“Cuando
una sociedad se enfrenta cotidianamente al asesinato de mujeres no
tiene sentido preguntar por qué un individuo mata a otro. La
pregunta debe ser: ‘¿por qué los miembros de algunos grupos matan
a los miembros de otros grupos?’ Cuando se trata de dar respuesta a
esta pregunta es necesario interrelacionar los motivos con los actos
violentos de los criminales y yuxtaponerlos con las estructuras
sociales de determinada región y las diferencias de poder en la
jerarquía del poder sexual” (Cameron, Deborah y Frazer, Nancy,
1987)
El
término FEMICIDIO fue acuñado por Diana Russell y es definido como
“el asesinato de mujeres por hombres por ser mujeres” (Russell,
2005:137). Esta construcción se hizo necesaria al notar que el
asesinato de mujeres por el sólo hecho de serlo no era una actitud
aislada, o un dato individual, sino que se daba de manera ahistórica
y acultural en todas las sociedades del mundo, de una manera
sistematizada y con un alto grado de impunidad para encontrar y penar
a los responsables. El asesinato de mujeres, por su condición de
mujeres no se percibía socialmente como un fenómeno al que debiera
darse mayor trascendencia, hasta que las organizaciones de mujeres
pusieron esta situación en la agenda internacional.
Esta
visibilización, fue necesaria para mostrar la dimensión política
de estos asesinatos de mujeres, que se sustenta en el control del
patriarcado sobre el cuerpo, y en su capacidad punitiva sobre las
mujeres. En este sentido la antropología sostiene que hasta las
prácticas más ilógicas obedecen a ciertas lógicas que tienen y
cobran sentido a partir del punto de vista de los actores sociales que
las ejecutan.
Desenredando el vínculo
La
proximidad afectiva de esta violencia le confiere una complejidad
particular: el vínculo que se configura es de un “par desigual”
donde el dominador disminuye al máximo el espacio con su objeto de
dominación, haciendo que se pierda toda objetividad y posibilidad de
salida. Si se nos permite el paralelismo, podríamos pensar que la
homeostasis de este tipo de relaciones se da cuando la dominación es
absoluta, y la decisión de la mujer de romper con esta siniestra
situación de equilibrio, desorganiza el esquema vital de dominación
del varón, que reacciona queriendo restablecer el equilibrio
perdido. Como
estamos hablando de relaciones “patriarcalmente coherentes” y
desiguales, el modo de reaccionar es acorde con este panorama. De
allí se desprende que el punto de riesgo máximo para la mujer sea
cuando esta decide separarse o ya lo ha consumado: “La
ruptura no deseada de la pareja desencadena en el hombre graves
consecuencias de íntimo dolor y frustración” (Echeburua
y De Corral, 2009:139).
La
posesividad y control que ejerce el varón violento sobre la mujer,
llega a su extremo máximo cuando se comete un femicidio: el “poder
supremo” experimentado por el varón violento no sólo controla la
vida sino la muerte de esa/s mujer/es. Frente a esta situación cada
vez más recurrente, asoma ¿otra? escena que merece nuestra atención
para visibilizarla y evitar que se justifique con argumentos
posmachistas. ¿Que sucede cuando el violento luego del acto
femicida, se suicida o intenta hacerlo?. Intentaremos ensayar una
respuesta: los varones que ejercen violencia sobre las mujeres, son
en principio grandes dependientes emocionales, están obsesionados
por su mujer y no asumen la ruptura (Lorente Acosta, 2004).
Desaparecido el objeto de control, objetivizado a su máxima
expresión, denigrado y desaparecido, el acto femicidio/suicidio
reproduce la unidad simbiótica de relación que el dominador impone
a la víctima. No parecieran ser dos actos diferentes, sino uno solo.
Teniendo
en cuenta que como expusimos, el mayor riesgo de la mujer se produce
cuando aparece la posibilidad real de ruptura, se refuerza la idea de
que el control es en el varón parte de su columna vertebral, y la
posibilidad de ausencia del mismo, provoca la literalidad de una
reacción desmedida: “si no sos mía, no sos de nadie”. Una vez
más deben someterse a examen los mitos del amor patriarcal que
justifican y promueven estas actitudes de “somos uno”, y la
sensación de “falta de aire” cuando “el/la ser amado/a” no
se encuentra a nuestra disposición.
Tipos
de Femicidio
La
imposición de este concepto es un acto de justicia para todas
aquellas mujeres que han muerto en manos de varones por el hecho de
ser mujeres, y que se ha pretendido encubrir de diversas maneras:
suicidios, robos, emoción violenta, "crímenes pasionales". Contar con este concepto a
visibilizado el carácter social y político de estas muertes
totalmente evitables, producto de las relaciones de poder, dominación, privilegio y propiedad de los varón por sobre las
mujeres.
