jueves, 27 de marzo de 2014

Cuando un rol se confunde con el Ser: Maternidad en cuestión.


Rosa Montero en su libro “La Loca de la Casa” se pregunta “¿Como nos sentimos de verdad las mujeres, en lo mas hondo, frente a la maternidad y la no maternidad? ¿Que mitos, que sueños y que miedos se ocultan ahí, y como podemos expresarlos?” (2005:164).
La respuesta no es fácil, ya que tomar distancia y pensar la maternidad de manera teórica, presenta grandes resistencias: nos interpela a todxs más no sea como hijxs. Sin embargo, creemos que es necesario rever que representaciones sociales conlleva este concepto ya que es un vértice donde se articula el patriarcado. Siempre es interesante volver sobre las representaciones sociales: estas organizan el pensamiento social y dan referencias sobre el comportamiento de la vida cotidiana, incidiendo en la formación del proceso identitario que confirma la representación social. Con respecto a la maternidad, la operación simbólica que la atraviesa hace que la capacidad de procrear de la mujer sea interpretada como LA cualidad femenina; esta representación es incorporada en nuestra subjetividad como certeza y el deseo de maternar se produce como proyecto que da sentido a la vida, confundiendo un rol con el ser.
Pensemos sino en la primera menstruación, proceso biológico que -entre otras cosas- nos habilita para ser madres. Cuando una joven tiene su primera menarca se dice “se hizo señorita o mujer”, ¿es que antes no lo somos? ¿acaso las mujeres menapáusicas no son mujeres? ¿ y las mujeres trans? Ser madres para el imaginario colectivo, nos define como mujeres completas; pese a los años de feminismo, muchas personas siguen pensando que ser mujer y no ser madre es tener algo pendiente.
Esta posición materna dificulta mucho la salida del círculo de la violencia, ya que la mirada patriarcal la articula de manera complementaria con la paternidad. Pareciera que tener un/a hijx gesta automáticamente un padre y una madre con funciones naturales. La función de la madre en tanto cuidadora predilecta se sostiene en el mito del instinto materno, que instala la creencia de que tener la capacidad de procrear (entre otras muchas capacidades claro, aunque el foco patriarcal este puesto acá) imprime en nosotras una tendencia natural a ser madres, cualidad que como dijimos tiñe la feminidad. Desde esta perspectiva no nos sorprende escuchar que muchas mujeres víctimas de violencia refieran que “no quiero ser mala madre y que no vean a su padre” (cuando hablamos de varones que violentan directa o indirectamente tanto a la mujer como a los hijos Ver entrada: Niñxs testigos de violencia= niñxs víctimas/ en situación de violencia ), “me quedé por mis hijxs”, mujeres que soportan la violencia de lxs hijxs (porque lxs chicxs muchísimas veces reproducen la violencia aprendida), todas actitudes que confirman el imaginario de la mujer/madre abnegada/sumisa/comprensiva y que las expone muchas veces a situaciones de alto riesgo.
Pensar la maternidad con perspectiva de género, permite ver que para llegar a esas graves situaciones de violencia hay en la antesala un sin fin de pre-conceptos que establece que la maternidad es protección, solidaridad, abnegación y amor incondicional, en complementariedad (paradójicamente una complementariedad excluyente) con una paternidad caracterizada por la autoridad, la ley, la rigidez, la virilidad y el ser proveedor. Siguiendo esta línea, pensar la maternidad desde la perspectiva de género, también nos habilita a pensar en otras maneras de paternar, más en contacto con las nuevas masculinidades (ver Masculinidad hegemónica y patriarcal ¿qué mecanismos actúan para que la sociedad la sostenga?), en la cual no se asocie la paternidad con la virilidad y la hombría. Y para la mujer que desea ser madre, implica corrernos del lugar de madres silenciadas por un/a hijx-falo que nos completa y es de nuestra propiedad.
Es decir que no preguntarnos por la maternidad invisibiliza por lo menos dos limitaciones: por un lado excluye simbólicamente de la “identidad femenina” a aquellas mujeres que no desean ser madres dificultando la asunción de este no-deseo; y por otro establece un deber ser “buena madre”, que incide en la vida cotidiana. Resaltamos en este punto la limitación laboral. Durante mucho tiempo el único deseo legítimo para la mujer fue la maternidad, por lo que ésta quedaba excluída de muchos circuitos de saber y poder (y si queremos ir un poco más profundo, ni siquiera este único espacio que se nos permitió vivir con libertad ya que los partos -como mencionamos en la entrada  Violencia Obstétrica, Violencia invisible  - son también digitados por el saber médico-hegemónico-patriarcal). Hoy ya en Siglo XXI la mujer ha ingresado masivamente al mundo laboral, lo cual ha empezado a resquebrajar la solidez de la representación mujer/madre. Sin embargo la herencia patriarcal hace que la mayoría de las mujeres se hayan doblegado, y cumplan las funciones domésticas y también las propias del ámbito público.
Desde nuestra postura, no negamos lo maravilloso de dar vida, ni que exista una elección legítima de ser madre. Solo queremos poner en cuestión la maternidad en tanto muchas veces queda articulada a un supuesto deseo, pero que responde en realidad a una de las tantas maneras de dominación masculina, acompañada por la alienación del deseo propio y una gran cuota de culpa. El género en su definición más elemental de relación desigual, se hace evidente aquí cuando pensamos como es adjetivada una mujer que no ha tenido hijxs y como un varón: en nosotras la carga negativa es mucho mayor, nuevamente.


Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino

Bibliografía:

Fernandez, A.M.: "La mujer de una ilusión". Paidós. 1996
Montero, R: "La casa de la Loca". Buenos Aires, Suma de Letras, 2005. 1° Edición.
Villamizar, Y.: ¿Es lo mismo ser mujer que ser madre? . En Ética: Masculinidades y Feminidades. Parte II.: Mujeres, Representaciones y Empoderamiento. UNC 2000.

5 comentarios:

  1. Yo tengo 49 y decidí no tener hijos. No me lo perdonan. Pero no me lo perdonan las mujeres. Te acusan en silencio. No los hombres, sino las mujeres. No debe ser casual que muchas de ellas sean sido madres por mandato, y sus hijos... bien infelices. Pero no se lo podés decir porque enseguida te tratan de enferma. En Argentina, especialmente, es patética la obsesión por la genitalidad de la mujer, la conejita obsesionada con las marcas, el formato de "la colita" y un montón de ridiculeces y prejuicios machistas que en el exterior ya están muertos y enterrrados. Lo de la maternidad es otra. Pero veo que acá mucho debate no se armó...
    cualquier cosa me avisan :D
    saludos
    sandra

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    1. sandra!! tengo 35 años, soy madre pero tengo amigas que no desean tener hijos y se animan a contarme sobre la mirada inquisidora de la sociedad en general. qué rabia me da! coincido con la obsesión argentina por poner a la mujer como objeto sexual. por suerte hay mujeres que rompen estereotipos! espero que poco a poco las mujeres y los varones (ellos tb víctimas del patriarcado.. ) podamos vivir en un mundo igualitario

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    2. Sí, es un garrón viste... sobre todo cuando te encontrás alguna (vos no sos de ese tipo, evidentemente) que te suelta: "Si fueras madre sabrías..." El otro día sin ir más lejos, fui al dentista y `porque me hizo doler el idiota va y me suelta: "¿Decime una cosa! ¿Vos sos madre?" Como me quejé, dio por hecho automáticamente que madre no debo ser. Automáticamente me catapultó al rol de mujer incompleta, y para colmo quejica y por lo tanto inmadura -una niña. bah-, ya que sólo una madre puede ser lo bastante madura como para soportar cualquier tipo de dolor sin quejarse. Gran valor el machito. Por supuesto, me buscaré otro dentista jajaja...

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  2. Con una amiga escribimos un artículos sobre la experiencia de no-maternidad.Narrar la ambivalencia desde el cuerpo: diálogo sobre nuestras propias experiencias en torno a la
    “no-maternidad” http://revistas.ucm.es/index.php/INFE/article/viewFile/43890/41488

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