En
esta entrada no nos ocuparemos de las mujeres prostituídas. Nuestra posición al respecto es una, y es abolicionista, y no consideramos
que la prostitución sea un trabajo sino una explotación sexual.
Tampoco es nuestra intención cuestionar si es adecuado o no utilizar
la palabra "puta" como reivindicación a fin de neutralizar ese insulto
al tomar otro valor. Lo que nos proponemos es abordar qué
prohibiciones y preceptos circulan cada vez que un varón o una mujer
le dice a modo de broma o de insulto, “puta” a una mujer, es
decir que otras cosas decimos cuando decimos PUTA.
En
la página de “la marcha de las putas”, relatan que estando
reunidas muchísimas mujeres pidieron que levante la mano aquellas a
las que NUNCA le habían dicho “puta”. No hay que ser vidente
(con ser mujer basta) para suponer que no hubo ninguna mano alzada.
La
palabra “puta” en sus diversos significados funciona como
regulador de las conductas y los cuerpos de las mujeres, generando en
paralelo una división entre las “chicas bien” y “las otras,
las putas”. Desde pequeñas nos enseñan cómo comportarnos para
“no ser putas”, e imprime en el cuerpo de la mujer el miedo a ser
adjetivadas como tales, estableciendo una doble moral en la que
sentir placer por el sexo no sólo no está permitido sino que
desvaloriza a la mujer, y sólo es posible vivirlo a escondidas y con
culpa.
Marta
Lamas sostiene que la expresión puta
se
usa no sólo para nombrar a las trabajadoras sexuales; se usa para
calificar a las mujeres que no se ajustan a los lineamientos de
“decentes” (sea porque tienen
relaciones sexuales libres o simplemente porque visten de manera
llamativa) ; pero también ciertos hombres utilizan dicho
apelativo como venganza cuando una mujer resiste sus avances
indeseados. Por eso el calificativo de “puta” les sirve a ciertos
hombres como insulto y socialmente se vuelve un arma para mantener a
raya a las mujeres: el temor de ser calificadas de “putas” las
predispone a aguantar malos tratos o restricciones a sus deseos. Así,
la utilización arbitraria y sexista de “puta” cuando el
comportamiento de las mujeres no es lo que se espera hace que en
cualquier momento las mujeres puedan ser estigmatizadas como putas
(Lamas, 2011)
Nos
parece sumamente interesante lo que plantea Marta Lamas, y nos
permite pensarlo desde el concepto de estigma. Erving
Goffman (1963) lo define como un atributo personal negativo, que
sitúa a una persona como inferior y diferente. De esta manera,
cualquier comportamiento que realice el/la estigmatizadx, será
fuente de vergüenza, humillación y rechazo. El autor hará una
división entre sujetos desacreditables y sujetos desacreditados. Lxs
primerxs buscarán manejar en las interacciones sociales, las
informaciones que transmiten, a fin de ocultar el estigma; mientras
que lxs segundxs, se enfrentarán a la burla y el rechazo, por
presentar el estigma negativo conocido por los demás. Si bien el
concepto de desacreditado/desacreditable es mucho más amplio que
este recorte, podemos pensar que en este caso el “ser puta”, es
un estigma que a unas las excluye y a otras las amenaza; que aquellas
mujeres que se encuentran en una situación de prostitución llevan
el peso de ser estigmatizadas como sujeto desacreditados, y aquellas
que vivan su sexualidad con cierta libertad y muchísima culpa,
llevarán consigo el estigma de ser sujetos desacreditables. ¿Y que
es lo más grave de este estigma? Que a las mujeres nos violentan y
nos matan por putas.
Cuando
trabajamos con mujeres víctimas de violencia de género, es moneda
corriente escuchar que las tratan de putas por ser infieles, por
querer trabajar, por vestirse de determinada manera, por no querer
tener relaciones sexuales, por querer ejercer su libertad. Pero no
sólo las mujeres que están atravesando situaciones de
violencia de género con su pareja son tratadas como putas en tanto estigma. Esa
palabra se usa como castigo a cualquier acto de libertad que una
mujer tenga sobre su cuerpo y con el fin de juzgar la sexualidad de las
mujeres: se dirige a la que se acuesta libremente con quien quiere y
a la que no acepta una relación, a la rebelde, a la que no vincula
como condición sine
qua non
el deseo sexual al amor, ni la sexualidad a la institución de la
pareja (no hace falta más que pensar en que adjetivos se enuncian
para hablar de la sexualidad libre de las mujeres -puta, zorra,
gato, perra- y la de los varones -adjetivado de manera positiva-), a
la que grita si la insultan, a la que no quiere recibir un piropo, a
la que tiene una pollera corta, la que camina sola a las doce de la
noche...y eso además de puta, la convierte en culpable si sufre
algún tipo de abuso, porque se lo merece por puta..
Compartimos
algunos fragmentos de lo que escribe
Déborah
Jael, Organizadora de La Marcha de las Putas Bs As:
Por
qué Soy una Puta: “Usan
esa palabra para intentar insultarme cuando me comporto de forma
libre. Cuando disfruto de mi sexualidad. Cuando elijo con quién si y
con quien no quiero. Cuando me defiendo de quien me ataca. Cuando le
respondo a un hombre que espera que me quede callada. Cuando GRITO
las injusticias que veo a mi alrededor. Cuando no me importa qué
piensen de mi o de mi ropa. Cuando peleo por mis ideas, y por cambiar
el mundo. Por ende, soy una puta. Soy re puta, y con orgullo. Porque
soy una mujer libre, soy una puta. Porque amo a los hombres y a las
mujeres y me interesa disfrutar CON ellos, soy una puta. Porque busco
COMPAÑER@S y no dueñ@s, soy una puta. Por hacer de mi vida lo que
quiero, por eso soy una puta. Por responderle a un tipo en la calle
que me acosa, soy una puta. Por tener una pollera corta en el tren,
me manosearon a los 17, porque iba vestida como Puta (claro, en
verano la ropa cómoda y fresca es sólo para los hombres... o para
las putas). Por haber denunciado a un tipo que me acosó en mi
trabajo, fui una puta (para mi ex jefe, lo era por vestir una bermuda
y un vestido que me tapaba incluso la cola... nuevamente, el verano
es sólo para los hombres). Por vestirme sexy cuando quiero, soy una
puta. Por tener actitud sexy, soy re puta. Por sentirme sexy, soy
incluso más puta. Por gozar, soy una puta. Por tener sexo con varios
hombres sin haberme casado ni ser la novia de ninguno, soy una puta.
Por ser mujer, soy una puta (porque toda mujer es una puta escondida,
y por eso a TODAS nos lo han dicho al menos una vez en la vida). Por
haber sido una niña, fui abusada (andá a saber qué tenía de puta
en ese momento que pudo 'provocar'). Luego, por ser una puta, fui
forzada sexualmente. Y por sentirme una puta, me lo callé.
Pero
eso se acabó.
Pasó
mucho tiempo hasta que descubrí que el problema no era yo. Que no
era la que estaba 'sucia' ni la que tenía que dejarme hacer. Y
ahora, ya no duele la palabra puta, marcada a fuego en el alma. Me di
cuenta de que lo que intentan insultar es MI LIBERTAD. (...) Nada más
temeroso que una mujer que se sabe MUJER y no sumisa, como nos
quieren hacer creer. (...)Las mujeres tenemos que aprender a ser
mujeres libres, y los hombres, a ser hombres libres.”
Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino
Bibliografía:
- Jael, Deborah. https://www.facebook.com/notes/no-quiero-tu-piropo-quiero-tu-respeto/por-qu%C3%A9-puta-como-insulto/481418668554989
- Lamas, Marta (2011) La Marcha de las Putas. Disponible en http://www.proceso.com.mx/?p=272467 (recuperado 2/12/14)
- Lamas, Marta (2011) Las mujeres temen ser llamadas “putas”: Marta Lamas. Disponible en http://www.notiese.org/notiese.php?ctn_id=5246 (Recuperado 2/12/14)
- Yacovino, Maria Laura: Los Roles de Género en la Transexualidad, ¿Ser y parecer?. TFM, Universidad de Salamanca.