Amordazar

Autor: Gabriel Sanz

Bienvenidos a De(s)generando el género.

DE(s)GENERANDO EL GÉNERO nace de la necesidad de aunar esfuerzos para lograr la Igualdad de género. El nombre no es casual, sino que se enraíza en el fin que perseguimos: degenerar los conceptos que inundan las consideraciones de género para llegar a deshacerlo, desgenerarlo, y despojarlo de todos estereotipos y mandatos que marcan “el deber ser”en función del sexo con el que nacimos. Nos definimos como feministas, porque creemos que la única forma de vivir en un mundo más justo se relaciona con la igualdad real de oportunidades entre mujeres y hombres. Creemos que la educación e información, son la herramienta que nos permitirá vivir en la diversidad, la pluralidad y tolerancia humana. Tenemos la convicción de que esto es posible, y por eso armamos este BLOG , el cual dividimos en secciones que nos parecen de interés para quien quiera acercarse a la temática y estar actualizad@. Las sección “Reseñas”, haremos un breve análisis de distintos títulos de libros y películas que abordan la temática . En las “noticias destacadas”, exponemos los sucesos más relevantes e inauditos, con un pequeño análisis de las mismas. En la agenda, publicamos los eventos relacionados con la temática. En los links de interés, aquellos enlaces que creemos interesantes. Y en la página principal habrá una producción nuestra sobre diversos temas. Todas estas secciones, las vamos a actualizar semana a semana, ya que creemos que la Igualdad y la concientización, es un camino de todos los días.

jueves, 30 de mayo de 2013

Educación Sexual para decidir, Anticonceptivos para no Abortar, Aborto Legal para no Morir.



La temática es compleja, y suele despertar posturas que parecen irreconciliables. “Aborto si, aborto no”... Hablamos en abstracto de una situación que más allá de la ideología, es un grave problema de salud pública: en nuestro país se realizarían entre 486.000 y 522.000 abortos clandestinos al año y según estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación (2009), por año mueren más de 100 mujeres por causas relacionadas con abortos clandestinos. En su mayoría, son las mujeres pobres y de escasos recursos las que más mueren por esta causa. Paradoja de la vida, ya que son estos mismos sectores los más estigmatizados por las posiciones conservadoras por tener much@s hij@s.
Esto muestra que mientras en el Senado la cuestión se dirime ideologicamente, hay una necesidad que excede y que merece ser escuchada: la interrupción voluntaria del embarazo es la primer causa de muerte materna en nuestro país. Hasta el momento ni la condena moral ni punitiva han provocado una disminución de los abortos: esto es un problema de salud pública, de justicia social y de derechos humanos.
No hace falta ser demasiado iluminado para que surja la obvia pregunta: frente a una realidad tan dolorosamente evidente ¿cual es el impedimento que procrastina la despenalización y/o la acción de políticas tendientes a evitar estas muertes? La organización Mumalá (Mujeres de la Matria Latinoamericana) cita a la escritora y periodista española Nuria Varela quien refiere a la relación entre patriarcado y aborto: “Es el gran robo del patriarcado. La sociedad patriarcal, haciendo uso de todos los recursos a su alcance – desde las leyes, hasta las religiones; desde el control de los recursos económicos, hasta la violencia- nos ha negado a las mujeres nuestra propia sexualidad y el disfrute y el control de nuestro propio cuerpo, de sus capacidades y posibilidades.”
Incluso, el lenguaje claramente androcéntrico, refuerza esta idea donde la moral hace su entrada triunfal: la palabra aborto conlleva una significación muy negativa (es por eso que desde el feminismo, se intenta utilizar en su lugar “interrumpción voluntaria del embarazo”); a una mujer embarazada ya se la llama “madre” (y ya sabemos que para el señor sistema patriarcal, ser madre además es hacerse cargo de las tareas domestica, asumir un rol de cuidadora, abnegada, y muchos etc hartas veces dichos) cuando ser “una madre” es una función que excede el ser progenitora, y al feto se lo llama “hijo”...
Creemos que las personas que están en contra de la despenalización del aborto, sostienen (incluso a un nivel no conciente) un idea de responsabilidad (en tanto responsabilidad subjetiva) salpicada de gran carga moral. Esto se deja ver principalmente, cuando el tema no se focaliza en circunstancias particulares como una violación, o riesgo de vida, sino frente a la posibilidad de abortar por un mal uso o falla del meétodo anticonceptivo elegido.. En esas ocasiones hemos escuchado decir “bueno, si no se cuidan o lo hacen mal, que se hagan cargo”. Nose a ustedes, pero a nosotras nos suena familiar... nos resuena.. pecado... castigo... ¿de donde?... El Génesis. Cuando Eva y Adán comen del árbol prohibido, Dios le dice a ella: “tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás tus hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia y el te dominará”. ¿Similar no?. Y lo es aún más, si pensamos que la penalización del aborto (y sobre todo la condena social) recae sobre la mujer invisibilizando la amplitud de la trama que participan de la situación.
Evidentemente, hablar del aborto toca los cimientos sobre los que se ha sostenido nuestra cultura por mucho tiempo. Bajo la autoridad de la tradición, se afirman ideas construídas desde el prejuicio y la desinformación como si tuvieran rigor científico . Para desmitificar algunas de ellas, la organización Mumalá las expone, y nosotras las vamos a reproducir literal por el nivel de claridad que aporta a la discusión:

