle el trabajo o hacer que renuncie; vivir a expensas ella; no permitir que sepa de las finanzas del hogar; quitarle los ahorros.

PRIVILEGIO MASCULINO: Actuar en base a la creencia de los privilegios masculinos.
Ejemplos: Tener la última palabra, asumir que es el hombre quien establece las reglas, asumir que es él quien toma las decisiones importantes.

COERCIÓN Y AMENAZAS: Realizar actos con el fin de atemorizar e inducir a la pareja para que actúe de determinada manera.
Ejemplos: Amenazar con matarse si ella lo deja o está con otra persona, amenazar con hacer daño a la familia, con pedir la tenencia de los hij@s, con llevarsel@s y no traerl@s de regreso; con dejar de pasar la cuota alimentaria si llama a la policía; con no dejarla vivir en paz; con matarla.


Este círculo es dinámico, por lo que todas estas estrategias de poder se dan entrelazadas constituyendo una matriz pegajosa y oscura que hace que la respuesta a la pregunta “¿porque ella se queda?”, sea mucho más compleja de lo que el sentido común -y por tanto patriarcal- responde.

Al escuchar los relatos de las mujeres víctimas de violencia en la pareja se evidencia que en los inicios de la relación, estos varones violentos ya tenían actitudes dirigidas a limitar la libertad de actuación de la mujer acorde a su propio deseo. Los celos suele ser la manifestación más visible (sospechan de cualquier cosa, las acusan de pensar o hacer cosas que ellas ni siquiera pensaron en hacer, les dicen que tienen “otro macho”, las acusan de provocar a otros varones al punto de temer que los vecinos o vendedores las saluden, etc). A medida que la relación avanza, aumentan los conflictos y las dinámicas violentas hacia la mujer, reproduciendo un círculo auto-perpetuado de tiempos cada vez menores. Simultáneamente, las estrategias de poder descritas por Duluth siguen funcionando como telón de fondo, y en su repetición produce que la mujer interiorice la sumisión y por ende adopte la inferioridad respecto del agresor. Menoscabada en su autoestima, adopta como mecanismo de defensa, adaptación y sobrevivencia, la identificación con su agresor a quien defiende y protege. Esto puede llegar a un grado de arrasamiento que le impida registrar su propio sufrimiento, lo que provoca que tampoco puedan ver al peligro que están expuestas, ni sus capacidades para salir de la situación.

Es por esto que creemos fundamental que se desnaturalicen ciertas actitudes violentas masculinas que se regodean en mitos que los avalan -en otra entrada hablaremos de ellos-. Y también es fundamental, que las mujeres aprendamos a detectar los primeros signos de violencia y los denunciemos. Más allá de que se inicie un proceso judicial, la denuncia anuncia algo distinto, y le permite a la mujer encontrar en ella misma la fuerza para poder salir de la situación de violencia. Solo entendiendo los mecanismos de la violencia y desculpabilizándose, es posible deshacerse del dominio que las paraliza.

Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino

BIBLIOGRAFÍA:
-Hirigoyen, Marie-France (2006): Mujeres Maltratadas. Los Mecanismos de la Violencia en la Pareja. Ed. Paidós
-VV.AA (2012): Orientaciones Técnicas 2012. Modelo de Intervención. Centros de la Mujer. Chile
-VV.AA : Programa de Prevención y Asistencia en Violencia Familiar: Como reconocer a un hombre con problemas de violencia. Tigre Municipio. Secretaría de Política Sanitaria y Desarrollo Humano.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Niñxs testigos de violencia = niñxs víctimas / en situación de violencia

Gran parte de las denuncias por violencia familiar son en realidad violencia contra la mujer en el ámbito doméstico o familiar. Con respecto a ello, en este post nos queremos ocupar de la situación de lxs niñxs testigos de la violencia que sufre su madre, o quien haga las veces de.

En primer lugar es importante aclarar que lxs niñxs siempre son testigos de la violencia, aunque la mujer piense que no, porque no estuvo presente en el acto violento: lxs niñxs escuchan los gritos y las lágrimas, ven los moretones, perciben el ambiente cargado de agresividad y posterior tristeza. Nosotras vamos un paso más allá y tomamos una posición clara: lxs niñxs testigos de violencia contra la mujer, son niñxs víctimas o en situación de violencia familiar, aún que nunca hayan sufrido un golpe o una agresión verbal dirigida hacia ellxs.

