lunes, 22 de junio de 2015

Grandes aportes del feminismo: "La mística de la feminidad" por Betty Friedan



“It would be wonderful to say you regretted it. It would be easy. But what does it mean? What does it mean to regret when you have no choice? It's what you can bear. There it is. No one's going to forgive me. It was death. I chose life”. 
Laura Brown (1)

“La Mística de la Feminidad” fue publicada en 1963, luego que de su autora se diera cuenta de que los estándares propuestos para las mujeres contemporáneas tenían gusto a poco y no lograban llenar el “vacío” en que se convertía su existencia. La obra intenta dar una respuesta a un problema identificado, pero sin nombre, que impedía a las mujeres desarrollar con plenitud sus capacidades, que les impedía considerarse seres humanas, ya que sólo podían ser y sentirse amas de casa. (2)

De acuerdo a Nuria Varela, en el imaginario de la época, “si una mujer tenía un problema en las décadas de 1950 y 1960 sabía que algo debía de ir mal en su matrimonio, o que algo le pasaba a ella. ¿Qué clase de mujer era si no se sentía misteriosamente realizada sacando brillo al suelo de la cocina?” (2005, p. 96). Betty Friedan respondió con contundencia a la esencialización femenina como madre y esposa, y propuso una salida a la “ratonera” que representaba al hogar, cuando éste se convertía en una trampa para las mujeres, ideada por la mística de la feminidad.

Nos interesa la producción de esta autora, porque es una de las primeras feministas que cuestiona la feminidad como un ser-para-otrxs, línea más tarde retomada por Carol Gilligan (3) (1985) y que problematiza los estereotipos de género que imponían a las mujeres un rol netamente doméstico en la sociedad.

Betty Friedan entendía que la pregunta más habitual entre las mujeres de los  ́60, cuando reflexionaban sobre su cotidianeidad, era: “¿esto es todo?” (1963, p.29), y se encontraban con una sensación de disgusto y ansiedad, poniendo de resalto cómo las mujeres luchaban contra estas sensaciones, afirmaba: “Se de tantas mujeres que se esfuerzan en no oír esa voz interior de protesta, porque la realidad no se ajusta al lindo cuadro que de la feminidad le pintaron los expertos” (1963, p.41).

La autora cuestiona fuertemente que el único destino de las mujeres sea ser esposa y madre y da el puntapié inicial para politizar el ámbito privado, cuando afirma: “Poco a poco llegué a comprender que el problema que no tenía nombre era compartido por innumerables mujeres de los Estados Unidos” (1963, p.34). Sin decirlo, fue la primera en poner en evidencia que “lo personal es político” y que sí había remedio para la insatisfacción y a veces desesperación que invadía a las mujeres.

Para sustraerse de la mística de la feminidad las mujeres deben instruirse. A partir de la pregunta “¿quién realmente soy?” pueden encontrarse a sí mismas, volver a ser seres humanas, no sólo amas de casa: “La llave que abre la “ratonera” es, sin duda alguna, la instrucción. La mística de la feminidad ha hecho aparecer la instrucción superior de la mujer como algo sospechoso, innecesario, incluso peligroso (...) la instrucción es peligrosa y provoca frustraciones..., pero únicamente cuando las mujeres no la utilizan” (Friedan, 1963, p.395).

La autora propone que las mujeres podamos idear un plan de vida, en donde el matrimonio y lxs hijxs puedan convivir con las aspiraciones de las mujeres cómo seres humanas (4), con la vida universitaria, con la instrucción como espacio para repensarnos; y en donde la profesionalización sea una esfera vital de la vida cotidiana, trascendiendo las puertas de la cocina, en donde nos ubica la mística de la feminidad.

Contesta fuertemente a quienes quieren seguir entendiendo el mundo en su faz dicotómica de lo público y lo privado (y le asignan a las mujeres un protagonismo en el segundo de estos mundos), y sobretodo, problematiza al sentimiento de culpa, entendiéndolo como un instrumento de la mística que les impide a las mujeres hacer aquello que deseen para sentirse vivas.

Betty Friedan inaugura el feminismo liberal, que aunque abogaba por los derechos de las mujeres en tanto personas, estaba centrado en la realidad de la mujer de clase media norteamericana (Alberola Crespo, 2012), y no cuestionaba el sistema económico desigual que influía en la existencia de las mujeres (en plural) y que las posicionaba en lugares muy diferentes unas de otras.
Aunque no reflexiona sobre el patriarcado, retrospectivamente podemos entender a la mística de la feminidad como un instrumento del mismo, utilizado para perpetuar la división entre lo público y lo privado.

Es interesante también como la autora entiende que lo que hacemos nos define,  y cómo es tan difícil sustraerse de una identidad que habitamos por muchos años, como la de ama de casa. Sin embargo, en nuestra opinión, no problematiza en profundidad las obligaciones de la feminidad (ser madre y esposa), ni cuestiona la heterosexualidad obligatoria, sino que propone un plan de vida en donde las obligaciones de las mujeres en tanto tales, sean compatibles con su instrucción.

Sí parece dable destacar algo que ha caracterizado al feminismo, y que es la colectivización de la lucha: “Cada mujer que se esfuerza en derribar las barreras que aún se oponen a la completa igualdad y que están confiadas por la mística de la feminidad, se lo hace más fácil a la siguiente” (Friedan, 1963, p.413).

Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino

Notas
 (1) Película “Las horas” del año 2002, dirigida por Stephen Daldry. Texto del personaje de Julliane Moore en su encuentro con Meryl Streep.
(2) En la presente reseña sólo se analizarán los capítulos titulados: “El problema que no tiene nombre” y “Un nuevo plan de vida para las mujeres”.
(3) “... en respuesta a la petición de describirse a sí mismas, todas las mujeres describen una relación, mostrando su identidad en la conexión de madre futura, esposa actual, hija adoptiva o amante pasada. De manera similar, la norma del juicio moral que imbuye su evaluación del yo es una norma de relación, una ética de alimentación y cría, responsabilidad y cuidado” (Gilligan, 1985, p. 258).
(4) “No tiene por qué escoger entre el matrimonio y el ejercicio de una profesión: ésta fue la equivocada elección que proponía la mística de la feminidad (...) Sólo exige organizar un nuevo plan de vida, que abarque nuestra vida como mujeres (...) El segundo paso y tal vez el más difícil para las víctimas de la educación sexual dirigida, es ver el matrimonio como es realmente de verdad, despojándolo del velo de super-idealización con que lo ha cubierto la mística de la feminidad” (Friedan, 1963, pp. 379-380).



Bibliografía

  • Alberola Crespo, Nieves (2012) "Una identidad polémica la identidad femenina”. En: Rosalía Torrent y Sonia Reverter (coord.) Variaciones de género. Castellón: ACEN.
  • Friedan, Betty (1963). La mística de la feminidad. Barcelona: Sagitario  S.A., 1965. (Traducción de Carlos R. de Dampierre)
  • Gilligan, Carol, (1985). La moral y la teoría. Psicología del desarrollo femenino. México: Fondo de Cultura Económica.
  • Varela, Nuria (2005). Feminismo para principiantes. Barcelona: Ediciones B.

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