Mito: Si se legaliza el aborto, las mujeres se harán más abortos.
Realidad: El índice de abortos no depende de su legalización, sino de otras condiciones como la disponibilidad de servicios de anticoncepción, el acceso a educación sexual adecuada para toda la población y la eliminación de las asimetrías de poder entre hombres y mujeres. Países donde se han desarrollado programas respetuosos de los derechos sexuales y reproductivos que incluyen la legalización del aborto, tienen tasas mucho más bajas de aborto que las estimadas en países donde éste es ilegal. Por ejemplo, en dos países donde el aborto es legal como Holanda y Canadá se realizan 0.53 y 1.20 abortos por cada 100 mujeres en edad reproductiva, respectivamente. En Argentina, donde está penalizado, se estima que se practican 5.35 abortos cada 100 mujeres en edad reproductiva.

Mito: Penalizar el aborto sirve para eliminar su práctica
Realidad: La penalización del aborto lleva a las mujeres a realizarlo clandestinamente en condiciones inseguras, provocando daños para su salud y su vida, pero no disminuye su práctica, tal como lo demuestran las siguientes cifras del ministerio de salud de Argentina: cada año son hospitalizadas alrededor de 70.000 mujeres por complicaciones en sus abortos (hemorragias e infecciones) y más del 30% de las muertes relacionadas con el proceso de gestación son resultado de complicaciones por abortos inseguros.

Mito: El aborto es siempre peligroso para la mujer
Realidad: El aborto integrado a un buen sistema de atención en salud, realizado por expert@s dentro de los primeros meses de embarazo es un procedimiento sencillo y seguro. En los países donde el aborto es legal, la probabilidad que una mujer muera a consecuencia del mismo no es mayor a 1 de cada 100.000 abortos practicados, mientras que, en los países donde es ilegal, esa cifra se eleva a 70 por cada 100.000. En estos países las mujeres que no quieren continuar su embarazo recurren a abortos inseguros, que son aquellos abortos practicados por personas no calificadas y/o realizados en un ambiente carente de los estándares médicos mínimos necesarios, siendo esta situación la que genera riesgos para su vida y su salud.

Mito: El aborto causa trastornos psicológicos a las mujeres que recurren a él.
Realidad: Negarle la realización de un aborto a una mujer cuando ella lo requiere por propia decisión le produce consecuencias negativas en su salud mental y agrava la condición de aquellas que padecen enfermedades mentales. La condición de ilegalidad, la clandestinidad consecuente, la soledad y el silencio en que se practican los abortos en Argentina son las causas principales de sufrimiento y/o de sentimientos de culpa para algunas mujeres. Aún en estas circunstancias otras muchas sienten un gran alivio cuando realizan un aborto de un embarazo no buscado o no planeado o producto de la violencia.
También las decisiones de una mujer cuando queda embarazada sin desearlo o en circunstancias difíciles, son traumáticas y en ocasiones no se resuelven en mucho tiempo. Tal es caso del casamiento forzado, dar el hijo/a en adopción, o tener un hijo/a que en realidad no se puede criar. Esto genera, en la mayor parte de los casos, problemas psicológicos tanto para la mujer como para el/la niño/a, afectando, en consecuencia, negativamente a la sociedad.

