#NiUnaMenos es el grito que aclama por las muerte de Katherine, Chiara, Diana, Ángeles, Lola, Melina...y todas aquellas mujeres silenciadas a causa violencia machista.
Pese a los avances en materia de legislación y derechos, siguen muriendo mujeres en manos de varones, siguen existiendo abusos sobre nuestros cuerpos, y siguen habiendo una multitud de personas que acusa a la víctima por haber sufrido un delito. En esta entrada nos proponemos exponer nuestra posición al respecto del avance de los femicidios frente los avances femeninos, y dar nuestra total conformidad y apoyo a los pedidos del #NiUnaMenos.
Si le preguntáramos a Foucault ¿Qué es el poder? nos respondería que “el poder se ejerce y solo existe en acto, (…) es una relación de fuerza en sí mismo, (…)es esencialmente represión” (Foucault, 2001:28). El poder se constituye en la lucha de fuerzas y en los efectos que estas producen, y recae sobre la acción de un sujeto. A su vez el poder produce fundamentalmente sujetos y subjetividades, y de allí su capacidad de modelar prácticas, representaciones y generar cuerpos dóciles. ¿NOs sirve esta definición para pensar las recientes e históricas situaciones en las que una niña o una mujer aparece asesinada por el simple hecho de ser mujer? Si el género es relacional, no podemos obviar que es una de las dimensiones constitutivas del poder.
En este marco, la escalada de femicidios puede verse como una operación simbólica de escarmiento, disciplinamiento de los cuerpos, de castigo y dominio para controlar y resistir el avance de las mujeres -como voces plurales más allá de la singularidad de cada caso- en su autonomía; en una cultura que permite que los cuerpos de las mujeres sean desechados como basura.
Nos arriesgamos a extrapolar el mayor riesgo que se suscita frente al intento de separación en la violencia contra la mujer en la pareja, con una estructura de resistencia social y masiva frente a la conquista de derechos de las mujeres y la mayor visibilización de la violencia. En la violencia en la pareja, la relación de dominación se va construyendo progresivamente y el agresor la sostiene de manera sistemática y mantenida para aislar y controlar a su víctima. La intensidad de la violencia suele aumentar frente a la mayor autonomía de la mujer, que además comienza a recobrar algunos de sus vínculos. . En una operatoria de resistencia para no perder el control, el varón violento intensifica sus mecanismos de control.
Tomando esto como micro-esfera y pensándolo a nivel macro, creemos que el cambio social que estamos experimentando las mujeres hace que la ideología machista entre en crisis, nuestro movimiento que choca con el mantenimiento del statu quo de los sectores y varones más agresivos y machistas. Estas fuerzas en pugna, donde aún reina el desequilibrio de poder se cristaliza en violencia extrema que pueden acabar con la muerte.
Creemos que en épocas donde las mujeres nos organizamos, nos juntamos, confiamos en la otra, incluimos varones que luchan codo a codo, nos atrevemos a transgredir las normas de género heteropatriarcales y cobramos visibilidad, los femicidios son muertes evitables que buscan instalar una cultura del miedo como acto de poder, que intenta reforzar los espacios de dominación que el patriarcado empieza a perder.
Consideramos importante destacar que los avances en materia de derechos, de espacios y de rupturas conseguidos por las mujeres, se han logrado siempre que hubo mujeres luchando, organizadas y protagonizando esas conquistas. Nada ha sido producto de una evolución que marcha por sí sola: fueron las mujeres luchadoras y organizadas que nos anteceden, las que hoy nos permiten gozar de derechos que en un pasado cercano nos eran negados.
Es por eso que creemos que tener presente las posibles consecuencias de estos avances nos va a permitir evitar más muertes, sin frenar un movimiento que se presenta como la posibilidad de poner a viva voz una realidad que aclama por ser transformada. Es por eso que adherimos al #NiUnaMenos y celebramos la réplica de estas acciones. Por Katherine, Chiara, Diana, Angeles, Lola, Melina y por todas esas mujeres a las que le costó la vida ser mujeres, decimos #NiUNaMenos y adherimos a los cinco puntos del compromiso que se va a firmar:
- La implementación, con recursos y monitoreo, del Plan Nación de Acción para la Prevención, la Asistencia y la Erradicación de la violencia contra las mujeres, que establece la Ley 26.485.
- El acceso garantizado de las víctimas a la Justicia, algo para lo cual debe haber personal idóneo y capacitado para recibir las denuncias, pero también algún mecanismo judicial que no revictimice a las víctimas, y también que ellas puedan disponer de patrocinio jurídico gratuito durante todo el proceso judicial.
- La elaboración de un Registro Oficial Único de víctimas de violencia contra las mujeres, porque “sólo dimensionar lo que sucede permitirá el diseño de políticas públicas efectivas”.
- Profundización y garantía de la Educación Sexual Integral en todos los niveles educativos, en todo el país, y que se capacite y sensibilice a docentes y directivos al respecto.
- La protección de las víctimas de violencia debe ser garantizada con monitoreo electrónico de los victimarios, “para asegurar que no violen las restricciones de acercamiento que les impone la Justicia”.
Podemos agregar al petitorio:
- La elaboración oficial es estadísticas de prevalencia de las violencias contra las mujeres.
- La legalización del aborto!
Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino
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