“La
necesidad de autoengañarse con respecto a la soledad es mucho más
inmediata y apremiante que la necesidad de autoengañarse con
respecto a la muerte”.
Carlos
Fabretti
En
la misma línea que el post que compartimos sobre micromachismos,
esta entrada surge a partir de la escucha en nuestra labor cotidiana.
Amamos patriarcalmente, y eso produce un sin fin de justificaciones y
naturalizaciones que pretendemos cuestionar.
La
tesis desde la que partimos es que el amor romántico -considerado
como el predilecto en occidente: monogámico, heterosexual y
orientado a la procreación- es parte intrínseca de la subordinación
femenina, desde su definición hasta las prácticas que promueve.
Creemos que el “amor” tal y como lo concebimos y vivimos, es
parte del aparato reproductor de la desigualdad de género, en tanto
organiza las emociones, el deseo, la sexualidad y los cuerpos.
Como
punto de partida, tomaremos el concepto de socialización
diferencial, entendido como el proceso que se inicia al momento del
nacimiento y perdura toda la vida en el que se interiorizan valores,
actitudes, modos de comportamientos y expectativas en función del
género. A pesar de los grandes avances acaecidos en las últimas
décadas, el amor en la vida de las mujeres sigue teniendo una
particular relevancia y no cesa de aparecer como parte del proyecto
prioritario: no es una experiencia posible, sino LA experiencia que
nos define. El amor es un mandato de género. Tomando el
concepto de sincretismo de género de Marcela Lagarde, creemos que en
este paso de lo tradicional a lo moderno, el modelo de amor sigue
anclado a lo más tradicional incluso en muchas personas con ideas
progresistas.
El
modelo de amor romántico lleva consigo mitos que aparecen como
verdades absolutas. Si hablamos de mitos, hablamos de imaginario
social en tanto universo de significaciones que al cristalizarse
operan como organizadores de sentido y que logran su eficacia
simbólica en la repetición de sus narrativas. ¿De que narrativas
hablamos? De las que nos marcan como “debe ser el verdadero amor”.
En este sentido Carlos Yela realiza una revisión de los principales
mitos románticos que exponemos a continuación:
-MEDIA
NARANJA: o creencia que elegimos la pareja que estaba predestinada
para nosotros. El mayor riesgo que provoca, es el elevado nivel de
exigencia y la tolerancia excesiva a la que se puede llegar porque es
esa “la pareja ideal”.
-EMPAREJAMIENTO:
Creencia de la pareja como algo monogámicamente natural,
heterosexual y universal.
-EXCLUSIVIDAD:
Marca la imposibilidad de estar enamoradx de dos personas a la vez,
con los consecuentes conflictos internos y relacionales que esto
acarrea.
-FIDELIDAD:
Creencia de que todos los deseos deben satisfacerse con la propia
pareja “si se ama de verdad”.
-CELOS:
Los celos como signo de amor verdadero, usado luego como
justificación de actitudes egoístas, violentas, e injustas.
-EQUIVALENCIA:
Entre amor (sentimiento) y enamoramiento (estado más o menos
duradero) existiría una equivalencia que impide ver las
transformaciones normales de las relaciones.
-OMNIPOTENCIA:
“El amor todo lo puede”.
-LIBRE
ALBERDRIO: Es la creencia que nuestros sentimientos son totalmente
íntimos y no están influídos por factores culturales.
-MATRIMONIO:
El verdadero amor debe conducir a la unión estable de pareja.
Confluencia de los conceptos de amor romántico, matrimonio y
sexualidad. Es en el S XIX cuando la vinculación de estos tres
conceptos se instala en el imaginario, y normativiza el amor
romántico, y la satisfacción sexual pasa a ser terreno del
matrimonio.
-PASION
ETERNA: Creencia de que el amor y la pasión puede y debe perdurar
tras años de convivencia.
Según
una investigación realizada por “Detecta Andalucía”, la
clasficación total de los mitos quedaría, esquematicamente, de esta
manera:
Creemos
fehacientemente en la importancia de repreguntarnos sobre los mitos,
los estereotipos, las creencias y las verdades aboslutas. Sostenemos
que mitigar la desigualdad de género empieza por generar preguntas
ahí donde existen certezas. Es un trabajo arduo, pero entendemos que
un golpe producto de la violencia de género es la expresión extrema
de un sistema que se sostiene en estas pequeñas certezas. Tomando
las palabras de Ainoa Flecha, Lidia Puigvert y Gisela Redondo
(2005 en Jimenez, J. 2011): “La violencia de género está intrínsecamente ligada a
nuestro imaginario social sobre el amor, los modelos amorosos y los
modelos de atractivo, a como nos hemos socializado y nos
socializamos continuamente en ellos”.
Esta
idea de amor romántico se transmite en diversas narrativas: cuentos
infantiles, canciones, películas, maneras de relatar las historias
saturadas de estereotipos...Con este modelo se refuerza la fantasía
de que “algún dia cambiará, que lo hará por amor”... “me
quiere pero....”. Por “amor” las mujeres sostenemos situaciones
límites de maltrato... Por “amor” buscamos príncipes azules, aunque destiñan... Por “amor” aguantamos insultos y
maltratos...y presumimos de que “amamos demasiado”...Por “amor”
dejamos nuestros deseos en un segundo plano, y nos ocupamos de los
hijos, la casa, la pareja... Por “amor” competimos y peleamos con
otras mujeres... Por “amor” les damos hasta nuestros ojos..