La
especificidad del término, ha producido una gran producción teórica
en pos de un mayor conocimiento. Sin embargo, aún quedan mujeres
muertas en actos femicidas que son silenciadas por caratulas de
muerte que encubren la razón patriarcal que la sustentan. Es por
esto, que compartimos los tipos de femicidios ya estipulados, y
dejamos abiertas al final algunos interrogantes:
Femicidio íntimo
- Son aquellos asesinatos cometidos por varones con quien la víctima tenía o tuvo una relación íntima, familiar, de convivencia, o afines a estas.
Femicidio
no íntimo
- Son aquellos asesinatos cometidos por varones con quienes la víctima no tenía relaciones íntimas, familiares, de convivencia, o afines a estas. Frecuentemente, el femicidio no íntimo involucra el ataque sexual de la víctima.
Femicidio
vinculado
- Con esta categoría se hace referencia a las acciones que indirectamente realiza el femicida, para consumar su fin: matar, castigar o destruir psíquicamente a la mujer sobre la cual ejerce la dominación. En esta categorización existen dos grandes grupos:-mujeres que fueron asesinadas “en la línea de fuego” de un hombre tratando de matar a una mujer. Este es el caso de mujeres parientes, niñas u otras mujeres que trataron de intervenir o que simplemente fueron atrapadas en la acción del femicida.
-Personas con vínculo familiar o afectivo con la mujer, que fueron asesinadas por el femicida con el objeto de castigar y destruir psíquicamente a la mujer a quien consideran de su propiedad.
Como
dijimos al inicio, existen otras situaciones que creemos que no se
caratulan de femicidio, pero que están en estrecha relación con
este: hablamos de la inducción al suicidio. Ana María Fernandez,
postula en este sentido que la violencia de género sostenida en el
tiempo puede generar estados depresivos. El arrasamiento subjetivo que
provocan las situaciones de violencia, la descalificación constante,
los insultos, el maltrato físico, el aislamiento, la violencia
ambiental pueden facilitar y/o crear las condiciones para que una
mujer se quiete la vida.
Contar
con el término femicidio, abrió la posibilidad a pensar en estos
casos invisibilizados por la contaminación de creencias
patriarcales. Este concepto permite visibilizar el carácter social
de esta violencia, y separarla de planteamientos individualizantes y
patologizantes que terminan culpabilizando a las víctimas,
desresponsabilizando a los violentos en base a causas externas
(normalmente categorizados como locos y actores de cierta emoción
violenta que los aliena en un momento determinado) y consideran estas
muertes como algo privado causado por “problemas pasionales”.
Como postula Ana María Fernandez, “lejos
de ser expresiones inocentes, estas formas de referirse a esos
asesinatos de mujeres perpetúan la idea de que el criminal actúa
poseído por fuerzas exteriores, irracionales e inevitables como el
amor, la pasión, la venganza, la humillación, el rechazo y que se
ve sobrepasado por una situación que no puede controlar,
justificando, consintiendo y a veces legitimando los
crímenes”.
En
el año 2012 hubo 255 femicidios. Esto es que 255 mujeres murieron
por haber nacido bajo el género femenino en una cultura machista. Si
a este número le sumamos la cantidad de suicidios inducidos en casos
de violencia de género, asesinatos de mujeres que no terminan de
esclarecerse, mujeres que desaparecen sin dejar rastro, las que
mueren por abortos clandestinos, las que mueren por “accidentes
domésticos” en un contexto de intensa violencia, las que son
secuestradas con fines de explotación sexual o laboral, ¿cual
sería la alarmante cifra que estaríamos manejando?
Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino
BIBLIOGRAFÍA:
- ATENCIO, G: FEMINICIDIO-FEMICIDIO: UN PARADIGMA PARA EL ANÁLISIS DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO.
- Cameron, Deborah y Frazer, Elizabeth, The Lust To Kill, Nueva York, New York University Press, 1987.
- CANO, Julieta, YACOVINO, M.Laura (2013) “Historias de amor, “machismo” y muerte. Ponencia en Congreso CINIG, La Plata.
- ECHEBURÚA, Enrique, DE CORRAL, Paz (2009) “El homicidio en la relación de pareja: un análisis psicológico” en Número 23. San Sebastián.
- Informe de investigación de femicidios en Argentina 2012, Observatorio de femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano", disponible en http://lacasadelencuentroblog.blogspot.com.ar/2013/02/informedeinvestigaciondef emicidios.html (recuperado el 03/08/2013)
- FERNANDEZ, Ana María, (2012) “FEMICIDIOS: La ferocidad del patriarcado”, NOMADíAS Noviembre, Número 16, 4773
- LORENTE, Miguel, (2004) “El Rompecabezas: Anatomía de un maltratador”. Ed. Critica. España.
- RUSSELL, Diana, (2005) “Definición de feminicidio y conceptos relacionados” en Feminicidio, justicia y derecho. Comisión Especial para Conocer y Dar Seguimiento las Investigaciones Relacionadas con los Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de Justicia Vinculada. México.
Las MADRES debemos enseñar a nuestro hijos desde su infancia un gran valor El RESPETO hacia la mujer para que tengan una cultura de amor ,respeto y asi poder disminuir un gran indice de machismo en los hombres que lamentablemente este es un gran problema en la sociedad latinoamericana .
ResponderEliminar