Al respecto, la ley 26.485 es muy atinada al referirse a la necesidad de asistir de manera especializada en el ámbito de la salud a lxs hijxs testigos de violencia, y eso se está absolutamente fundamentado, ya que lxs hijxs testigos de violencia sufren muchas veces el mismo cuadro que las madres en situación de violencia. En palabras del Dr. LORENTE ACOSTA:
Recientemente se ha insistido en los efectos que tienen sobre los menores hechos como el estar presente cuando la madre es golpeada, escuchar los gritos de miedo y dolor, percibir la amenaza en el ambiente, sufrir algún golpe al intentar intermediar en la agresión, y como en algunos casos han comentado los menores, percibir el olor a sangre o a pólvora después de la agresión, así como ver las lesiones (heridas, hematomas, vendajes…) en la madre. Todo ello no pasa desapercibido ni deja indemne a los hijos, que ven el resultado y viven la situación que lo ha producido; y si un ambiente de carencia afectiva ha sido relacionado tradicionalmente con el maltrato infantil psicológico, cuánto más lo será estar expuesto a un ambiente cagado de agresividad y violencia (2004:183).
El Dr. LORENTE ACOSTA considera que la exposición de la violencia por parte de lxs niñxs provoca que éstos presenten a veces las mismas consecuencias que tiene la mujer en situación de violencia, presentando alteraciones y trastornos graves en su vida cotidiana, además de los daños físicos que puedan sufrir, ya que el 40% de los niños sufren violencia física directa como consecuencia del maltrato a la mujer.

A nuestro parecer, la ley 26.485 es correcta al establecer entre las medidas preventivas urgentes la posibilidad de la fijación de una cuota alimentaria provisoria como de ordenar la suspensión provisoria del régimen de visitas y ordenar al presunto agresor abstenerse de interferir, de cualquier forma, en el ejercicio de la guarda, crianza y educación de lxs hijxs. La medida debe contar con un previo análisis detallado de las condiciones en las que se encuentran esxs niñxs, extendiendo la amplitud del informe interdisciplinario del artículo 29  no sólo a la situación de la mujer en situación de violencia sino también a lxs hijxs, tendiendo en cuenta entonces, que aunque lxs niñxs no reciban violencia de manera directa, sí se encuentran en situación de violencia familiar que lxs afecta casi de igual modo.
Estas medidas son coherentes con las establecidas en el artículo 4º de la ley nacional Nº 24.417 de Protección Contra la Violencia Familiar  y por las que se busca la integridad física y psíquica de todos los miembros de la familia. Vale remarcar que estas medidas siempre tendrán una duración limitada en el tiempo, y que deben de tomarse guidas por el interés superior del niño consignado en el artículo 3º de la Convención sobre los Derechos del Niño y que la inspira a lo largo de todo su articulado.
Parece más clara la aplicación de este tipo de medidas cuando lxs niñxs son también receptores de violencia de forma directa, pero debe tenerse en cuenta que, como dijimos al principio de este post, el hecho de que lxs niñxs no sean víctimas directas de la violencia que va dirigida hacia la madre, el sólo hecho de ser testigos de la misma puede provocarles consecuencias irreversibles, y habrá que tener esta situación presente al momento de pedir la aplicación de una de estas medidas y al momento de fallar a favor de este pedido.

Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino

Bibliografía:
  •  LORENTE ACOSTA, Miguel, El rompecabezas. Anatomía del maltratador, Editorial Crítica S.L., Barcelona, 2004.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Autofoto y el mito de Narciso en 2.0 ¿Nuevos modelos de feminidad y masculinidad?

“Internet tiene hoy la misma función 
catártica que el carnaval en el pasado.
Uno se pone una máscara 
y luego se suelta…” 

David Le Breton



Internet nos propone un desafío: poder pensar si la igualación de las personas como “usuarios con nickname” reduce las diferencias de género en ese espacio virtual de límites difusos, o si se constituyó como un nuevo lugar minado de estereotipos, pero presentados de manera diferente.

La nueva tecnología se constituye como una gran cultura simbólica que promueve nuevas formas de ver, sentir y pensar. El modo vincular se ve transformado por una nueva manera mediatizada de inter-subjetivar. ¿Qué significados de género construyen los jóvenes este nuevo paradigma tecnológico? ¿Qué nuevas identidades y subjetividades emergen de las prácticas de la red? ¿Se expresa la desigualdad y el sexismo en las redes sociales?. Si bien no podemos arribar a estas respuestas, nos proponemos en esta entrada acercarnos a algunas ideas y compartir nuestros interrogantes.

Lo primero que se nos presenta al preguntarnos sobre estos  nuevos modos de relación, es el vínculo con el/la otrx sin el cuerpo material y la emergencia de un cuerpo ideal construido desde una narrativa. ¿Que consecuencias puede tener esto? y ¿cuál es la operación psíquica que se pone en juego? Rita Segato aporta una interesante visión al respecto: esta relación sin cuerpo, forclusa la materialidad del límite y le permite hablar al sujeto como si estuviese entero, quedando él mismo entrampado en esta fantasía y actuando en consecuencia. Al no ser el cuerpo el límite, todo índice de alteridad puede ser eliminado (con un simple click). Nosotras nos preguntamos, entonces, ¿es posible la emergencia y existencia de nuevas identidades y formas de vivenciar la masculinidad y feminidad si todo es tan fácil de ser “eliminado”? Somos conscientes de que la nube abre el abanico a la prueba de múltiples identidades, pero no queremos caer en la falsa premisa de que el mayor anonimato que posibilita la red, trae aparejado la disminución de los estereotipos y desigualdades de género.

Algunas feministas vieron en el acceso internet,  una oportunidad para des-objetivizar a la mujer debido a esta ausencia del cuerpo. Sin embargo la cultura patriarcal siempre intenta colarse por alguna grieta. Estudios sociolingüísticos postulan que existe el desarrollo de un nuevo lenguaje en internet, en el que se reproducen las formas sexistas de hablar. Los textos que se producen en internet son continuadores de la estructura de género (Baron, N. S: 2004).
Esto nos hace pensar que los estereotipos de género, sin cuerpo que los contenga, pasaron a tomar materialidad en las distintas narrativas virtuales, encarnadas en palabras y fotos. La red se presenta como un lugar en el que la pulsión escópica se despliega por completo: todo puede ser mirado, todo puede ser mostrado, todo puede ser contado ¿pero es lo mismo lo que muestran varones y mujeres? Creemos que no, y postulamos que la eficacia simbólica radica en la inmediatez de lo virtual, que posibilita que los roles de género puedan presentarse con mas fuerza, menos cuestionamientos y de nuevas formas. Podemos pensar por ejemplo en la naturalización que existe por parte de chicos y chicas del riesgo de acoso sexual por medio de la red. Principalmente somos las mujeres las que, nuevamente por nuestra condición de tal, nos encontramos en riesgo frente a desconocidos o conocidos, mayores o de nuestra edad, que ostentan el derecho de enviarnos mensajes e intentar conseguir fotos y/o encuentros íntimos.
Lo interesante (y alarmante) es que la mayor conciencia de este riesgo no viene acompañado de un reconocimiento de la violencia machista, sino que es generalmente vivenciado como un riesgo “propio” de las redes sociales, siendo la respuesta a esa conducta “borrarlo” o “no aceptarlo”. Esto produce un cierre de sentido operado por la cultura patriarcal, que impide que aquello que podría quebrar el statu quo se visibilice.
Para finalizar, queremos remarcar que la naturaleza misma de la web, puede hacer que estas certezas se instalen como tales o sean cuestionadas. La fluidez, performatividad y ambivalencia  de Internet, facilita que podamos hacer de la web un nuevo espacio de creación y perpetuación de desigualdad entre varones y mujeres o que se convierta en un espacio de igualdad y de liberación (como dice la frase del inicio).

Estas son algunas ideas que esbozamos sobre la temática.  Qué contenidos se comparten, qué modelos se potencian, qué violencias se reproducen, qué estereotipos de género se perpetúan y qué nuevas realidades se construyen, son elementos que aún quedan por estudiar con mayor profundidad desde la perspectiva de género .

Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino





BIBLIOGRAFIA

-Baron, N. S. (2004). “See You Online. Gender Sigues in Collage Student Use of Instant Messaging”, enJournal of Language and Social Psycholog, pp. 397-423.
-Bernárdez, A. (2004). A la búsqueda de una habitación propia; comportamiento de género en el uso de internet y los chats en la adolescencia. Adolescencia y comportamiento de género.
-Genger Coller (2009) “Los adolescentes y el uso de internet. Guia para padres”. Universidad de Minesotta. Imbert, G (2011): La tribu informática:Identidades y máscaras en internet”, en Posmodernidad, ambivalencia y juego con los límites. Ed.Icaria:Barcelona
-Sarena, N. (2006): Los jóvenes e internet: Experiencias, representación, usos y apropiaciones de internet en los jóvenes”. Universidad Nacional de La plata, UNIrevista - Vol. 1, n° 3: (julho 2006)
-Segato, R. 2003. Las Estructuras Elementales de la Violencia. Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos. Prometeo Libros.
-VV.AA; Redes sociales de adolescentes. Un estudio descriptivo-comparativo.
-VV.AA; Los adolescentes y las redes sociales. Presidencia de la Nación. Ministerio de Educación Argentina.