Porque el amor femenino debe ser incondicional, entregado y
abnegado, porque es lo que nos completa, nos salva...
Y
sino, que alguien le diga a Cenicienta que cambie el zapato de
cristal por unos borcegos acordonados.
Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino
Bibliografía:
-Esperanza Bosch Fiol y Cols. (2007) : DEl amor romántico a la Violencia de Género contra las mujeres en la pareja. Universidad de les Illes Balears, Ministerio de Igualdad. España.
-Esteban, M.L y Tavora A., (2008) El amor romántico y la subordinación social de las mujeres: revisiones y propuestas. Anuario de Psicología, VOL 39, nº1, Universidad de Barcelona.
-Fabretti, C (2009): Contra el amor.
-Fernandez, A. M (1993): La mujer de la Ilusión. Ed. Paidós
-Lagarde, M. (2008): Amor y sexualidad, una mirada feminista. Universidad de Mendez Pelayo.
-Yela, C. (2003). La otra cara del amor: mitos, paradojas y problemas. Encuentros en la
Psicología Social.
-Andalucía Detecta (2011): Proyecto de Investigación sobre sexismo y violencia en la juventud de Andalucía. Resultados y Recomendaciones. Instituto Andaluz de la Mujer.
Discrepo con algunas que van al ataque y no a la propuesta. Por ejemplo, “El amor es un mandato de género.”, el amor romántico es un mandato de género. Lo sostiene durante todo el artículo, pero JUSTO se lo olvidan cuando definen al "amor"
ResponderEliminar“zapato de cristal por unos borcegos acordonados.”, Los borcegos me hacen más feminista o es la forma en la que planteo las relaciones lo que subvierte las relaciones de poder?.
Las feministas que se defienden me cansan.
Hola! Gracias por darnos tu opinión. En primer lugar si hay algo que NO hacemos es “atacar” -usando tus términos-, basicamente porque no creemos que estemos en medio de una Guerra. O mejor dicho si visibilizar y poner al descubierto cuestiones que han sido SILENCIADAS, para vos es atacar, lo estamos haciendo. Frente a esto, citamos textualmente: “Creemos fehacientemente en la importancia de repreguntarnos sobre los mitos, los estereotipos, las creencias y las verdades aboslutas. Sostenemos que mitigar la desigualdad de género empieza por generar preguntas ahí donde existen certezas”.
EliminarPor otro lado, no definimos el amor “libre de connotaciones” en ningún momento, ya que somos conscientes de nuestra limitación por estar atravesadas por los mismos preceptos que criticamos. Definimos al amor patriarcal que es el que conocemos y es el que estamos seguras que es necesario mitigar para encontrar formas de vinculación más sanas e igualitarias.
“Zapato de cristal por unos borcegos acordonados”... Esto claramente es una metáfora. Estamos de acuerdo con que no nos hace más o menos feministas el calzado, pero usamos la imagen de cenicienta como prototipo del amor que nos habla y somete.
...Justamente a lo que apuntamos es a hacer ruido en la certeza silenciosa de los modos de amar, para poder pensar como nos relacionamos, y posicionarnos de otra manera frente a tan valorada y problemática experiencia del amor.
Saludos! Y.. Solo será con alegría!
Menos Cenicienta y más "Casa de muñecas" de Ibsen.
ResponderEliminarEs curioso que como colombiano padezca un machismo que me pone en desventaja más que a las mujeres, pues pago las cuentas, defiendo el hogar de los peligros, cortejo sin descanso, y ahora por moderno, cambio los pañales y cocino. Si fuera poco no debo llorar, ni mostrarme sensible, no debo vacilar, jamás debo hablar de lo que me hace triste o fracasado y si "mi" mujer no me satisface no puedo buscar a otra porque sería una "cobardía machista". Más curioso aún que todas esas formas de comportarme las haya aprendido de mujeres, el "amor patriarcal" me lo enseñaron las matriarcas, que ponen los nombres de los niños, hacen la lista del mercado, administran la economía del hogar, imparten moral, obligan a la competencia y la guerra. Pero bueno, el amor... si busco una pareja invierto una y otra vez en citas, soy yo quien llama y propone para que ellas dispongan, mientras que ellas son cortejadas por 10 como yo y no pagan un penique en ninguna de las diez citas (todo gracias al machismo, al amor patriarcal)... de repente, cuando llevo meses tratando de ligarme respetuosamente a una chica ella llega llorosa porque 9 galanes le han roto el corazón (y el orto) mientras que el varón va en los besos: el machismo es desigualdad sin lugar a dudas, desigualdad inclinada contra el varón.
ResponderEliminarInteresante artículo pero este imaginario romántico es común para ambos sexos. Recuerden que la violencia intrafamiliar o intra-pareja ocurre para los dos lados. Creo que lo que contribuye a la violencia de género masculina son las ideas machistas en general influídas en gran parte por la religión (cristiana o musulmana en nuestra cultura) que dice que la mujer es inferior al hombre y debe obedecerle. Los mitos románticos en cambio son nocivos para ambos sexos en mi opinión. Saludos!
ResponderEliminarSi, para ambos sexos hay mandatos, el punto es que nos educan dentro de estos estereotipos de género que nos llevan a mujeres y hombres al auto mal trato y también, a mal tratar a otros terminando en relaciones destructivas. Desmontemos esto, eduquemos desde la equidad. Acerquémonos a profesionales para desmontar esto en lo personal (p.eje. en terapia individual) y en lo relacional (p.eje. terapia de pareja) y trasformemos nuestras relaciones desde la raíz.
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