lunes, 18 de mayo de 2015

Grandes aportes del feminismo: "El segundo sexo" por Simone de Beauvoir


“Cuando una escritora francesa llamada Simone de Beauvoir publicó un libro titulado “El Segundo Sexo”, un crítico norteamericano opinó que era evidente que aquella mujer “no sabía lo que era la vida”. Además, se trataba de la mujer francesa: el “problema de la mujer” en los Estados Unidos ya no existía”
(Betty Friedan, La mística de la feminidad,  1963, p.33)


I.- Tal como pone de manifiesto Virginia Woolf, los varones habían reflexionado mucho tiempo sobre las mujeres, sin que la reflexión de estas sobre su propia existencia tuviera un espacio considerable en la historia: “(…) la enorme cantidad de libros que había en el British Museum escritos por hombres sobre las mujeres. Sin duda tenía la culpa la campaña de las sufragistas. Debía de haber despertado en los hombres un extraordinario deseo de autoafirmación; debía de haberles empujado a hacer resaltar su propio sexo y sus características, en las que no se habrían molestado en pensar si no les hubieran desafiado” (Woolf, 2008, p.71).
Recogiendo ese guante, Simone de Beauvoir comienza El segundo sexo preguntándose ¿qué es una mujer? y si la feminidad es secretada por los ovarios: “Ya no se sabe a ciencia cierta si aún existen las mujeres, si existirán siempre, si hay que desearlo o no, qué lugar ocupan en el mundo, qué lugar deberían ocupar” (Beauvoir, 2013, p.15). Es así como a lo largo de la obra, comienza preguntándose por el Sujeto, y dará cuenta de la construcción del género como categoría cultural que performa nuestra forma de ser y estar en el mundo. (1)



II.- Simone de Beauvoir es una autora clave para el movimiento feminista. En palabras de Nuria Varela y “para Celia Amorós, buena parte del feminismo de la segunda mitad del siglo XX, o todo, puede ser considerado comentarios o notas a pie de página de El Segundo Sexo” (2005, p.83). En su obra da cuenta de cómo la mujer se construyó social e históricamente como la eterna alteridad: “La Humanidad es macho, y el hombre define a la mujer no en sí misma, sino con relación a él, no la considera como un ser autónomo (…) la mujer es lo inesencial frente a lo esencial. Él es el sujeto, él es lo absoluto; ella es lo Otro” (Beauvoir, 2013, p.18).
La autora resalta que lo femenino es definido históricamente como subordinado a lo masculino, y que esta relación, que se emparenta con la dialéctica del amo y el esclavo hegeliana, tiene una particularidad: “el vínculo que la une a sus opresores no es comparable a ningún otro” (Beauvoir, 2013, p.22) ya que el amor como constructo patriarcal coadyuva a aceptar la sumisión.
En algún sentido, Simone de Beauvoir responsabiliza a las mujeres por el rol ocupado en el devenir histórico: “si la mujer se descubre como lo inesencial que jamás retorna a lo esencial, es porque ella misma no realiza ese retorno (…) las mujeres –salvo en ciertos congresos, que siguen siendo manifestaciones abstractas- no dicen “nosotras” (…) (Las mujeres) no han obtenido más que lo que los hombres han tenido a bien otorgarles; no han tomado nada, simplemente han recibido” (Beauvoir, 2013, p.21). Esta afirmación es polémica, porque implicaría desconocer las luchas que han llevado adelante las mujeres como colectivo a lo largo de la historia, desde Olympe de Gouges, pasando por Mary Wollstonecraft, Elizabeth Stanton y la Declaración de Séneca Falls y el suicidio de Emily Davison, por ejemplo, que de hecho, permitieron que la propia Simone de Beauvoir pudiera escribir y publicar un ensayo, cuestión que en el siglo anterior hubiese sido imposible, sólo por su condición de mujer (2).
A lo largo de su obra, y rescatando autores feministas como Poulain de la Barre, Diderot y John S. Mill, Simone demuestra como la inferioridad femenina es una construcción social interesada: “Para demostrar la inferioridad de la mujer, los antifeministas apelaron entonces no sólo a la religión, la filosofía y la teología, como antes, sino también a la ciencia: biología, psicología experimental, etc” (Beauvoir, 2013, p.25) que tiene por objetivo reforzar un sentimiento de superioridad masculino. En palabras de Virginia Woolf: “Durante todos estos siglos, las mujeres han sido espejos dotados del mágico y delicioso poder de reflejar una silueta del hombre de tamaño doble del natural” (2008, p.28). Es así como Simone pone en evidencia que “el más mediocre de los varones se considera un semidiós ante las mujeres” (Beauvoir, 2013, p. 26).
Una de las contribuciones más importantes a la historia del feminismo es la deconstrucción de la esencialidad femenina, un poco respondiendo a la pregunta sobre la feminidad secretada por los ovarios del principio: “la masculinidad y la feminidad son formas de ser hombre o mujer determinadas por la cultura y la sociedad y por lo tanto no existe una esencia femenina y lo mismo ocurre con la supuesta esencia masculina. No se nace sensible, modesta, sumisa, abnegada, cariñosa. A través de la educación, se llega a serlo” (Alberola Crespo, 2012, p.49).

III.- La lectura de El segundo sexo es de una riqueza inconmensurable, ya que nos permite reflexionar sobre la construcción de la feminidad a lo largo de la historia, y a quiénes les ha servido esa construcción inferiorizada. Sin usar la palabra, da cuenta del androcentrismo a-histórico y a-cultural que recorre las diversas culturas occidentales (y orientales).
De acuerdo a Nuria Varela, "Su conclusión es que no hay nada biológico ni natural que explique esa subordinación de las mujeres, lo que ha ocurrido es que la cultura -desde la Edad del Bronce- dio más valor a quien arriesgaba la vida -que es lo que hacían los hombres en las guerras y conquistas de nuevos territorios que a quienes la daban -que es lo que hacían las mujeres con su poder de concebir" (2005, p.85).
Creemos sinceramente que es un aporte fundamental empezar preguntándose sobre qué es ser mujer para continuar preguntándose “¿En qué habrá afectado a nuestra existencia el hecho de ser mujeres? ¿Qué oportunidades, exactamente, nos han sido dadas y cuáles nos han sido negadas?” (Beauvoir, 2013, p.30). A partir de estos interrogantes, la autora denuncia desigualdad de trato, de estatus y de condiciones sociales entre varones y mujeres que son aplicables a la realidad actual.

Notas:
(1) Esta entrada se hace a partir de la lectura de la Introducción al Segundo Sexo.
(2)  Debemos tener presente que autoras como las hermanas Brontë y G. Eliot se vieron obligadas a utilizar pseudónimos masculinos para publicar sus obras.



 Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino


IV.- Bibliografía
  • Alberola Crespo, Nieves (2012) "Una identidad polémica la identidad femenina”. En: Rosalía Torrent y Sonia Reverter (coord.) Variaciones de género. Castellón: ACEN.
  • Beauvoir, Simone de (2013). El segundo sexo (7º Ed.). Buenos Aires: Debolsillo.
  • Woolf, Virginia, (2008).  Una habitación propia. Barcelona: Editorial Seix Barral, S. A. (Traducción al español por Laura Pujol).
  • Varela, Nuria (2005). Feminismo para principiantes. Barcelona: Ediciones B.

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