jueves, 30 de mayo de 2013

Educación Sexual para decidir, Anticonceptivos para no Abortar, Aborto Legal para no Morir.



La temática es compleja, y suele despertar posturas que parecen irreconciliables. “Aborto si, aborto no”... Hablamos en abstracto de una situación que más allá de la ideología, es un grave problema de salud pública: en nuestro país se realizarían entre 486.000 y 522.000 abortos clandestinos al año y según estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación (2009), por año mueren más de 100 mujeres por causas relacionadas con abortos clandestinos. En su mayoría, son las mujeres pobres y de escasos recursos las que más mueren por esta causa. Paradoja de la vida, ya que son estos mismos sectores los más estigmatizados por las posiciones conservadoras por tener much@s hij@s.
Esto muestra que mientras en el Senado la cuestión se dirime ideologicamente, hay una necesidad que excede y que merece ser escuchada: la interrupción voluntaria del embarazo es la primer causa de muerte materna en nuestro país. Hasta el momento ni la condena moral ni punitiva han provocado una disminución de los abortos: esto es un problema de salud pública, de justicia social y de derechos humanos.
No hace falta ser demasiado iluminado para que surja la obvia pregunta: frente a una realidad tan dolorosamente evidente ¿cual es el impedimento que procrastina la despenalización y/o la acción de políticas tendientes a evitar estas muertes? La organización Mumalá (Mujeres de la Matria Latinoamericana) cita a la escritora y periodista española Nuria Varela quien refiere a la relación entre patriarcado y aborto: “Es el gran robo del patriarcado. La sociedad patriarcal, haciendo uso de todos los recursos a su alcance – desde las leyes, hasta las religiones; desde el control de los recursos económicos, hasta la violencia- nos ha negado a las mujeres nuestra propia sexualidad y el disfrute y el control de nuestro propio cuerpo, de sus capacidades y posibilidades.”
Incluso, el lenguaje claramente androcéntrico, refuerza esta idea donde la moral hace su entrada triunfal: la palabra aborto conlleva una significación muy negativa (es por eso que desde el feminismo, se intenta utilizar en su lugar “interrumpción voluntaria del embarazo”); a una mujer embarazada ya se la llama “madre” (y ya sabemos que para el señor sistema patriarcal, ser madre además es hacerse cargo de las tareas domestica, asumir un rol de cuidadora, abnegada, y muchos etc hartas veces dichos) cuando ser “una madre” es una función que excede el ser progenitora, y al feto se lo llama “hijo”...
Creemos que las personas que están en contra de la despenalización del aborto, sostienen (incluso a un nivel no conciente) un idea de responsabilidad (en tanto responsabilidad subjetiva) salpicada de gran carga moral. Esto se deja ver principalmente, cuando el tema no se focaliza en circunstancias particulares como una violación, o riesgo de vida, sino frente a la posibilidad de abortar por un mal uso o falla del meétodo anticonceptivo elegido.. En esas ocasiones hemos escuchado decir “bueno, si no se cuidan o lo hacen mal, que se hagan cargo”. Nose a ustedes, pero a nosotras nos suena familiar... nos resuena.. pecado... castigo... ¿de donde?... El Génesis. Cuando Eva y Adán comen del árbol prohibido, Dios le dice a ella: “tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás tus hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia y el te dominará”. ¿Similar no?. Y lo es aún más, si pensamos que la penalización del aborto (y sobre todo la condena social) recae sobre la mujer invisibilizando la amplitud de la trama que participan de la situación.
Evidentemente, hablar del aborto toca los cimientos sobre los que se ha sostenido nuestra cultura por mucho tiempo. Bajo la autoridad de la tradición, se afirman ideas construídas desde el prejuicio y la desinformación como si tuvieran rigor científico . Para desmitificar algunas de ellas, la organización Mumalá las expone, y nosotras las vamos a reproducir literal por el nivel de claridad que aporta a la discusión:

Mito: Si se legaliza el aborto, las mujeres se harán más abortos.
Realidad: El índice de abortos no depende de su legalización, sino de otras condiciones como la disponibilidad de servicios de anticoncepción, el acceso a educación sexual adecuada para toda la población y la eliminación de las asimetrías de poder entre hombres y mujeres. Países donde se han desarrollado programas respetuosos de los derechos sexuales y reproductivos que incluyen la legalización del aborto, tienen tasas mucho más bajas de aborto que las estimadas en países donde éste es ilegal. Por ejemplo, en dos países donde el aborto es legal como Holanda y Canadá se realizan 0.53 y 1.20 abortos por cada 100 mujeres en edad reproductiva, respectivamente. En Argentina, donde está penalizado, se estima que se practican 5.35 abortos cada 100 mujeres en edad reproductiva.

Mito: Penalizar el aborto sirve para eliminar su práctica
Realidad: La penalización del aborto lleva a las mujeres a realizarlo clandestinamente en condiciones inseguras, provocando daños para su salud y su vida, pero no disminuye su práctica, tal como lo demuestran las siguientes cifras del ministerio de salud de Argentina: cada año son hospitalizadas alrededor de 70.000 mujeres por complicaciones en sus abortos (hemorragias e infecciones) y más del 30% de las muertes relacionadas con el proceso de gestación son resultado de complicaciones por abortos inseguros.

Mito: El aborto es siempre peligroso para la mujer
Realidad: El aborto integrado a un buen sistema de atención en salud, realizado por expert@s dentro de los primeros meses de embarazo es un procedimiento sencillo y seguro. En los países donde el aborto es legal, la probabilidad que una mujer muera a consecuencia del mismo no es mayor a 1 de cada 100.000 abortos practicados, mientras que, en los países donde es ilegal, esa cifra se eleva a 70 por cada 100.000. En estos países las mujeres que no quieren continuar su embarazo recurren a abortos inseguros, que son aquellos abortos practicados por personas no calificadas y/o realizados en un ambiente carente de los estándares médicos mínimos necesarios, siendo esta situación la que genera riesgos para su vida y su salud.

Mito: El aborto causa trastornos psicológicos a las mujeres que recurren a él.
Realidad: Negarle la realización de un aborto a una mujer cuando ella lo requiere por propia decisión le produce consecuencias negativas en su salud mental y agrava la condición de aquellas que padecen enfermedades mentales. La condición de ilegalidad, la clandestinidad consecuente, la soledad y el silencio en que se practican los abortos en Argentina son las causas principales de sufrimiento y/o de sentimientos de culpa para algunas mujeres. Aún en estas circunstancias otras muchas sienten un gran alivio cuando realizan un aborto de un embarazo no buscado o no planeado o producto de la violencia.
También las decisiones de una mujer cuando queda embarazada sin desearlo o en circunstancias difíciles, son traumáticas y en ocasiones no se resuelven en mucho tiempo. Tal es caso del casamiento forzado, dar el hijo/a en adopción, o tener un hijo/a que en realidad no se puede criar. Esto genera, en la mayor parte de los casos, problemas psicológicos tanto para la mujer como para el/la niño/a, afectando, en consecuencia, negativamente a la sociedad.

Mito: Las mujeres que abortan son irresponsables y egoístas
Realidad: Tener un embarazo no es lo mismo que ser madre. Las mujeres que debido a cualquier tipo de razones deciden interrumpir un embarazo, lo hacen después de sopesar sus capacidades, sus deseos, sus posibilidades y concluir que en ese momento no pueden llevarlo adelante. Muchas de las razones por las cuales las mujeres recurren al aborto no son razones exclusivamente personales, sino más bien circunstancias sociales, culturales o económicas, como por ejemplo: cuando el embarazo es consecuencia de una violación, por falla, mal uso o falta de acceso a métodos anticonceptivos seguros, por falta de información sobre los anticonceptivos, debido a desconocimiento acerca del funcionamiento del propio cuerpo o porque no pueden alimentar a un hijo más debido a la falta de trabajo.

Mito: El aborto desaparecería si todas las personas utilizan anticoncepción.
Realidad: En la medida en que no hay un método anticonceptivo ciento por ciento eficaz - cada método tiene un porcentaje de falla aún correctamente utilizado - habrá embarazos no deseados o no planificados o inoportunos o no buscados. Debemos tener en cuenta también que muchos embarazos no deseados son producto de violaciones, incluidas las violaciones dentro del matrimonio.

Mito: La educación sexual incrementa los embarazos y el aborto en la adolescencia
Realidad: La educación sexual para los y las adolescentes es una buena estrategia de prevención de los embarazos no deseados y de las enfermedades de transmisión sexual (ETS). En 1997 de la revisión de 53 estudios que evaluaban programas específicos de educación sexual implementados alrededor del mundo se concluyó que dichos cursos ayudaban a retrasar el inicio de la actividad sexual, reducían el número de parejas sexuales y disminuyen los porcentajes esperados de embarazos no planeados y de ETS.
El negar información sobre sexualidad a los adolescentes no sólo es discriminatorio sino que los coloca en desventaja cuando llega el momento de manejar su vida sexual y reproductiva.

Mito: Las mujeres que abortan son jóvenes y solteras
Realidad: Diversas investigaciones realizadas en la mayoría de los países de la región han concluido que no existe un perfil de las mujeres que interrumpen un embarazo, pues pertenecen a todos los sectores socioeconómicos, niveles educativos, edades, religiones y situaciones de pareja. En Colombia el 54.5% de las mujeres que han abortado estaban casadas o unidas. En Santiago de Chile, la gran mayoría de las mujeres que abortan tienen entre 20 y 30 años, con uno o más hijos, sólo el 10% corresponde a mujeres entre 10 y 19 años. En Santo Domingo, República Dominicana, se encontró que el 79% de las mujeres que abortan están unidas o casadas, mientras que el 84% tiene hijos.

Por lo expuesto es que nuestra postura es a favor de la libertad de elección de la interrupción voluntaria del embarazo. Y creemos que el debate es mucho más productivo si se corre del eje “a favor/en contra del aborto”, ya que si solo se mueve en esa línea la discusión queda circunscripta a los términos tradicionales. Dado que este tema presta a discusión tanto en ámbitos cotidianos como de decisiones políticas, sostenemos que el debate debemos plantearlo en términos de libertad de elección. Como expone Marta Lamas, “si bien el movimiento feminista ha formulado la demanda de despenalización como parte esencial de la ciudadanía democrática, para que tenga repercusión hay que hacer más explícito el asunto de que se trata de un derecho a la integridad física, vinculándolo a la condición sexuada, pero inscribiéndose dentro del principio más amplio de la autonomía personal”.´




Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino

Bibliografía:

-Abracinskas, L. y López Gómez, A: ANALISIS FEMINISTA DEL DEBATE SOCIAL SOBRE EL ABORTO EN URUGUAY. UN TEMA DE LA AGENDA DEMOCRATICA. Disponible en http://www.hacelosvaler.org/2008/esp/publicaciones/articulo2.pdf 29/05/2013
-Cuestión de Derechos. Revista Electrónica. http://derechoyaborto.files.wordpress.com/2012/05/cuestionderechos.pdf 28/05/2013
-Despenalización del aborto temprano: Posición de la Asociación por los derechos civiles.
-Donda, Victoria: Fundamentos del Proyecto de Ley para la despenalización del aborto. Organización Mumalá (Mujeres de la Matria Latinoamericana.
-Lamas, Marta: “Género, desarrollo y feminismo en América Latina”. 2007. Disponible en http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2872536 .28/05/2013
Lau, Ana: Feminismo y Aborto una historia compartido. UAM-X (2010)
-Petracci, M: Opinión pública sobre interrunpción voluntaria del embarazo y despenalización en Argentina y América Latina” (2007). Disponible en http://xa.yimg.com/kq/groups/23009980/216934312/name/opinion+publica.pdf 28/05/2013

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