Amordazar

Autor: Gabriel Sanz

Bienvenidos a De(s)generando el género.

DE(s)GENERANDO EL GÉNERO nace de la necesidad de aunar esfuerzos para lograr la Igualdad de género. El nombre no es casual, sino que se enraíza en el fin que perseguimos: degenerar los conceptos que inundan las consideraciones de género para llegar a deshacerlo, desgenerarlo, y despojarlo de todos estereotipos y mandatos que marcan “el deber ser”en función del sexo con el que nacimos. Nos definimos como feministas, porque creemos que la única forma de vivir en un mundo más justo se relaciona con la igualdad real de oportunidades entre mujeres y hombres. Creemos que la educación e información, son la herramienta que nos permitirá vivir en la diversidad, la pluralidad y tolerancia humana. Tenemos la convicción de que esto es posible, y por eso armamos este BLOG , el cual dividimos en secciones que nos parecen de interés para quien quiera acercarse a la temática y estar actualizad@. Las sección “Reseñas”, haremos un breve análisis de distintos títulos de libros y películas que abordan la temática . En las “noticias destacadas”, exponemos los sucesos más relevantes e inauditos, con un pequeño análisis de las mismas. En la agenda, publicamos los eventos relacionados con la temática. En los links de interés, aquellos enlaces que creemos interesantes. Y en la página principal habrá una producción nuestra sobre diversos temas. Todas estas secciones, las vamos a actualizar semana a semana, ya que creemos que la Igualdad y la concientización, es un camino de todos los días.

jueves, 27 de marzo de 2014

Cuando un rol se confunde con el Ser: Maternidad en cuestión.


Rosa Montero en su libro “La Loca de la Casa” se pregunta “¿Como nos sentimos de verdad las mujeres, en lo mas hondo, frente a la maternidad y la no maternidad? ¿Que mitos, que sueños y que miedos se ocultan ahí, y como podemos expresarlos?” (2005:164).
La respuesta no es fácil, ya que tomar distancia y pensar la maternidad de manera teórica, presenta grandes resistencias: nos interpela a todxs más no sea como hijxs. Sin embargo, creemos que es necesario rever que representaciones sociales conlleva este concepto ya que es un vértice donde se articula el patriarcado. Siempre es interesante volver sobre las representaciones sociales: estas organizan el pensamiento social y dan referencias sobre el comportamiento de la vida cotidiana, incidiendo en la formación del proceso identitario que confirma la representación social. Con respecto a la maternidad, la operación simbólica que la atraviesa hace que la capacidad de procrear de la mujer sea interpretada como LA cualidad femenina; esta representación es incorporada en nuestra subjetividad como certeza y el deseo de maternar se produce como proyecto que da sentido a la vida, confundiendo un rol con el ser.
Pensemos sino en la primera menstruación, proceso biológico que -entre otras cosas- nos habilita para ser madres. Cuando una joven tiene su primera menarca se dice “se hizo señorita o mujer”, ¿es que antes no lo somos? ¿acaso las mujeres menapáusicas no son mujeres? ¿ y las mujeres trans? Ser madres para el imaginario colectivo, nos define como mujeres completas; pese a los años de feminismo, muchas personas siguen pensando que ser mujer y no ser madre es tener algo pendiente.
Esta posición materna dificulta mucho la salida del círculo de la violencia, ya que la mirada patriarcal la articula de manera complementaria con la paternidad. Pareciera que tener un/a hijx gesta automáticamente un padre y una madre con funciones naturales. La función de la madre en tanto cuidadora predilecta se sostiene en el mito del instinto materno, que instala la creencia de que tener la capacidad de procrear (entre otras muchas capacidades claro, aunque el foco patriarcal este puesto acá) imprime en nosotras una tendencia natural a ser madres, cualidad que como dijimos tiñe la feminidad. Desde esta perspectiva no nos sorprende escuchar que muchas mujeres víctimas de violencia refieran que “no quiero ser mala madre y que no vean a su padre” (cuando hablamos de varones que violentan directa o indirectamente tanto a la mujer como a los hijos Ver entrada: Niñxs testigos de violencia= niñxs víctimas/ en situación de violencia ), “me quedé por mis hijxs”, mujeres que soportan la violencia de lxs hijxs (porque lxs chicxs muchísimas veces reproducen la violencia aprendida), todas actitudes que confirman el imaginario de la mujer/madre abnegada/sumisa/comprensiva y que las expone muchas veces a situaciones de alto riesgo.
Pensar la maternidad con perspectiva de género, permite ver que para llegar a esas graves situaciones de violencia hay en la antesala un sin fin de pre-conceptos que establece que la maternidad es protección, solidaridad, abnegación y amor incondicional, en complementariedad (paradójicamente una complementariedad excluyente) con una paternidad caracterizada por la autoridad, la ley, la rigidez, la virilidad y el ser proveedor. Siguiendo esta línea, pensar la maternidad desde la perspectiva de género, también nos habilita a pensar en otras maneras de paternar, más en contacto con las nuevas masculinidades (ver Masculinidad hegemónica y patriarcal ¿qué mecanismos actúan para que la sociedad la sostenga?), en la cual no se asocie la paternidad con la virilidad y la hombría. Y para la mujer que desea ser madre, implica corrernos del lugar de madres silenciadas por un/a hijx-falo que nos completa y es de nuestra propiedad.
Es decir que no preguntarnos por la maternidad invisibiliza por lo menos dos limitaciones: por un lado excluye simbólicamente de la “identidad femenina” a aquellas mujeres que no desean ser madres dificultando la asunción de este no-deseo; y por otro establece un deber ser “buena madre”, que incide en la vida cotidiana. Resaltamos en este punto la limitación laboral. Durante mucho tiempo el único deseo legítimo para la mujer fue la maternidad, por lo que ésta quedaba excluída de muchos circuitos de saber y poder (y si queremos ir un poco más profundo, ni siquiera este único espacio que se nos permitió vivir con libertad ya que los partos -como mencionamos en la entrada  Violencia Obstétrica, Violencia invisible  - son también digitados por el saber médico-hegemónico-patriarcal). Hoy ya en Siglo XXI la mujer ha ingresado masivamente al mundo laboral, lo cual ha empezado a resquebrajar la solidez de la representación mujer/madre. Sin embargo la herencia patriarcal hace que la mayoría de las mujeres se hayan doblegado, y cumplan las funciones domésticas y también las propias del ámbito público.
Desde nuestra postura, no negamos lo maravilloso de dar vida, ni que exista una elección legítima de ser madre. Solo queremos poner en cuestión la maternidad en tanto muchas veces queda articulada a un supuesto deseo, pero que responde en realidad a una de las tantas maneras de dominación masculina, acompañada por la alienación del deseo propio y una gran cuota de culpa. El género en su definición más elemental de relación desigual, se hace evidente aquí cuando pensamos como es adjetivada una mujer que no ha tenido hijxs y como un varón: en nosotras la carga negativa es mucho mayor, nuevamente.


Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino

Bibliografía:

Fernandez, A.M.: "La mujer de una ilusión". Paidós. 1996
Montero, R: "La casa de la Loca". Buenos Aires, Suma de Letras, 2005. 1° Edición.
Villamizar, Y.: ¿Es lo mismo ser mujer que ser madre? . En Ética: Masculinidades y Feminidades. Parte II.: Mujeres, Representaciones y Empoderamiento. UNC 2000.

martes, 18 de marzo de 2014

Representaciones distorsivas sobre la mujer victima/en situacion de violencia


Hace un tiempo este equipo que conformamos Desgenerando el Género viene reflexionando sobre la conceptualización de la mujer víctima o en situación de violencia, y esta inquietud se puede ver en las entradas sobre ¿Quien se empodera?, La culpa: un instrumento politico y Mitos sobre la mujer maltratada. La idea de esta entrada es retomar un poco esas reflexiones y profundizar en aquello que nos preocupa: aquello que puebla el imaginario social y profesional sobre las mujeres victimas de violencia, ¿determina la atencion que reciben por parte de lxs agentes publicos que trabajan en la problematica? ¿Condiciona la ayuda de amigxs y familiares?
Pensar en una mujer víctima tiene como punto negativo el hecho de encasillarla desde lo discursivo en un lugar del que es difícil salir, o en realidad, es difícil pensar en que esa mujer pueda salir. La palabra víctima es muy fuerte y podríamos cuestionarnos acerca de su performatividad. Por otro lado, en todos los protocolos y en las leyes, a la mujer que atraviesa una situación de violencia se la designa como víctima, y así se las concibe como acreedoras de algunos derechos/beneficios para salir de esa condición, como lo es por ejemplo el programa "Ellas Hacen", el cual prioriza para su otorgamiento a la mujer "victima de violencia de genero".
Sin embargo, también notamos que existe una diferencia en referirnos a “la víctima” sustantivando la situación, o a la “mujer víctima” adjetivando una situación que es coyuntural: la mujer también puede ser trabajadora, madre, soltera y eventualmente víctima, no se la conceptualiza directamente como tal: "la victima".
Representaciones sociales distorsivas
 Imagen extraida del libro: Violencia familiar...Liberarse es posible de Maria Cristina Bertelli, pag.213
Con respecto entonces, a la “mujer víctima” notamos que hay representaciones sociales que impregnan el imaginario de aquellxs que trabajan o conviven con la problemática de la violencia, definiendo lo que para ellxs sería una “buena víctima de violencia” y una que no.
La “buena víctima de violencia” es en principio una mujer que se deja rescatar, y que acata sumisamente todo lo que nosotrxs, de este lado del mostrador, creemos que ella necesita hacer para salir de esa situación. Por el contrario, la mala víctima de violencia es aquella que se resiste, que no quiere ser rescatada, que duda de aquello que se le dice, y que en realidad, todavia no decidio que hacer, pero no quiere que decidan por ella.
A la buena víctima de violencia es más fácil ayudarla, no solamente porque se deja hacer, sino porque, muchas veces, en su cuerpo lleva las marcas de la violencia. Con la mala víctima es diferente: una mujer profesional que sufra violencia psicológica y que tenga muy en claro que es victima de violencia y exija que los dispositivos actuen para frenar esa situacion, es menos creíble en tanto víctima, para quien recepta su denuncia, si es que no cuenta con formacion en estas cuestiones.
Y la cuestion es que la heterogeneidad de las mujeres que sufren violencia es incuestionable: las hay en todas las clases sociales, en todas las profesiones y oficios, solteras, casadas, viudas o noviando, estudiantes y trabajadoras, adolescentes, jovenes, adultas y mayores, y la lista sigue. Y las actitudes de ls mujeres que transitan por esta situacion tambien lo es, aunque una cosa es validad para todas: todas quieren que la situacion de violencia termine.
Una idea que esta presente en relacion con las mujeres en situacion de violencia es la de su culpabilidad. Muchxs de lxs profesionales que atienden cuestiones vinculadas a las violencias contra las mujeres, muchxs amigxs, hermanxs, padres creen que la responsabilidad de la violencia es de la mujer victima, en ultima instancia, porque "no deciden irse". Siempre hay que tener en cuenta que la mujer puede desarrollar estrategias psiquicas de defensa como los denominados "Sindrome de Estocolmo domestico" o Sindrome de indefension aprehendida" aunque tambien pueden concurrir otras causas, no menos decisivas, por las cuales a una mujer se le dificulte salir de la situacion de violencia: no tiene a donde ir, no tiene a quien llamar, de irse debe hacerlo con sus hijos y no cuenta con la infraestructura necesaria para ello, no tiene trabajo, no tiene dinero, etcetera. No es tan facil irse, si no hay espalda para sostener la decision.
Imagen extraida del libro: Violencia familiar...Liberarse es posible de Maria Cristina Bertelli, pag. 82

Volviendo sobre los mitos que configuran las representaciones sociales en cuanto a la mujer victima/ en situacion de violencia, quisieramos retomar los siguientes (tratados in extenso por Gioconda Batres Méndez) y preguntarnos: ¿cuantos de estos mitos se reflejan en la atencion que brindan ciertxs agentes publicos, que no permiten que la  perspectiva de genero permee su labor? ¿cuantos de estos mitos son tenidos como ciertxs, por vecinos que no se atreven a llamar a la policia cuando escuchan una pelea violenta? ¿cuantos de estos mitos impiden que lxs familiares y amigxs acompañen a una mujer en situacion de violencia, en el largo camino que deben recorrer para salir de la misma?
  1. El enojo y la ira causan la violencia contra la pareja.
Es la desigualdad estructural entre varones y mujeres y la ordenación genérica jerárquica la causa primera de las violencias contra las mujeres.
  1. Las mujeres son provocadoras de la violencia.
Nótese como a través de este mito se pretende culpabilizar a la mujer por la violencia sufrida.
  1. Las mujeres dicen no cuando quieren decir sí.
Mito que legitima la imposición de voluntad del varón, que “sabe mejor que la mujer misma” lo que ella quiere, les quita la voz a las mujeres y las culpabiliza.
  1. Las mujeres deben estar en casa y los varones trabajando afuera.
La división de las esferas pública y privada de acuerdo al género ostentado, y la irrupción de las mujeres en el ámbito público es una de las razones de la llamada “crisis de la masculinidad” que ha puesto en jaque el orden social impuesto por el patriarcado, y que provoca más violencia.
  1. Si a un varón la pareja lo provoca, es natural que la agreda.
Obviamente, el acto provocador va a ser definido por el varón. Y además, legitima las respuestas violentas, y no el diálogo, porque una persona dialoga con quien considera su par, no con quien considera inferior.
  1. A veces es necesario usar la violencia.
La masculinidad hegemónica diría que siempre es necesario utilizar la violencia frente a cuestionamientos de la propia masculinidad.
  1. Las mujeres liberadas odian a los varones.
Es vox populi que, no inocentemente, pocas personas saben que el feminismo es un movimiento que lucha por la igualdad entre varones y mujeres, y no una ideología que los odia, como popularmente se ha recepcionado.
  1. Las mujeres son tan violentas como los varones.
Este mito intenta justificar la violencia ejercida, y además invertir el orden del cuestionamiento.
  1. Las mujeres quieren ser dominadas por los varones.
Se confunde el querer con los efectos de una socialización diferenciada que estipula que “así debe ser”.
  1. Los celos son naturales en los varones y son amor.
La creencia que quien te cela es porque te ama ha contribuido a paralizar y confundir a las mujeres frente a actos que no son otra cosa que intentos de control de sus vidas. Los mitos del amor romántico han legitimado casi toda la violencia ejercida contra mujeres, disfrazándolas de amor verdadero.
  1. La violencia se da por problemas en la comunicación.
Esto no es así, ya que la violencia no se emplea como modo de resolución de conflictos en la pareja, sino como forma de imponer la voluntad del uno sobre la otra.
  1. Un varón tiene derecho a escoger las amistades de la compañera.
Este mito legitima el poder de control del varón sobre su compañera mujer.
  1. La violencia es responsabilidad de los dos.
  2. Las mujeres golpeadas se quedan porque les gusta.
  3. Si la mujer no se dejara el varón no le pegaría
La violencia sólo es responsabilidad de quien la ejerce. Es muy importante tener presente los mecanismos psicológicos que se aplican para que una mujer tolere la violencia sufrida, como el síndrome de Estocolmo doméstico o el síndrome de indefensión aprehendida, que explican el por qué una mujer puede quedarse, sin que esto sea en verdad una elección legítima.
  1. Si la mujer se aguanta por bastante tiempo las cosas cambiarán.
Este mito legitima la pasividad que se espera de una mujer. Las relaciones violentas sólo empeoran con el tiempo.
  1. La violencia doméstica no afecta a los/as niños/as.
Aunque lxs niñxs no sufran los hechos violentos directamente, siempre se ven afectados por ellos, e inmediatamente se convierten en víctimas de violencia intrafamiliar.
  1. Esto es voluntad de Dios y nadie se debe meter.
  2. Alguien debe estar a cargo del hogar
  3. Las mujeres merecen ser golpeadas porque se portan mal.
Los fundamentos religiosos y morales han ejercido mucha influencia en el mantenimiento del statu quo que legitima las violencias contra las mujeres.

Julieta Evangelina Cano y Maria Laura Yacovino 

Bibliografia consultada:
  • Batres Méndez, Gioconda (1999) El lado oculto de la masculinidad/ San José, Costa Rica: ILANUD. Programa Regional de Capacitación contra la Violencia Doméstica.
  • Bertelli, Maria Cristina (2009) Violencia familiar, liberarse es posible. Ed. de la autora.