jueves, 12 de diciembre de 2013

El sentimiento de culpa: Un instrumento político

En esta entrada pretendemos preguntarnos cuál es el lugar del sentimiento de culpa en las mujeres en general, y cual es su consecuencia en aquellas que estan siendo víctimas de violencia por el hecho de ser mujeres. Las diversas culturas han creado distintos instrumentos legales y simbólicos para sostener el statu quo y darle a la sociedad cierto “orden” -arbitrario, claro-. Lo aceptado y esperado vs. lo pecaminoso y delictivo marcan dos esferas que atraviesan la historia de lxs humanxs. Transitar por lo no aceptado tiene sus consecuencias: castigo y culpa. El castigo tiene más que ver con el miedo, pero la culpa se instala como un sentimiento mucho más profundo, que se arraiga en el ser cotidiano y que implica una manera -culpógena y por ende penosa, dependiente y autopunitiva- de ESTAR en el mundo.

¿De donde viene esta culpa? El sentimiento de culpa proviene de la diferencia que se registra entre lo que hago/soy y lo que debo hacer/ser. Esto último está compuesto por todas las identificaciones familiares y mandatos que nos constituyen de manera inconsciente. Como ya hemos desarrollado en distintas entradas, en el caso de las mujeres hay una fuerte presencia de mandatos de como debe ser una mujer: principalmente buena madre y buena esposa. Esto es corroborado en los dichos de muchas mujeres quienes se autoinculpan de todo lo que pasa a su alrededor: de trabajar y de dejar a lxs hijxs, de llegar “fuera de horario” a su casa, del fracaso de la relación, de provocar el enojo de su pareja...en síntesis de TODO. En el caso de las mujeres víctimas de violencia, la culpa asume un lugar protagónico -y de encierro-, y se apoya en una amalgama en la cual la mujer internaliza la culpa, y el varón la deposita siempre en el afuera: la familia, lxs amigxs, el trabajo, el estudio, las mujeres.

La socialización diferencial tiene su importante injerencia al propiciar la construcción de la identidad femenina en base a ciertos roles que implican anteponer las necesidades de lxs otrxs a las propias. Como se expuso en la entrada sobre El Amor Romántico, el amor es para las mujeres una renuncia personal, una entrega total, un infravalorar el deseo propio lo cual provoca entre otras cosas, la dependencia y la sumisión. Cuando aparece en una mujer algo de lo singular, de lo propio y de su deseo que no necesariamente coincide con la vida “adaptada” que viene viviendo, la culpa aparece como mecanismo que cual brújula, marca el camino que se DEBE seguir. Es interesante notar, como este sentimiento genera una repetición improductiva y autopunitiva que no permite movimientos propositivos sino de retroceso. El terreno de la culpa, es como un gran piso cubierto de pegamento que en apariencia nos permite movernos lánguidamente ensayando hipótesis, pero que en realidad nos mantiene estancadxs.

Del discurso de las mujeres a las cuales escuchamos, la maternidad es lo que les ocasiona más culpa y angustia. Tanto por demasía o por falta (de atención, de tiempo, de afecto), lxs hijxs siempre son una excedencia inabarcable que constantemente está pidiendo más... y una buena madre “tiene” que suplir esa demanda. Parte de nuestro trabajo con estas mujeres, es que puedan empezar a preguntarse que es ser una madre para ellas, y que puedan poner en jaque las certezas que las culpabilizan y atan. ¿Pero porque está tan arraigada? Porque la imagen de “cuidadora” y de “al servicio de”, se interioriza con los modelos identificatorios de madres/abuelas/profesoras/otras significativas que transmiten desde siempre que la imagen de una buena mujer tiene determinadas características, y no responder a ese ideal materno/femenino/social tiene consecuencias a nivel social y repercute en la subjetividad. ¿De que manera? Angustia, ansiedad y desgano son tres de los muchos síntomas por los cuales se manifiesta aquello que no se puede decir. En este punto, la culpa es también un mecanismos de autocastigo que enmudece las voces de muchas mujeres que quieren alzar su voz.


Cuando una mujer se aparta del sistema cultural que la define la culpa aparece como un objeto facilitador de la sumisión, conviertiéndose en un sentimiento insoportable y angustioso que inscribe que eso que se ha hecho está mal. Es decir la culpa, ya no es solo un mecanismo psicológico, sino también un instrumento político.

Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino






Bibliografía:
VI Congreso Estatal Isonomía sobre igualdad entre mujeres y hombres.  "Miedos, culpas, violencias invisibles y su impacto en la vida de las mujeres: a vueltas con el amor.

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