Mito: Las mujeres que abortan son irresponsables y egoístas
Realidad: Tener un embarazo no es lo mismo que ser madre. Las mujeres que debido a cualquier tipo de razones deciden interrumpir un embarazo, lo hacen después de sopesar sus capacidades, sus deseos, sus posibilidades y concluir que en ese momento no pueden llevarlo adelante. Muchas de las razones por las cuales las mujeres recurren al aborto no son razones exclusivamente personales, sino más bien circunstancias sociales, culturales o económicas, como por ejemplo: cuando el embarazo es consecuencia de una violación, por falla, mal uso o falta de acceso a métodos anticonceptivos seguros, por falta de información sobre los anticonceptivos, debido a desconocimiento acerca del funcionamiento del propio cuerpo o porque no pueden alimentar a un hijo más debido a la falta de trabajo.

Mito: El aborto desaparecería si todas las personas utilizan anticoncepción.
Realidad: En la medida en que no hay un método anticonceptivo ciento por ciento eficaz - cada método tiene un porcentaje de falla aún correctamente utilizado - habrá embarazos no deseados o no planificados o inoportunos o no buscados. Debemos tener en cuenta también que muchos embarazos no deseados son producto de violaciones, incluidas las violaciones dentro del matrimonio.

Mito: La educación sexual incrementa los embarazos y el aborto en la adolescencia
Realidad: La educación sexual para los y las adolescentes es una buena estrategia de prevención de los embarazos no deseados y de las enfermedades de transmisión sexual (ETS). En 1997 de la revisión de 53 estudios que evaluaban programas específicos de educación sexual implementados alrededor del mundo se concluyó que dichos cursos ayudaban a retrasar el inicio de la actividad sexual, reducían el número de parejas sexuales y disminuyen los porcentajes esperados de embarazos no planeados y de ETS.
El negar información sobre sexualidad a los adolescentes no sólo es discriminatorio sino que los coloca en desventaja cuando llega el momento de manejar su vida sexual y reproductiva.

Mito: Las mujeres que abortan son jóvenes y solteras
Realidad: Diversas investigaciones realizadas en la mayoría de los países de la región han concluido que no existe un perfil de las mujeres que interrumpen un embarazo, pues pertenecen a todos los sectores socioeconómicos, niveles educativos, edades, religiones y situaciones de pareja. En Colombia el 54.5% de las mujeres que han abortado estaban casadas o unidas. En Santiago de Chile, la gran mayoría de las mujeres que abortan tienen entre 20 y 30 años, con uno o más hijos, sólo el 10% corresponde a mujeres entre 10 y 19 años. En Santo Domingo, República Dominicana, se encontró que el 79% de las mujeres que abortan están unidas o casadas, mientras que el 84% tiene hijos.

Por lo expuesto es que nuestra postura es a favor de la libertad de elección de la interrupción voluntaria del embarazo. Y creemos que el debate es mucho más productivo si se corre del eje “a favor/en contra del aborto”, ya que si solo se mueve en esa línea la discusión queda circunscripta a los términos tradicionales. Dado que este tema presta a discusión tanto en ámbitos cotidianos como de decisiones políticas, sostenemos que el debate debemos plantearlo en términos de libertad de elección. Como expone Marta Lamas, “si bien el movimiento feminista ha formulado la demanda de despenalización como parte esencial de la ciudadanía democrática, para que tenga repercusión hay que hacer más explícito el asunto de que se trata de un derecho a la integridad física, vinculándolo a la condición sexuada, pero inscribiéndose dentro del principio más amplio de la autonomía personal”.´




Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino

Bibliografía:

-Abracinskas, L. y López Gómez, A: ANALISIS FEMINISTA DEL DEBATE SOCIAL SOBRE EL ABORTO EN URUGUAY. UN TEMA DE LA AGENDA DEMOCRATICA. Disponible en http://www.hacelosvaler.org/2008/esp/publicaciones/articulo2.pdf 29/05/2013
-Cuestión de Derechos. Revista Electrónica. http://derechoyaborto.files.wordpress.com/2012/05/cuestionderechos.pdf 28/05/2013
-Despenalización del aborto temprano: Posición de la Asociación por los derechos civiles.
-Donda, Victoria: Fundamentos del Proyecto de Ley para la despenalización del aborto. Organización Mumalá (Mujeres de la Matria Latinoamericana.
-Lamas, Marta: “Género, desarrollo y feminismo en América Latina”. 2007. Disponible en http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2872536 .28/05/2013
Lau, Ana: Feminismo y Aborto una historia compartido. UAM-X (2010)
-Petracci, M: Opinión pública sobre interrunpción voluntaria del embarazo y despenalización en Argentina y América Latina” (2007). Disponible en http://xa.yimg.com/kq/groups/23009980/216934312/name/opinion+publica.pdf 28/05/2013

viernes, 24 de mayo de 2013

Una respuesta a “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer” de Ignacio Bosque.

Ignacio Bosque (1)  realiza una reflexión crítica sobre las recomendaciones de uso de lenguaje no sexista que, mediante guías, realizaron distintos organismos públicos en todo el mundo occidental al menos. Su conclusión al respecto fue:
El propósito último de las guías de lenguaje no sexista no puede ser más loable: contribuir a la emancipación de la mujer y a que alcance su igualdad con el hombre en todos los ámbitos del mundo profesional y laboral. Intuyo que somos muchos —y muchas— los que pensamos que la verdadera lucha por la igualdad consiste en tratar de que esta se extienda por completo en las prácticas sociales y en la mentalidad de los ciudadanos. No creemos que tenga sentido forzar las estructuras lingüísticas para que constituyan un espejo de la realidad, impulsar políticas normativas que separen el lenguaje oficial del real, ahondar en las etimologías para descartar el uso actual de expresiones ya fosilizadas o pensar que las convenciones gramaticales nos impiden expresar en libertad nuestros pensamientos o interpretar los de los demás. (2)

Su crítica más elocuente a las recomendaciones realizadas por estas guías de lenguaje no sexista tiene que ver con que en ellas se entienda que el uso generalizado del masculino para pretender la inclusión de ambos sexos sea tildado de expresión sexista, y se recomiende su evitación, o su reemplazo por otras fórmulas que visibilicen a la mujer (3).  Y además, entiende que mínimamente, quien pretenda hacer una guía de uso correcto del lenguaje, debería al menos contar con la opinión de las personas idóneas en el tema, como lo son en este caso, lxs lingüistas.
Consideramos que la intención del autor es buena y acertada, si él pretende que estas guías de uso no sexista del lenguaje tengan intervención las personas especializadas, como son lxs lingüistas. El tema es que no se amparen en tecnicismos para mantener el statu quo de la invisibilidad femenina que es real, y que la lengua se ha construido, como toda manifestación cultural, de acuerdo a una escala de valores androcéntricos.
Las diferentes lenguas, a nuestro modo de ver, son dinámicas, van necesariamente cambiando, incorporando palabras nuevas, nuevas expresiones. Hoy estamos ante la necesidad de visibilizar a las mujeres, a lo que ellas hacen y a lo que ellas son. Lxs expertxs deben encontrar la forma de que esto suceda sin excusarse en que la lengua no lo permite porque las lenguas pueden permitirse casi todo, es cuestión de encontrar la forma.

Al respecto podemos citar una nota periodística escrita por Sandra Ruso en la prensa argentina, titulada “Sobre todos y todas” en la que se expresa así: “Luis Martín Cabrera –profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de San Diego–, en un artículo titulado “Me he vuelto loca, sólo puedo escribir en femenino”, afirma que rasgarse las vestiduras porque las guías no han sido elaboradas por lingüistas es un argumento disciplinario y autoritario. “Es el mismo argumento que utilizan historiadores como Santos Juliá, que piensan que la memoria es un asalto a su disciplina; ni la historia les pertenece exclusivamente a los historiadores ni el lenguaje es patrimonio de los lingüistas, no son sus minifundios ideológicos. Por otro lado, no es sorprendente que no les hayan pedido ayuda, pues la RAE es históricamente una de las instituciones más sexistas y misóginas del mundo. Todavía recuerdo al anterior director de la RAE, don Víctor García de la Concha, que por desgracia fue mi profesor, diciendo que ‘la literatura no tiene la regla’, provocando carcajadas generales y reproduciendo esa nefasta complicidad entre hombrecitos. Se puede discutir si existe una literatura femenina, pero no con argumentos sexistas.”
Quizá haya gente, como el autor, que no le dé demasiada importancia a la visibilización femenina, sosteniendo que el masculino nos representa a todxs. Esta situación nos hizo recordar y reflexionar sobre la importancia del lenguaje. Por ejemplo, en la obra 1984 de George Orwell se ve claramente la necesidad del Gran Hermano de reducir las palabras que contenía el lenguaje, para de esta forma reducir la capacidad de pensar. Si no tenemos palabras para expresar lo que pensamos, dejamos de pensarlo.  Si la mujer no es reflejada en el lenguaje, otra vez y antes de lo que pensamos, vamos a dejar de pensar en la mujer como protagonista social.

“La intención de la neolengua no era solamente proveer un medio de expresión a la cosmovisión y hábitos mentales propios de los devotos del Ingsoc, sino también imposibilitar otras formas de pensamiento. Lo que se pretendía era que una vez la neolengua fuera adoptada de una vez por todas y la vieja lengua olvidada, cualquier pensamiento herético, es decir, un pensamiento divergente de los principios del Ingsoc, fuera literalmente impensable, o por lo menos en tanto que el pensamiento depende de las palabras (...) La finalidad de la neolengua no era aumentar, sino disminuir el área del pensamiento, objetivo que podía conseguirse reduciendo el número de palabras al mínimo indispensable.” (5)
Consideramos que es imprescindible ahora que la lengua se adecúe a la nueva realidad, una realidad que implica que las mujeres formamos parte de la esfera pública de la vida social, y que allí nos vamos a quedar.  Sólo cuando la mujer se incorpore al lenguaje de manera natural, a lo que hablamos todos los días, vamos a haber conseguido dar otro paso en pos de la igualdad. Y si la estructura de nuestro lenguaje no lo permite, bueno, pues deberíamos buscar la forma de que lo permita. Las guías a las que se refiere el autor al menos hacen el intento.
Todxs sabemos que el uso de la lengua no es neutral. Durante mucho tiempo (siglos enteros) la mujer fue recluida a la esfera doméstica. Durante todo ese tiempo se construyó un lenguaje que no la incluía, que la ignoraba. Es tiempo de que las cosas cambien, y no usar las viejas estructuras para mantenerlas igual. Hoy la lengua castellana debe dejar de pretender de neutralidad (que no lo es) y adecuarse a esta exigencia social de que las mujeres queremos ser parte, y queremos vernos reflejadas en la lengua que usamos todos los días.
Les dejamos en la sección de documentos, el artículo escrito por Bosque y respaldado por toda la Real Academia Española para que Uds. mismos puedan hacer un análisis crítico de sus opiniones.

Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino

Bibliografía:

(1) Catedrático de Lengua Española de la Universidad Complutense de Madrid y Ponente de la Nueva gramática de la lengua española.
(2)  BOSQUE, Ignacio, “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, Boletín de Información lingüística de la RAE, Página 16.
(3)  “Pero lo que en estas guías se entiende, de manera poco justificada, es que hay siempre discriminación en las expresiones nominales construidas en masculino con la intención de abarcar los dos sexos.” BOSQUE, Ignacio, Op. Cit., Página 8.
(4) Disponible en http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-189263-2012-03-10.html (Recuperada el 19/03/2012)
(5) ORWELL, George, 1984, Ed. P/L @, 2000, página 328.




viernes, 17 de mayo de 2013

La inferioridad femenina, una construcción social

Como ya sabemos, existió y aún existe una desigualdad estructural entre mujeres y hombres. Esta desigualdad que es la causa y consecuencia de la violencia que sufren las mujeres por el solo hecho de ser mujeres, siendo una forma de perpetuar la dominación masculina, está fundada por una construcción cultural que determinó que la mujer era inferior al hombre, y por ello debía ser “naturalmente” dominada.
En el largo recorrido que hicieron los teóricos para justificar esta “inferioridad femenina”, nos encontramos a expositores muy reconocidos. Por ejemplo, en la edad antigua, Aristóteles, padre de innumerables disciplinas científicas, estaba convencido, y así lo señalaba, que el ser mujer era ser un hombre disminuido, un varón imperfecto. El cuerpo femenino era algo inacabado, débil, frio. La mujer era, según su perspectiva, “el defecto, la imperfección sistemática respecto a un modelo”, el masculino. Además, justificaba explícitamente la dominación de la mujer por parte del hombre: “...como hemos visto, la ciencia de la administración doméstica tiene tres partes: una la relación del dueño al esclavo... otra, la relación paterno-filial, y la tercera, la relación conyugal... pues es una parte de la ciencia doméstica el gobernar a la esposa y a los hijos - a unos y a otra como a hombres libres, aunque no con el mismo sistema de gobierno, sino ejerciendo sobre la esposa un gobierno de tipo “político” y sobre los hijos un gobierno de tipo monárquico-; el varón, en efecto, es, por naturaleza, más apto para el mando que la mujer...”
Si seguimos recorriendo a grandes autores que se han dedicado a fundamentar “científica y teóricamente” la consabida inferioridad “natural” femenina, nos encontramos en la edad media con Santo Tomas de Aquino, quien era de la opinión que “la mujer no responde a la primera intención de la naturaleza, que apunta a la perfección, sino a la intención secundaria de la naturaleza, como putrefacción, malformación y debilidad de la edad”.
Fiel expositor y reproductor de una doctrina que dejó sin voz ni voto a las mujeres en el rito católico, creyente de que la mujer poseía una mente defectuosa y por ello necesitaba una especie de tutor, llegó a decir que: “la mujer necesita al marido no sólo para la procreación y la educación de los hijos, sino también como su propio amo y señor, pues el varón es de inteligencia más perfecta y de fuerza más robusta, es decir, más virtuosa”
Cualquiera hubiera pensado que esos pensamientos hubieran quedado atrás con la llegada de la Ilustración y la fe que el hombre puso en la razón humana para construir y deconstruir el mundo conocido y por conocer. Pero, nos volvemos a sorprender (¿?) al encontrarnos con un autor del tamaño de Rousseau, que aún hoy se sigue leyendo gracias a su construcción sobre el contrato social, y que en su obra “El Emilio o De la Educación” escrita en  1762, dividía el espacio público (naturalmente destinado para el hombre) del espacio privado (naturalmente destinado para la mujer), fundamentando la división sexual del trabajo en detrimento de la mujer. También era de la idea de que las mujeres no tienen la misma capacidad de uso de la razón que el hombre, por ello debe dedicarse, casi exclusivamente, a complacerlo.
Lo anteriormente expuesto, que sólo son algunos de los innumerables exponentes que dedicaron páginas y páginas, litros de tinta para justificar una inferioridad construida por ellos mismos, tiene la finalidad de reflexionar sobre el gran daño que han hecho al mundo femenino, autores que siguen legitimados hasta el día de hoy. Lo que queremos poner de relieve, es que es necesario saber que estos autores tan importantes en la historia del pensamiento occidental, pensaban de esta manera en relación con la mujer, y hay que marcar que este pensamiento mantiene la desigualdad que fundamenta la violencia. Decir que Rousseu fue un gran exponente de la racionalidad moderna, sin hacer la salvedad de lo que él pensaba de las mujeres, estaríamos legitimando todo su discurso, como si todo fuera igual de constructivo.

Si pensamos que era un mal de la época (un mal de todas las épocas, parece ser), la existencia de pensadores como el Marques de Condorcet, o John Stuart Mill, quienes abogabas por la igualdad entre mujeres y hombres, realmente pone de manifiesto que se podía pensar distinto, al igual que la existencia de Olimpe de Gouges, Mary Wollstonecraft y tantas otras, que pudieron trascender la dominación simbólica, en términos de Pierre Bourdieu, que se ejercía sobre ellas. En otro post recorreremos el pensamiento de aquell@s que creían en la igualdad, porque l@s hubo, simplemente no tuvieron tanta publicidad.



Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino

sábado, 11 de mayo de 2013

Violencia simbólica, una figurita repertida en la TV argentina

Mucho se habló la semana pasada sobre el sketch de Francella. Y celebramos que esto suceda ya que más allá de las opiniones encontradas, pone el tema en escena. Creemos que es una invitación a pensar  en contenidos televisivos que respeten, contemplen y fomenten la igualdad.

Sobre esta polémica habló mucha gente: opinólog@s, machistas, feministas, panelistas, profesionales que ostentaron saber más que lo que realmente sabían. Expert@s fueron los menos, y no creemos (y nos consta) que haya sido por falta de voluntad de gente idónea. Creemos que el debate no permitió más que un  desarrollo en un nivel discursivo bastante elemental que se redujo a si el sketch “incitaba o no a la pedofilia”… Y el tema es mucho más que eso.

 Hace diez años no gozábamos de una ley que defina la violencia de género en su tipo simbólica y en su modalidad mediática. En la actualidad, la ley 26485 define:

-Art. 5:5: (violencia) Simbólica: La que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y  reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la  subordinación de la mujer en la sociedad.

-Art. 6:f: Violencia mediática contra las mujeres: aquella  publicación o difusión de mensajes e imágenes  estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta  promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente  contra la dignidad de las mujeres, como así también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres.

Nuestra apuesta, es poder mirar éste y tantos otros contenidos de tv desde esta perspectiva sin perder de vista estas definiciones. Visto así, el sketch de “La nena”, no tiene particularmente algo mucho más sexista que otros, lo que no implica que lo legitimemos. Al contrario, este como otros contenidos esta plagado de estereotipos: la esposa que no se da cuenta de nada, el hombre en su lucha por “sus incontrolables impulsos sexuales” y la hipersexualización de “la nena” impostada como bebota, todo esto contado desde la perspectiva del personaje de Francella, el que nunca termina haciendo nad aporque siempre alguien lo interrumpe y no porque no deba (lo cual no deja de ser un dato menor).

Si podemos pensar la violencia desde esta perspectiva más amplia en la que se incluyen la reproducción de estereotipos que denigran, claramente estamos en presencia de un sketch que infligiría el artículo 6 de la Ley anteriormente nombrada. Pero si llevamos este debate a un terreno en el que la violencia solo se manifieste en su expresión más evidente como la pedofilia y la violencia física, dejamos por fuera una gran cantidad de contenidos que hacen al verdadero quid de la cuestión: desde dónde se ha construido y legitimado el lugar de la mujer a tal punto que en el 2013 estemos debatiendo si un programa con estos contenidos tiene o no que estar al aire. Llevando el debate a la causalidad “el sketch provoca pedofilia”, quedó invisibilizado la legitimación y naturalización que se hace sobre el lugar de la mujer en tanto seductora pasiva y la reacción “natural” del hombre como “macho” de la especie. Lo que queda por fuera, es la posibilidad de tener un pensamiento crítico que permita reflexionar sobre aquello que estamos mirando.

Por eso queremos salirnos de ese debate e invitemos a nuestros pares a pensar sobre qué contenidos vemos, cuáles queremos ver y cuáles nos representan. A preguntarnos, a reflexionar, a pensar nuevas posibilidades que no caigan en un lugar común que no podemos seguir legitimando.


Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino