En
esta entrada pretendemos preguntarnos cuál es el lugar del
sentimiento de culpa en las mujeres en general, y cual es su
consecuencia en aquellas que estan siendo víctimas de violencia por
el hecho de ser mujeres. Las diversas culturas han creado distintos instrumentos legales y simbólicos para sostener el statu quo
y darle a la sociedad cierto “orden” -arbitrario, claro-. Lo
aceptado y esperado vs. lo pecaminoso y delictivo marcan dos esferas
que atraviesan la historia de lxs humanxs. Transitar por lo no
aceptado tiene sus consecuencias: castigo y culpa. El castigo tiene
más que ver con el miedo, pero la culpa se instala como un
sentimiento mucho más profundo, que se arraiga en el ser cotidiano y
que implica una manera -culpógena y por ende penosa, dependiente y
autopunitiva- de ESTAR en el mundo.
¿De
donde viene esta culpa? El sentimiento de culpa proviene de la diferencia que se registra entre lo que hago/soy y lo que debo hacer/ser. Esto último está compuesto por todas las identificaciones familiares y mandatos que nos constituyen de manera
inconsciente. Como ya hemos desarrollado en distintas entradas, en el
caso de las mujeres hay una fuerte presencia de mandatos de como debe
ser una mujer: principalmente buena madre y buena esposa. Esto es
corroborado en los dichos de muchas mujeres quienes se autoinculpan
de todo lo que pasa a su alrededor: de trabajar y de dejar a lxs
hijxs, de llegar “fuera de horario” a su casa, del fracaso de la
relación, de provocar el enojo de su pareja...en síntesis de TODO.
En el caso de las mujeres víctimas de violencia, la culpa asume un
lugar protagónico -y de encierro-, y se apoya en una amalgama en la
cual la mujer internaliza la culpa, y el varón la deposita siempre
en el afuera: la familia, lxs amigxs, el trabajo, el estudio, las
mujeres.
La
socialización diferencial tiene su importante injerencia al
propiciar la construcción de la identidad femenina en base a ciertos
roles que implican anteponer las necesidades de lxs otrxs a las
propias. Como se expuso en la entrada sobre El Amor Romántico, el
amor es para las mujeres una renuncia personal, una entrega total,
un infravalorar el deseo propio lo cual provoca entre otras
cosas, la dependencia y la sumisión. Cuando aparece en una mujer
algo de lo singular, de lo propio y de su deseo que no necesariamente coincide con la vida “adaptada” que viene viviendo, la culpa
aparece como mecanismo que cual brújula, marca el camino que se DEBE
seguir. Es interesante notar, como este sentimiento genera una
repetición improductiva y autopunitiva que no permite movimientos
propositivos sino de retroceso. El terreno de la culpa, es como un
gran piso cubierto de pegamento que en apariencia nos permite
movernos lánguidamente ensayando hipótesis, pero que en realidad nos
mantiene estancadxs.
Del
discurso de las mujeres a las cuales escuchamos, la maternidad es lo
que les ocasiona más culpa y angustia. Tanto por demasía o por
falta (de atención, de tiempo, de afecto), lxs
hijxs siempre son una excedencia
inabarcable que constantemente está pidiendo más... y una buena
madre “tiene” que suplir esa demanda. Parte de nuestro trabajo
con estas mujeres, es que puedan empezar a preguntarse que es ser una
madre para ellas, y que puedan poner en jaque las certezas que las
culpabilizan y atan. ¿Pero porque está tan arraigada? Porque la
imagen de “cuidadora” y de “al servicio de”, se interioriza
con los modelos identificatorios de
madres/abuelas/profesoras/otras significativas que transmiten desde
siempre que la imagen de una buena mujer tiene determinadas características, y no responder a ese ideal materno/femenino/social tiene consecuencias a nivel social y repercute en la subjetividad.
¿De que manera? Angustia, ansiedad y desgano son tres de los muchos
síntomas por los cuales se manifiesta aquello que no se puede decir.
En este punto, la culpa es también un mecanismos de autocastigo que
enmudece las voces de muchas mujeres que quieren alzar su voz.
Cuando
una mujer se aparta del sistema cultural que la define la culpa
aparece como un objeto facilitador de la sumisión, conviertiéndose
en un sentimiento insoportable y angustioso que inscribe que eso que
se ha hecho está mal. Es decir la culpa, ya no es solo un mecanismo psicológico, sino también un instrumento político.
Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino
Bibliografía:
VI Congreso Estatal Isonomía sobre igualdad entre mujeres y hombres. "Miedos, culpas, violencias invisibles y su impacto en la vida de las mujeres: a vueltas con el amor.
muy buena!!
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