Amordazar

Autor: Gabriel Sanz

Bienvenidos a De(s)generando el género.

DE(s)GENERANDO EL GÉNERO nace de la necesidad de aunar esfuerzos para lograr la Igualdad de género. El nombre no es casual, sino que se enraíza en el fin que perseguimos: degenerar los conceptos que inundan las consideraciones de género para llegar a deshacerlo, desgenerarlo, y despojarlo de todos estereotipos y mandatos que marcan “el deber ser”en función del sexo con el que nacimos. Nos definimos como feministas, porque creemos que la única forma de vivir en un mundo más justo se relaciona con la igualdad real de oportunidades entre mujeres y hombres. Creemos que la educación e información, son la herramienta que nos permitirá vivir en la diversidad, la pluralidad y tolerancia humana. Tenemos la convicción de que esto es posible, y por eso armamos este BLOG , el cual dividimos en secciones que nos parecen de interés para quien quiera acercarse a la temática y estar actualizad@. Las sección “Reseñas”, haremos un breve análisis de distintos títulos de libros y películas que abordan la temática . En las “noticias destacadas”, exponemos los sucesos más relevantes e inauditos, con un pequeño análisis de las mismas. En la agenda, publicamos los eventos relacionados con la temática. En los links de interés, aquellos enlaces que creemos interesantes. Y en la página principal habrá una producción nuestra sobre diversos temas. Todas estas secciones, las vamos a actualizar semana a semana, ya que creemos que la Igualdad y la concientización, es un camino de todos los días.

lunes, 22 de junio de 2015

Grandes aportes del feminismo: "La mística de la feminidad" por Betty Friedan



“It would be wonderful to say you regretted it. It would be easy. But what does it mean? What does it mean to regret when you have no choice? It's what you can bear. There it is. No one's going to forgive me. It was death. I chose life”. 
Laura Brown (1)

“La Mística de la Feminidad” fue publicada en 1963, luego que de su autora se diera cuenta de que los estándares propuestos para las mujeres contemporáneas tenían gusto a poco y no lograban llenar el “vacío” en que se convertía su existencia. La obra intenta dar una respuesta a un problema identificado, pero sin nombre, que impedía a las mujeres desarrollar con plenitud sus capacidades, que les impedía considerarse seres humanas, ya que sólo podían ser y sentirse amas de casa. (2)

De acuerdo a Nuria Varela, en el imaginario de la época, “si una mujer tenía un problema en las décadas de 1950 y 1960 sabía que algo debía de ir mal en su matrimonio, o que algo le pasaba a ella. ¿Qué clase de mujer era si no se sentía misteriosamente realizada sacando brillo al suelo de la cocina?” (2005, p. 96). Betty Friedan respondió con contundencia a la esencialización femenina como madre y esposa, y propuso una salida a la “ratonera” que representaba al hogar, cuando éste se convertía en una trampa para las mujeres, ideada por la mística de la feminidad.

Nos interesa la producción de esta autora, porque es una de las primeras feministas que cuestiona la feminidad como un ser-para-otrxs, línea más tarde retomada por Carol Gilligan (3) (1985) y que problematiza los estereotipos de género que imponían a las mujeres un rol netamente doméstico en la sociedad.

Betty Friedan entendía que la pregunta más habitual entre las mujeres de los  ́60, cuando reflexionaban sobre su cotidianeidad, era: “¿esto es todo?” (1963, p.29), y se encontraban con una sensación de disgusto y ansiedad, poniendo de resalto cómo las mujeres luchaban contra estas sensaciones, afirmaba: “Se de tantas mujeres que se esfuerzan en no oír esa voz interior de protesta, porque la realidad no se ajusta al lindo cuadro que de la feminidad le pintaron los expertos” (1963, p.41).

La autora cuestiona fuertemente que el único destino de las mujeres sea ser esposa y madre y da el puntapié inicial para politizar el ámbito privado, cuando afirma: “Poco a poco llegué a comprender que el problema que no tenía nombre era compartido por innumerables mujeres de los Estados Unidos” (1963, p.34). Sin decirlo, fue la primera en poner en evidencia que “lo personal es político” y que sí había remedio para la insatisfacción y a veces desesperación que invadía a las mujeres.

Para sustraerse de la mística de la feminidad las mujeres deben instruirse. A partir de la pregunta “¿quién realmente soy?” pueden encontrarse a sí mismas, volver a ser seres humanas, no sólo amas de casa: “La llave que abre la “ratonera” es, sin duda alguna, la instrucción. La mística de la feminidad ha hecho aparecer la instrucción superior de la mujer como algo sospechoso, innecesario, incluso peligroso (...) la instrucción es peligrosa y provoca frustraciones..., pero únicamente cuando las mujeres no la utilizan” (Friedan, 1963, p.395).

La autora propone que las mujeres podamos idear un plan de vida, en donde el matrimonio y lxs hijxs puedan convivir con las aspiraciones de las mujeres cómo seres humanas (4), con la vida universitaria, con la instrucción como espacio para repensarnos; y en donde la profesionalización sea una esfera vital de la vida cotidiana, trascendiendo las puertas de la cocina, en donde nos ubica la mística de la feminidad.

Contesta fuertemente a quienes quieren seguir entendiendo el mundo en su faz dicotómica de lo público y lo privado (y le asignan a las mujeres un protagonismo en el segundo de estos mundos), y sobretodo, problematiza al sentimiento de culpa, entendiéndolo como un instrumento de la mística que les impide a las mujeres hacer aquello que deseen para sentirse vivas.

Betty Friedan inaugura el feminismo liberal, que aunque abogaba por los derechos de las mujeres en tanto personas, estaba centrado en la realidad de la mujer de clase media norteamericana (Alberola Crespo, 2012), y no cuestionaba el sistema económico desigual que influía en la existencia de las mujeres (en plural) y que las posicionaba en lugares muy diferentes unas de otras.
Aunque no reflexiona sobre el patriarcado, retrospectivamente podemos entender a la mística de la feminidad como un instrumento del mismo, utilizado para perpetuar la división entre lo público y lo privado.

Es interesante también como la autora entiende que lo que hacemos nos define,  y cómo es tan difícil sustraerse de una identidad que habitamos por muchos años, como la de ama de casa. Sin embargo, en nuestra opinión, no problematiza en profundidad las obligaciones de la feminidad (ser madre y esposa), ni cuestiona la heterosexualidad obligatoria, sino que propone un plan de vida en donde las obligaciones de las mujeres en tanto tales, sean compatibles con su instrucción.

Sí parece dable destacar algo que ha caracterizado al feminismo, y que es la colectivización de la lucha: “Cada mujer que se esfuerza en derribar las barreras que aún se oponen a la completa igualdad y que están confiadas por la mística de la feminidad, se lo hace más fácil a la siguiente” (Friedan, 1963, p.413).

Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino

Notas
 (1) Película “Las horas” del año 2002, dirigida por Stephen Daldry. Texto del personaje de Julliane Moore en su encuentro con Meryl Streep.
(2) En la presente reseña sólo se analizarán los capítulos titulados: “El problema que no tiene nombre” y “Un nuevo plan de vida para las mujeres”.
(3) “... en respuesta a la petición de describirse a sí mismas, todas las mujeres describen una relación, mostrando su identidad en la conexión de madre futura, esposa actual, hija adoptiva o amante pasada. De manera similar, la norma del juicio moral que imbuye su evaluación del yo es una norma de relación, una ética de alimentación y cría, responsabilidad y cuidado” (Gilligan, 1985, p. 258).
(4) “No tiene por qué escoger entre el matrimonio y el ejercicio de una profesión: ésta fue la equivocada elección que proponía la mística de la feminidad (...) Sólo exige organizar un nuevo plan de vida, que abarque nuestra vida como mujeres (...) El segundo paso y tal vez el más difícil para las víctimas de la educación sexual dirigida, es ver el matrimonio como es realmente de verdad, despojándolo del velo de super-idealización con que lo ha cubierto la mística de la feminidad” (Friedan, 1963, pp. 379-380).



Bibliografía

  • Alberola Crespo, Nieves (2012) "Una identidad polémica la identidad femenina”. En: Rosalía Torrent y Sonia Reverter (coord.) Variaciones de género. Castellón: ACEN.
  • Friedan, Betty (1963). La mística de la feminidad. Barcelona: Sagitario  S.A., 1965. (Traducción de Carlos R. de Dampierre)
  • Gilligan, Carol, (1985). La moral y la teoría. Psicología del desarrollo femenino. México: Fondo de Cultura Económica.
  • Varela, Nuria (2005). Feminismo para principiantes. Barcelona: Ediciones B.

martes, 2 de junio de 2015

#NiUnaMenos



#NiUnaMenos es el grito que aclama por las muerte de Katherine, Chiara, Diana, Ángeles, Lola, Melina...y todas aquellas mujeres silenciadas a causa violencia machista.
Pese a los avances en materia de legislación y derechos, siguen muriendo mujeres en manos de varones, siguen existiendo abusos sobre nuestros cuerpos, y siguen habiendo una multitud de personas que acusa a la víctima por haber sufrido un delito. En esta entrada nos proponemos exponer nuestra posición al respecto del avance de los femicidios frente los avances femeninos, y dar nuestra total conformidad y apoyo a los pedidos del #NiUnaMenos.

Si le preguntáramos a Foucault ¿Qué es el poder? nos respondería que “el poder se ejerce y solo existe en acto, (…) es una relación de fuerza en sí mismo, (…)es esencialmente represión” (Foucault, 2001:28). El poder se constituye en la lucha de fuerzas y en los efectos que estas producen, y recae sobre la acción de un sujeto.  A su vez el poder produce fundamentalmente sujetos y subjetividades, y de allí su capacidad de modelar prácticas, representaciones y generar cuerpos dóciles. ¿NOs sirve esta definición para pensar  las recientes e históricas situaciones en las que una niña o una mujer aparece asesinada por el simple hecho de ser mujer? Si el género es relacional, no podemos obviar que es una de las dimensiones constitutivas del poder.

En este marco, la escalada de femicidios puede verse  como una operación simbólica de escarmiento, disciplinamiento de los cuerpos, de castigo y dominio para controlar y resistir el avance de las mujeres -como voces plurales más allá de la singularidad de cada caso- en su autonomía;  en una cultura que permite que los cuerpos de las mujeres sean desechados como basura.

Nos arriesgamos a extrapolar el mayor riesgo que se suscita frente al intento de separación en la violencia contra la mujer en la pareja, con una estructura de resistencia social y masiva frente a la conquista de derechos de las mujeres y la mayor visibilización de la violencia. En la violencia en la pareja, la relación de dominación se va construyendo progresivamente y el agresor la sostiene de manera sistemática y mantenida para aislar y controlar a su víctima. La intensidad de la violencia suele aumentar frente a la mayor autonomía de la mujer, que además comienza a recobrar algunos de sus vínculos. . En una operatoria de resistencia para no perder el control, el varón violento intensifica sus mecanismos de control.
Tomando esto como micro-esfera y pensándolo a nivel macro, creemos que el cambio social que estamos experimentando las mujeres hace que la ideología machista entre en crisis, nuestro movimiento que choca con el mantenimiento del statu quo de los sectores y varones más agresivos y machistas. Estas fuerzas en pugna, donde aún reina el desequilibrio de poder se cristaliza en violencia extrema que pueden acabar con la muerte.

Creemos que en épocas donde las mujeres nos organizamos, nos juntamos, confiamos en la otra, incluimos varones que luchan codo a codo, nos atrevemos a transgredir las normas de género heteropatriarcales y cobramos visibilidad, los femicidios son muertes evitables que buscan instalar una cultura del miedo como acto de poder, que intenta reforzar los espacios de dominación que el patriarcado empieza a perder.

Consideramos importante destacar que los avances en materia de derechos, de espacios y de rupturas conseguidos por las mujeres, se han logrado siempre que hubo mujeres luchando, organizadas y protagonizando esas conquistas. Nada ha sido producto de una evolución que marcha por sí sola: fueron las mujeres luchadoras y organizadas que nos anteceden,  las que hoy nos permiten gozar de derechos que en un pasado cercano nos eran negados.
Es por eso que creemos que tener presente las posibles consecuencias de estos avances nos va a permitir evitar más muertes, sin frenar un movimiento que se presenta como la posibilidad de poner a viva voz una realidad que aclama por ser transformada. Es por eso que adherimos al #NiUnaMenos y celebramos la réplica de estas acciones. Por Katherine, Chiara, Diana, Angeles, Lola, Melina y por todas esas mujeres a las que le costó la vida ser mujeres, decimos #NiUNaMenos y adherimos a los cinco puntos del compromiso que se va a firmar:
  •  La implementación, con recursos y monitoreo, del Plan Nación de Acción para la Prevención, la Asistencia y la Erradicación de la violencia contra las mujeres, que establece la Ley 26.485.
  • El acceso garantizado de las víctimas a la Justicia, algo para lo cual debe haber personal idóneo y capacitado para recibir las denuncias, pero también algún mecanismo judicial que no revictimice a las víctimas, y también que ellas puedan disponer de patrocinio jurídico gratuito durante todo el proceso judicial.
  • La elaboración de un Registro Oficial Único de víctimas de violencia contra las mujeres, porque “sólo dimensionar lo que sucede permitirá el diseño de políticas públicas efectivas”.
  • Profundización y garantía de la Educación Sexual Integral en todos los niveles educativos, en todo el país, y que se capacite y sensibilice a docentes y directivos al respecto.
  • La protección de las víctimas de violencia debe ser garantizada con monitoreo electrónico de los victimarios, “para asegurar que no violen las restricciones de acercamiento que les impone la Justicia”.
Podemos agregar al petitorio:
  • La elaboración oficial es estadísticas de prevalencia de las violencias contra las mujeres.
  • La legalización del aborto!




Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino