Amordazar

Autor: Gabriel Sanz

Bienvenidos a De(s)generando el género.

DE(s)GENERANDO EL GÉNERO nace de la necesidad de aunar esfuerzos para lograr la Igualdad de género. El nombre no es casual, sino que se enraíza en el fin que perseguimos: degenerar los conceptos que inundan las consideraciones de género para llegar a deshacerlo, desgenerarlo, y despojarlo de todos estereotipos y mandatos que marcan “el deber ser”en función del sexo con el que nacimos. Nos definimos como feministas, porque creemos que la única forma de vivir en un mundo más justo se relaciona con la igualdad real de oportunidades entre mujeres y hombres. Creemos que la educación e información, son la herramienta que nos permitirá vivir en la diversidad, la pluralidad y tolerancia humana. Tenemos la convicción de que esto es posible, y por eso armamos este BLOG , el cual dividimos en secciones que nos parecen de interés para quien quiera acercarse a la temática y estar actualizad@. Las sección “Reseñas”, haremos un breve análisis de distintos títulos de libros y películas que abordan la temática . En las “noticias destacadas”, exponemos los sucesos más relevantes e inauditos, con un pequeño análisis de las mismas. En la agenda, publicamos los eventos relacionados con la temática. En los links de interés, aquellos enlaces que creemos interesantes. Y en la página principal habrá una producción nuestra sobre diversos temas. Todas estas secciones, las vamos a actualizar semana a semana, ya que creemos que la Igualdad y la concientización, es un camino de todos los días.

domingo, 31 de agosto de 2014

Violencia contra las mujeres y el rol del/la acompañante

El artículo 10 de la ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar las violencias contra las mujeres, dispone: 

"El Estado nacional deberá promover y fortalecer interinstitucionalmente a las distintas jurisdicciones para la creación e implementación de servicios integrales de asistencia a las mujeres que padecen violencia y a las personas que la ejercen, debiendo garantizar (...) Programas de acompañantes comunitarios para el sostenimiento de la estrategia de autovalimiento de la mujer."

La ley es clara y parece rescatar algo que las investigaciones del campo de la violencia contras las mujeres vienen señalando hace tiempo: que la mejor forma de garantizar que una mujer que denuncia un acto de violencia, sostenga esa denuncia, es el trabajo en red, es el abordaje interinstitucional, es la presencia de un/una alguien que acompañe en el largo proceso de empoderamiento que se necesita para sostener un proceso judicial.

Ya hemos abordado en post anteriores la compleja trama de la violencia institucional que dificulta el acceso a la Justicia para mujeres en situación de violencia. Las organizaciones sociales relevaron también que la existencia de un/una acompañante en lo que se denomina la "ruta crítica" hace que la misma sea menos crítica y que la mujer pueda sostener más fácilmente el largo recorrido institucional que debe afrontar para que se le reconozca su derecho a una vida libre de violencia.



En los hechos, existen muchísimos acompañantes como los que prevee la ley: son lxs amigxs, lxs hermanxs, lxs parientes, lxs hijxs, lxs compañerxs de la organización que no dejan sola a la mujer en este difícil recorrido. Lo que se intenta a partir de la legislación es que esxs acompañantes tengan las herramientas para efectivamente hacer más fácil el trayecto, que sepan cuáles derechos y garantías asisten a las mujeres, cómo es la forma de abordaje de las distintas instituciones, etcétera.

La ley nacional, también dice en su artículo 25: "En toda instancia del proceso (judicial) se admitirá la presencia de un/a acompañante como ayuda protectora ad honórem, siempre que la mujer que padece violencia lo solicite y con el único objeto de preservar la salud física y psicológica de la misma". Este artículo de corte procedimental es también aplicable en la provincia de Buenos Aires a partir de la reforma de la ley 12.569 (por la ley 14.509). 

Ello significa que nadie puede privar del derecho que tiene una mujer a ser acompañada por alguien de su confianza, en todo momento del proceso, y ante las diferentes instituciones: poder judicial, centros de salud, dependencias del poder ejecutivo, etcétera. ¿Y esto por qué? Porque la mujer que intenta salir de la espiral de violencia tiene un sistema patricarcal en contra, en donde es necesario reforzar su derecho a tener derechos, y también neutralizar las voces poco amigables que le pregunten si está segura de denunciar, que le dicen que en realidad es su culpa, o que seguro que ella le hizo algo.

Todxs en algun momento podemos vernos en la situación de tener que acompañar a una mujer que está atravesando una situación de violencia, entonces, vamos a retomar lo aconsejado por el "Protocolo para Organizaciones Sociales. Violencia contra las mujeres en relaciones de pareja" (POP) confeccionado por Aquelarre  (el que recomendamos):
  • Hay que lograr un ambiente distendido y de confianza, generar el espacio en donde la mujer pueda contar lo que le pasa y lo que siente, y ESCUCHARLA. Lo recomendable es que a la mujer no la aborden de a muchas personas, precisamente para generar el ambiente de intimidad necesario.
  • No juzgar, y entender las contradicciones que la propia mujer puede sentir.
  • Salvo en casos de riesgo vital, a la mujer no debe ser "rescatada", ella tiene que tomar la decisión de denunciar, porque si ella decide, es más fácil que pueda sostener la decisión a lo largo del proceso judicial. Y porque ella es una persona autónoma que no debe ser subestimada.
  • Para hacer la denuncia, no hace falta que la acompañe un/a abogadx.
  • Las denuncias por violencia pueden hacerse en cualquier comisaría, pero es resomendable que si existe en la zona una Comisaría de la Mujer, acudir a esta última, porque se presupone que cuentan con personal sensibilizado. De todas maneras todas las comisarías tienen la OBLIGACIÓN de tomar la denuncia, que también puede hacerse en los Juzgados competentes.
  • Esta prohibido por ley cualquier tipo de audiencia de mediación o conciliación, por lo que si se cita al agresor y a la mujer en el misma hora y en el mismo lugar, puede hacerse un descargo, o incluso una denuncia por violencia institucional.
Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino



martes, 12 de agosto de 2014

Ni locos, ni provocadoras: la violación al desnudo

La semana pasada, una chica de 19 años denunció haber sufrido un abuso sexual por parte de cuatro hombres en el boliche Le Clikc. El caso desató una ola de comentarios machistas, culpabilización de la víctima, gordofobia y racismo”: Así comienza el artículo de opinión, publicado en marcha.org.ar (el cual recomendamos), donde se analizan las representaciones sociales que circularon a partir de un hecho concreto de violación ocurrido recientemente. Quisiéramos sumarnos a este análisis, utilizando esta situación como disparadora para pensar que es lo que se pone en juego cuando una mujer sufre una violación sexual.
Como primer punto, no podemos dejar de remarcar que cuando hablamos de violencia sexual y violación, no solo nos referimos a la que ocurre en la vía pública, o en un boliche perpetuada por desconocidos. La violencia sexual ocurre en un gran porcentaje en las parejas, en las familias y en todas aquellas ocasiones en las cuales una mujer se siente obligada a tener relaciones sexuales de algún tipo sea esto por la fuerza explícita, intimidación, manipulación, indefensión o miedo. No olvidemos que la Violencia sexual, es una de las formas que adopta la violencia de género o violencia contra la mujer y que se define como “Cualquier acción que implique la vulneración en todas sus formas, con o sin acceso genital, del derecho de la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva a través de amenazas, coerción, uso de la fuerza o intimidación, incluyendo la violación dentro del matrimonio o de otras relaciones vinculares o de parentesco, exista o no convivencia, así como la prostitución forzada, explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual y trata de mujeres.”
La violencia sexual dentro de la pareja, suele ser difícil de registrar ya que se sostiene en la creencia de la “obligación marital” de satisfacción del otro. La violencia sexual perpetrada por desconocidos se justifica en la creencia de buscar culpables singulares: o las mujeres por “provocar”, o ciertos varones que tienen alguna desviación. Todas estas argumentaciones imposibilitan ver el telón de fondo -el para qué- de estas prácticas de poder.
¿Que le pasa a estos varones para ejercer este acto casi vampírico contra la mujer? Coincidimos con las posturas que plantean que el violador, lejos de ser un ser solitario, loco, y con un desvío psicopataológico, es el más moral de todxs los seres. La mujer violada es para él, amoral, y por tanto se merece ser violada. La violación tiende a ser un acto punitivo y disciplinador hacia la mujer: el ataque no es propiamente del orden sexual, aunque sea ésta el arma que utilice para perpetrar la agresión. Rita Segato en este sentido refiere que la violación “expresa el precepto social de que ese hombre debe ser capaz de demostrar su virilidad, en cuanto compuesto indiscernible de masculinidad y subjetividad, mediante la extracción de la dádiva de lo femenino (…) En otras palabras, el sujeto no viola porque tiene poder o para demostrar que lo tiene. Sino porque debe obtenerlo” (2010: 40). .
Una de las sentencias más efectivas del patriarcado ha sido convencernos que no podemos hacer nada más que “cuidarnos”: de la ropa que usamos, de como la usamos, de los lugares por los que caminamos, de con quien caminamos, a quien miramos, de no andar solas, de con quien tomamos algo, de con quien charlamos, de las horas en las que andamos por la calle, de los barrios, de con quien nos acostamos, a quien le damos nuestro numero, quienes son nuestros amigos, de decir que nos espera alguien en casa si vamos en un taxi, de mostrarnos o insinuar que estamos acompañadas de un varón, de estar siempre alertas, de camiar cerca de la calle, de siempre ver quien camina detrás nuestro, de llevar gas pimienta, de usar pelo suelto porque el pelo atado es más fácil de tomar, de usar calzado cómodo para poder salir corriendo... Y si no hacemos estas cosas, la culpa de ser atacadas sexualmente es nuestra.
El caso de Camila da cuenta de como se cambia el foco de lo sucedido: la violación de una chica de 19 años por 4 varones queda desdibujada entre las características físicas del violador, la contextura física de Camila y principalmente, las características de estas fiestas Alternativas. Como un castigo divino, haber ido a una fiesta es razón suficiente para que un varón viole a una mujer.
De esta manera, todas las Camilas pasan a ser responsables de un hecho que las vulnera: son juzgadas, culpabilizadas, avergonzadas y cuestionadas. Nosotras nos preguntamos, que pasaría si fuese al revés, si un grupo de mujeres abusaría de un varón... seguramente nadie pensaría que ese varón se “la buscó” por ir a determinada fiesta, o que tiene responsabilidad porque usó una camisa ajustada, o no nos asombraríamos porque no cumple con los estereotipos de belleza. 
Es necesario cambiar la óptica desde la cual suelen mirarse estas situaciones. Dejar de pensar que una mujer es violentada sexualmente porque es linda, provocativa y porque los varones tienen un deseo sexual irrefrenable. Es necesario empezar a ver que la agresión ES sexual, pero la motivación NO ES la sexualidad -que es mucho mas amplia y a la que es posible acceder sin mediar la violencia-, sino la satisfacción en el orden del poder y la dominación. Al pensarlo como cuestiones aisladas y con causas que pueden circunscribirse a una ropa, a un espacio, a una psicopatología, se evita llamar a las cosas por su nombre y se minimiza la causa subyacente que es la desigualdad de poder entre varones y mujeres en esta cultura patriarcal. En la medida que todxs como sociedad no podamos pensarlo desde esta óptica y sigamos siendo las mujeres las que tengamos que aprender a cuidarnos, vos, yo, tu hermana, tu hija, tu prima, tu amiga, tu vecina y cualquier mujer, es una potencial víctima de violación ya que el factor de riesgo es ser mujer.


Compartimos con ustedes una reflexión (que no es de nuestra autoría) y una gráfica donde es posible repensar de manera gráfica la manera naturalizada que pensamos las violaciones:



Que sería exactamente evitar ser violada?
No salir de noche? No andar en bondi? No andar en taxi? Cuál de los dos será más peligroso? Esperar sola en la parada o subirte a un auto conducido por un chabón? No estar sola? No salir de casa sin la compañía de un hombre? De eso se trata?
No tomar alcohol? No ir a fiestas? No usar vestidos? No mostrar tus piernas? No usar escote? No mostrar nada? Ir a la pile ni ahí, cierto?
No confiar nunca en tus amigos? No tener amigos? Y tu pareja?
No quedarte a solas con tu pareja? Nunca? Y si te casaste tampoco? Que raro...
Cuidarte es desconfiar, con 5 años, de la persona que te cuida todos los días cuando tus padres no están? Ese abuelo, tío, niñera, vecina que a tus padres les parece tan confiable?
Cuidarte es acaso cuidar tu belleza social, para que por lo menos el violador no se burle de lo fea que sos? Cuidarte es no decir nada después, para que nadie te haga preguntas sobre lo que llevabas puesto? Cuidarte es no ir a denunciar, para que tu familia no sienta vergüenza de lo puta que fuiste confiando en tu novio? Cuidarte es tener más fuerza que el agresor, para que después tus amigos no digan que sos puto y te dejaste? Cuidarse es acceder por las buenas antes de que te fuercen? Cuidarte es encerrarte en un frasco y no interactuar con nadie, nunca, porque todos a tu alrededor son potenciales violadores o que carajo es cuidarte?
Cuidarte no existe! Cuidarte es lo que te van a exigir algunos, para seguir negando que el único culpable de una violación es el violador.




Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino

BIBLIO:
Segato, Rita. Las estructuras elementales de la violencia
Vargas, Roxana. Violencia estructural de genero, una categoria necesaria de análisis para los Derechos HUmanos de la Mujer.
http://www.jus.gob.ar/areas-tematicas/violencia-de-genero/tipos-y-modalidades-de-violencia.aspx
http://www.larevuelta.com.ar/articulos/VM_2010_04_07.html
http://www.comunicarigualdad.com.ar/rita-segato-el-estado-no-totaliza-la-realidad/
http://www.lavanguardia.com/internacional/20140401/54405344601/no-merezco-ser-violada-mujeres-brasilenas-basta.html

jueves, 24 de julio de 2014

Sororidad y falsas antinomias dentro del feminismo


La frase “divide y reinarás” nos resuena en la cabeza, sobre todo por su aplicabilidad. Cuando se recorre la historia del feminismo, se pueden ver las disputas al interior del movimiento. Al feminismo se lo ha acusado de ser blanco, de clase media, heterosexual, convirtiéndose en hegemónico, y quienes denuncian tienen razón. El movimiento feminista debe reconocer las particularidades de todas las mujeres a las que representa: no es lo mismo ser blanca de clase media y heterosexual, que negra, lesbiana y pobre. Tampoco es lo mismo ser una mujer urbana que ser indígena y vivir en el campo. Y no es lo mismo ser joven que vieja, ni es indiferente tener o no alguna discapacidad, mucho menos ser una mujer trans. Si no estamos todas incluidas en el movimiento se producen escisiones, la búsqueda de espacios propios que enriquecen al movimiento, pero en algún aspecto creemos que debilitan la lucha, y esto es porque creemos que podemos construir un movimiento que nos incluya a todas.
Esto no es una acusación a las mujeres que necesitan que se reconozcan sus particularidades y, en función de ellas, sus demandas, sino todo lo contrario: abogamos por un feminismo inclusivo, que reconozca las diferencias al interior, pero que articule al exterior para que no estén las mujeres indígenas reclamando solas, las lesbianas reclamando solas, las transgénero reclamando solas, sino todas juntas. El creer que esto que planteamos es una utopía es olvidar que, el propio feminismo ha conceptualizado al “enemigo principal” y este no es otro que el patriarcado instaurado por el sistema sexo-género.
El patriarcado nos oprime a todas, aunque no a todas por igual. El movimiento feminista debe tener siempre presente las marcas de subalternidad que nos cruzan a cada una de nosotras y solidarizarse con la situación particular que atravesamos, para así tener presente que todos los medios son válidos para luchar contra la opresión, presión que es distinta si se conjuga el "ser mujer" con categorías como la clase, etnia, nacionalidad, marginalidad, pobreza, etcétera.
Otro tema se relaciona con los modos que tenemos de demandar y construir. Si decidimos hacerlo a través del trabajo en las instituciones, esta bien. Si decidimos hacerlo a través de marchas callejeras y escraches, también está bien. Esto no se trata de ser las institucionalizadas, las autónomas o “ni las unas ni las otras”, se trata de darse cuenta que todos los medios son complementarios, no tienen por qué excluirse entre si. Si luchamos por lo mismo: los derechos humanos de todas las mujeres. También planteamos lo mismo acerca de la lucha feminista desde la academia o desde las calles: no tiene por qué presentarse como antinomias sino como diferentes formas de abordar una problemática que se enriquecen mutuamente, y que se necesitan mutuamente: la praxis y la reflexión pragmática.
No hay que olvidar que lo más hermoso del feminismo es rebelar que aquello que nos enseñaron cuando nos empujan a desconfiar de las mujeres, no es más que una estrategia del patriarcado para separarnos, y que sólo la sororidad que podemos construir entre nosotras nos va a permitir dar muchos pasos hacia adelante y ninguno hacia atrás. La sororidad es el "pacto político de género entre mujeres que se reconocen como interlocutoras. No hay jerarquía, sino un reconocimiento de la autoridad de cada una. Está basado en el principio de la equivalencia humana" (1).
Se propone entonces, siguiendo a Marcela Lagarde, una identificación estratégica con el ser mujer pero incorporando las demás categorías que nos constituyen como personas. Esto no debe servir para diferenciarnos y separarnos como mujeres, sino para entender que no hay UNA mujer, y que no resulta lo mismo ser blanca, de clase media y heterosexual que indígena, desocupada e inmigrante. La complejización de la categoría mujeres nos debe servir para plantear políticas más eficaces que prevengan, sancionen y erradiquen las violencias contra las mujeres y garanticen el efectivo goce de los derechos humanos de las mismas.
Abogamos por la constitución de una ciudadana activa, que marche en las calles, que produzca investigaciones, que redacte y promulgue leyes. Creemos que todas las acciones son complementarias y no excluyentes, y todas necesarias para lograr la equivalencia humana. Hasta que la igualdad no sea un hecho, es perentorio utilizar todos los carriles disponibles para lograrlo, y no creer que los medios que utilizamos tienen que enfrentarnos, ya que todas buscamos una sociedad justa en donde el ser mujer no constituya un factor de riesgo.
Les dejamos un video de una conferencia de Marcela Lagarde que resulta muy inspiradora al respecto, extraída de e-mujeres.net (cleckeen sobre la imagen de Marcela)


 http://e-mujeres.net/ateneo/marcela-lagarde/videos/conferencia-nicaragua



Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino

(1) Extraído de "La política feminista de la sororidad" de Marcela Lagarde, disponible en  http://www.mujeresenred.net/spip.php?article1771

lunes, 7 de julio de 2014

La forma de explotación hacia la mujer más antigüa del mundo...


El pacto original en tanto un contrato social como sexual:
es sexual en el sentido patriarcal -el contrato establece
que los varones tiene  derecho sobre las mujeres-
y también es sexual en el sentido de establecer
el acceso de los hombres al cuerpo de las mujeres.
El contrato  original crea lo que se podría
llamar siguiendo a a Adrienne Rich,
la ley del derecho de los varones al sexo” (Pateman, Carol, 1998, p2)


En esta entrada, expondremos ideas que compartimos sobre una temática siempre álgida: la prostitución. Tal vez este haya sido el tema que más haya dividido las aguas en el feminismo principalmente en relación a la existencia o no de consentimiento y libertad de elección de una mujer que se encuentra en situación de prostitución. Frente a esto y para intentar aportar alguna diferencia, tomamos la recomendación de Beatriz Gimeno de trascender los motivos personales y singulares de esas mujeres, para centrarnos en la institución prostitucional y el papel que juega hoy en el patriarcado y a los que intereses sirve.
Creemos que la prostitución pone en juego las estructuras de poder, de género y sexual. La existencia misma del sexismo es lo que permite que los hombres se aseguren sin ningún reparo ético, el acceso al cuerpo de las mujeres. La prostitución instituida, no hace más que perpetuar y reforzar los roles de género desiguales. ¿Porque sino,  es una “opción económica” principalmente para mujeres?

El cliente
La prostitución está diseñada por y para varones; por lo tanto las relaciones prostituyentes que establece se asientan sobre las relaciones de dominación que la cultura y la costumbre legitima. El consumo de prostitución no remite a situaciones de anormalidad, sino que es una práctica institucionalizada. ¿No es acaso “ir de putas” uno de los rituales de iniciación sexual más difundido entre varones?.
Como ya sabemos, lo discursivo es la base sobre la cual se sostienen las prácticas sociales. El discurso patriarcal es el que regula esta práctica, presentándola como un intercambio en el cual el varón es un receptor pasivo de una oferta que está allí, antes, desde siempre, ocultándose de esta manera el rol protagónico que tiene la demanda. Esta visión es totalmente coherente con una sociedad patriarcal que concibe al varón como sujeto del poder y del placer, y a las mujeres como objetos al servicio del placer, las miradas, la palabra masculina. Como plantea Chejter “La violencia de la explotación sexual está enmascarada en una relación contractual entre sujetos supuestamente iguales “ (p.11). Este “supuestamente” iguales, nos ayuda a pensar porque estos varones no se hacen ningún planteamiento de este tipo cuando están con una mujer a la cual consideran -como mínimo en ese momento- de su pertenencia y dominio. Ese "supuestamente iguales", crea una ficción que borra cualquier planteamiento ético ya que relativiza la situación, al adjudicar a las mujeres la libertad de convertirse en objetos. Reconocer que se está pagando por una persona genera malestar, culpa ambigüedad, incomodidad...
Para pensar este intrincado tema de la oferta y la demanda, compartimos las palabras de Chejter ya que aportan mucha claridad: “Sin demanda no existiría oferta de cuerpo para usos sexuales, y tampoco esa demanda tendría posibilidades de subsistir sin una tácita aceptación del derecho de los varones a convertir a semejantes en no sujetos, es decir, en meros objetos de goce sexual, por más que la socialización de este intercambio se legitima a menudo como un  intercambio de placer por dinero. Pensarlo como  un “intercambio entre iguales” constituye notoriamente una ficción que naturaliza y reproduce las prácticas” (p11).

El sexo y lo político
Focault nos permitió pensar a la  sexualidad como construcción discursiva entre la economía del poder y los placeres del cuerpo. El sexo no está ajeno al sistema político de turno ya que éste tiene también su política sexual. Coincidimos con Beatriz Gimeno que plantea que pensar la prostitución solamente desde un punto de vista individual, es consecuente con el sistema neoliberal en el que estamos inmersos, En contra de lo que pretenden hacernos creer, la prostitución de hoy día no tiene mucho que ver con el sexo sino que utiliza un producto que se vende muy bien, el sexo, para sostener y reforzar una institución que tiene que ver con muchas cosas: con las migraciones globales, con el capitalismo, con el patriarcado en su fase neoliberal, con la pobreza, con la feminización de la misma, con una determinada construcción de la sexualidad, con una determinada construcción de las subjetividades, con la construcción de las categorías de género, con el feminismo…la prostitución es todo eso y más”.
Frente a las conquistas del feminismo que arroja luz sobre las desigualdades de género y la masculinidad tradicional, y la recuerpación de espacios de poder que eran patrimonio exclusivo de los varones, la prostitución se convierte en el espacio seguro en el que el machismo logra desplegar su performance de relaciones de género jerarquizadas: los varones clientes/prostituyentes no compran solo un cuerpo, sino también una fantasía de dominio.

Palabras finales..
Para terminar queríamos compartir la sinopsis que aparece en la contratapa del libro “Lugar común, la prostitución” de Silvia Chejter (el cual recomendamos), ya que nos parece que invita a la reflexión:
“Prostituir es un verbo que habitualente se conjuga con un sujeto trastocado. Cuando se dice una mujer se prostituye, ¿que se está diciendo?. ¿Se dirá acaso que el esclavo, se esclaviza o que el obrero se explota a sí mismo?. Cuando un varón paga por sexo, prostituye. El sujeto es el prostituyente llamado -en el lenguaje mercantil travestido que se utiliza- cliente, usuario consumidor. Las personas que son objeto de la accion prostituyente son personas prostituidas. No es posible que alguien se prostituya a sí misma. El trastocamiento del lenguaje se manifiesta tambien cuando un proxeneta se convierte en empresario de la noche, una mujer o persona prostituida en trabajadora del sexo o prestadora de servicios sexuales y el mundo prostibulario en merado del sexo”.
Estamos convencidas que la prostitución sexual no es -como se dice comunmente- el trabajo más antiguo del mundo, en todo caso es la forma de explotación hacia la mujer más antigüa del mundo.
Bibliografía:

miércoles, 25 de junio de 2014

La construcción de la masculinidad y su vinculación con la violencia. Ajustándose a los mandatos

Según la definición de Connell, la masculinidad se define brevemente como: “…la posición en las relaciones de género, las prácticas por las cuales los hombres y mujeres se comprometen con esa posición de género, y los efectos de estas prácticas en la experiencia corporal, en la personalidad y en la cultura” (1997:6). Cuando analizamos la influencia de la socialización diferenciada, y la cuota de responsabilidad de ésta en la violencia contra las mujeres, podemos observar claramente cómo el patriarcado ha repartido arbitrariamente derechos entre los varones y obligaciones entre las mujeres. 

La construcción del sujeto masculino y de las masculinidades fue largamente estudiado por Connell (1997, 2006) quien da cuenta de cuáles son los roles y estereotipos asignados a los varones, qué se espera de ellos, y cómo se legitima un modelo hegemónico del ser masculino que no admite la diversidad. Connell reflexiona sobre esta construcción, que como todas ellas, siempre están atravesadas por otras categorías: clase social, etnia, la edad, la orientación sexual, etcétera, que producen, obviamente, masculinidades plurales y diversas:

… no hay sólo un modelo de masculinidad que funciona para todos los momentos y los lugares; existen diferentes culturas (algunas son bastante más pacíficas que otras) y los modelos de masculinidad cambian con el tiempo. En una misma sociedad, incluso en una comunidad o institución específica, existirán diferentes modelos de masculinidad, distintas formas reconocibles de "ser un hombre" (Connell, 2006:185).

imagen perteneciente a la página web: http://www.codajic.org/node/665

Estas masculinidades están ordenadas también jerárquica y excluyentemente  (Connell, 2006:186). La idea de esta entrada es explorar cómo se construye esa masculinidad hegemónica y qué otras masculinidades intenta forcluir, ya que la masculinidad no puede ser entendida como una posición fija, sino que está atravesada por categorías como la raza, etnia, clase social, la edad, la orientación sexual, etcétera  (Careaga, Sierra, 2006; Menjívar Ochoa, 2001). Esta entrada va en la línea de las entradas Masculinidad hegemónica y patriarcal y A propósito del día del padre... Al respecto Connell define la masculinidad hegemónica como “la configuración de práctica genérica que encarna la respuesta corrientemente aceptada al problema de la legitimidad del patriarcado, la que garantiza (o se toma para garantizar) la posición dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres” (1997:12)

Los estudios sobre masculinidades ponen de resalto que ser varón, en primera instancia, es no ser mujer y alejarse lo más posible de lo femenino (Connell, 1997; Batres Méndez, 2009) y ser varón es ser heterosexual (Marzalli, 2006). Con ello podemos ver como la primer definición del ser varón es por la negativa, es precisamente no-ser. Esto conlleva que el varón siempre deba estar demostrando que efectivamente es varón, ya que esta categoría opera como una presunción iuris tantum que puede ser desvirtuada en cualquier momento y que por ello exige que sea reafirmada a cada instante (Odriozola Ezeiza, 2009).

En la realidad no todos los varones ejemplifican el modelo hegemónico, podríamos decir que sólo una minoría lo hace. La jerarquía relacionada con esta versión de la masculinidad es una fuente importante de conflictos y violencia entre los varones: cualquier cuestionamiento a la masculinidad de alguien ocasiona, con frecuencia, peleas y lesiones. El dominio sobre los varones homosexuales o considerados "afeminados" suele ejercerse con violencia, golpes, e incluso mediante asesinatos. La dominación puede también ser simbólica: las demandas de los varones jóvenes que se refugian en la violencia a menudo incluyen este tipo de acusaciones. La violencia racista muchas veces se mezcla con la exigencia de una virilidad superior y con la percepción de amenazas a la dignidad masculina surgidos de los problemas económicos, del desempleo y de una mayor complejidad social (Connell, 2006:186).

En el párrafo anterior podemos ver cómo se legitima la violencia como respuesta a cualquier intento de cuestionamiento de la masculinidad, y cómo el ser masculino implica de alguna manera el ser violento, desde los mandatos de la masculinidad hegemónica. En palabras de Odriola Ezeiza: “Nos han educado a sentir y pensar que nuestra hombría está en juego por esto mismo. Si cumplimos estos papeles se nos considera hombres de verdad; sino, el fantasma de la sospecha se cierne sobre nuestras mentes” (2009:5).

Además de la agresión como respuesta legitimada ante cualquier intento de menoscabar la masculinidad, hay otro sinfín de estereotipos de constituyen al sujeto varón: 

Los demás roles adjudicados a los hombres – tener que ser rígido, serio, vigoroso, valiente, mental, agudo, duro, fuerte, poco o nada sensiblero, sabelotodo,  autoritario, eficiente, el primero, el mejor, activo, decisivo, severo, independiente, siempre dispuesto, apuesto, conquistador, sexualmente activo, competitivo, público, protector, proveedor, productor...- vienen a sujetar el entramado del rol principal de oprimir a las mujeres (Odriozola Ezeiza, 2009:5).

Como la violencia es una forma legítima de respuesta ante actitudes que menoscaban la “dignidad del varón” (González Pagés, 2010) y como todo ser dotado de un aura de superioridad construida socialmente, no se cuestionó hasta hace muy poco tiempo el uso de esta violencia (Batres Méndez, 2009), mucho menos en relación con sujetxs consideradxs inferiores que vienen a poner en cuestión esta masculinidad. Aquí es cuando el ser mujer se constituye como una situación de riesgo, ya que cada vez que una mujer no se ajusta al estereotipo preparado de antemano para ella, de alguna manera cuestiona la superioridad masculina (ya que el estereotipo de la mujer es ser sumisa y sometida por el varón)  y este cuestionamiento se subsana con el empleo de la violencia.
A modo de conclusión y de acuerdo al autor González Pagés: 

Ejercer la violencia es una condición que se les impone a los hombres. Un elemento básico del proceso de construcción de la masculinidad y de las características que los han de definir como hombres en sí, varones hegemónicos. La palabra masculinidad ha sido elaborada históricamente bajo esos cánones y preceptos, por lo que solo nombrarla ya denota superioridad, fuerza y violencia. (González Pagés, 2010:47)

Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino

Bibliografía

  • Batres Méndez, Gioconda (1999) El lado oculto de la masculinidad/ San José, Costa Rica: ILANUD. Programa Regional de Capacitación contra la Violencia Doméstica.
  • Careaga, Gloria y Sierra, Salvador Cruz, (2006) “introducción” en Careaga, Gloria y Sierra, Salvador Cruz, (comps.) Debates sobre masculinidades, poder, desarrollo, políticas públicas y ciudadanía, Universidad Nacional Autónoma de México, Mexico, D.F. 
  • Connell, R. W. (1997) La organización social de la masculinidad en  Valdés Teresa y Olavarría, José (Eds.) Masculinidad/es. Poder y crisis, Nro. 24. (versión utilizada disponible en http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/Connel.pdf  recuperada el 02/10/2013)
  • Connell, R.W. (2006) “Desarrollo, globalización y masculinidades” en Careaga, Gloria y Sierra, Salvador Cruz, (comps.) Debates sobre masculinidades, poder, desarrollo, políticas públicas y ciudadanía, Universidad Nacional Autónoma de México, Mexico, D.F. 
  • González Pagés, Julio César ( 2010) Macho, Varón, Masculino. Estudio de las masculinidades en Cuba. Editorial de la Mujer, La Habana.
  • Manzelli, Hernan,(2006)  “Sobre los significados de ser hombre en varones jóvenes en el área metropolitana de Buenos Aires”, Estudos Feministas, Florianópolis, 14(1): 219-242, janeiro-abril/2006
  • Menjívar Ochoa, Mauricio (2001) “Masculinidad y poder” Espiga 4 , Julio-Diciembre. Disponible en http://www.academia.edu/318152/Masculinidad_y_poder recuperado el 17/01/2014
  • Odriozola Ezeiza, Xabier (2009) Violencias masculinas: la legitimación de la violencia en la construcción de la identidad en los hombres 

jueves, 12 de junio de 2014

A propósito del día del padre: La paternidad desde la perspectiva de género.


El domingo próximo en la Argentina se celebra el día del padre. Esta es una fecha que nos invita a pensar sobre la paternidad desde la perspectiva de género. Pensar la paternidad desde esta óptica implica hacer el mismo ejercicio que hacemos con las identidades femeninas y el lugar de la madre: pensar la paternidad como un hecho que excede lo biológico y que tiene su dimensión sociocultural.

Para hablar de este tema es necesario mencionar la masculinidad dominante o hegemónica. Esto es aquellos mandatos y roles que se transmiten desde el nacimiento sobre “como debe ser, como debe comportarse y como debe manejar sus sentimientos” un varón para ser considerado tal. Esta maquina simbólica busca la reproducción de los privilegios masculinos. Sobre este tema, los remitimos a la entrada Masculinidad hegemónica y patriarcal ¿qué mecanismos actúan para que la sociedad la sostenga?  . 

Estos mitos organizan el espacio y los lugares que ocupan las mujeres y varones; y la manera de ser padre o madre no es ajena a esta construcción cultural. Así, el llamado “instinto materno” que excluye a los varones de determinadas prácticas con lxs niñxs y condiciona el accionar de las mujeres, es en realidad una práctica amorosa construida histórica e ideologicamente. Como refiere Laqueur "La carne no hace del cuerpo de una madre una fuente ahistórica de maternidad y maternalidad" (1992; 139) Para un abordaje sobre la maternidad, les recomendamos leer Cuando un rol se confunde con el Ser: Maternidad en cuestión.


Al hablar sobre este tema, es muy común escuchar varones y mujeres afirmando que ya no es así, que los varones ayudan, que cuidan a sus hijxs, etc. Nosotras creemos que efectivamente se está produciendo ese corrimiento, pero nuestra pregunta va un poco más allá, ¿hay una real modificación simbólica y subjetiva? Los varones ¿tienen permitido realmente asumir el deseo de la paternidad desde un abordaje más amplio? ¿Quieren hacerlo? ¿Hay una real equiparación de actividades entre varones y mujeres?.

Hagamos un breve repaso por esta transición. 

Durante siglos uno de los anclajes identitarios del varón fue ser el sostén/proveedor de la familia lo cual era un signo de virilidad. La obligación de “ser proveedor” alejó a muchos varones del deseo de involucrarse de manera más directa con lxs hijxs. Estos padres tradicionales se centran/aban en las potencialidades de lxs hijxs para ser adultxs productivxs, ejerciendo una alto grado de control y exigencia pero poca demostración afectiva. Es el padre occidental, patriarca, garante de la filiación, que sustenta su acción desde la división sexual del poder y el contrato sexual, que se relaciona con sus hijxs desde un modelo de autoridad en el cual él detenta el poder y el saber y que será transmitido junto a los códigos de la masculinidad. Padre que espera que su hijx (y principalmente el varón) herede su patrimonio simbólico y real en su vida adulta, y que su hija se empareje con un varón que tenga estos mismos códigos. Un tipo de padre que Frank Kafka dibuja muy bien en el libro “Carta al padre”, que lo muestra como tirano, severo, que no puede mostrarse cariñoso frete a su hijo porque perdía autoridad, y que quería que su hijo llegue a ser exitoso dándole su herencia, como manera de demostrarle su amor.

La salida de la mujer al mercado laboral y las transformaciones culturales que propician una mayor equidad, han producido que surjan nuevos ideales de paternidad. Existe un reclamo social de muchos varones por una mayor participación en la crianza de lxs hijxs y fomentar el vínculo más temprano; hoy es más común ver en los medios imágenes de padres teniendo actitudes tiernas hacia sus hijxs que resaltan esto como un valor. A primera vista podemos pensar que se está reformulando la paternidad, sin embargo creemos que aún queda mucho camino por recorrer. Podemos hacer el ejercicio de preguntarle a los varones cercanos con cuál función se identifican más o cual creen que es más importante: proveer económicamente o atender física y afectivamente a sus hijxs, y probablemente comprobemos que la primera sigue siendo un anclaje de lo que significa la masculinidad.

La mayoría de estos "nuevos padres", asumen una posición de participador-ayudador y no tanto de igual a igual. Siguen usando menos tiempo que sus parejas en el contacto con sus hijxs ni se sienten totalmente “obligados” a ocuparse de la crianza. Realizar cambios sustanciales en su vida por el deseo de ser padres y estar mas tiempo junto a sus hijxs sigue siendo una cuenta pendiente. 

Para seguir en esta línea de transformación, es necesarios que sean muchos los varones capaces de preguntarse cuales espacios les han sido ajenos hasta ahora. Aquellos varones que realmente busquen una manera distinta de paternar, tendrán que pensarse desde una paternidad sin cabeza de familia ni patriarcado, en la que su palabra no sea de manera unívoca más importante para sus hijxs que la de su madre. Un padre presente, que supere la división sexual del trabajo y que desempeñe por igual las tareas tipicamente de la madre y del padre. Un padre que no dependa de la mediación de la mujer para acercarse a sus hijxs y ejercer sus funciones. Un padre que jerarquice la vinculación emocional satisfactoria y responsable, que esté presente simbólica y físicamente, que tenga a sus hijxs en mente como sujetos, que no les haga “un hueco en su agenda” sino que estos atraviesen su vida cotidiana compartiendo esta doble agenda que la mujer asume por asignación genérica. 

Creemos que la equidad es posible, creemos que la co-responsabilidad es indispensable (entendida esta como la asunción equitativa de varones y mujeres de las responsabilidades, derechos, deberes y oportunidades asociadas al ámbito doméstico, la familia y los cuidados), creemos en la emergencia de nuevas masculinidades  y deseamos que cada vez haya más varones y padres igualitarios para que el día del padre, sea realmente un festejo.

A todos, ¡feliz día del padre igualitario!

Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino





Bibliografía:
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Bonino, Luis: LAs nuevas paternidades. UNAF (2000) Familias: Diversidad de modelos y roles. Madrid: UNAF-Laqueur, Thomas: Los hechos de la paternidad en Debate Feminista (1992).

martes, 3 de junio de 2014

Reforma del código penal argentino con perspectiva de género

Existe en este momento un anteproyecto de modificación del Código Penal encargado por el Poder Ejecutivo a una comisión multipartidaria integrada, por Carlos Arslanian (peronismo); Ricardo Gil Lavedra (radicalismo); María Helena Barbagelata (socialismo, y a propuesta de Hermes Binner), y Federico Pinedo (Pro), con la coordinación del ministro de la Corte Eugenio Raúl Zaffaroni. 
De acuerdo a la Dra. María Helena Barbagelata, la única mujer integrante de la comisión redactora del proyecto de Código Penal argentino, la primera en la historia argentina en integrar una comisión de este tipo, que además se reconoce como feminista, dicho proyecto presenta luces y sombras si es analizado desde una perspectiva de género.
Hay que recordar que como bien dice María Helena, “no se puede pedir al código penal aquello que éste no puede dar”, el código penal no está para prevenir, sino para reprimir, siempre llega tarde cuando los hechos se han consumado. El Código Penal está para frenar el poder punitivo del Estado delimitando a su vez, el ámbito de libertad de lxs ciudadanxs, aquello que pueden o no hacer en el marco de la convivencia ciudadana.
María Helena, en una charla debate organizada por el Instituto de Cultura Jurídica UNLP, el Observatorio de violencia de género de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires y el Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género (CInIG, FaHCe),  hizo referencia a que, en el trabajo en comisión, en algunas ocasiones tuvo que bajar el nivel de exigencia de sus demandas, para poder presentar un anteproyecto consensuado y donde no hubo acuerdo fue en puntos centrales para los derechos de las mujeres.


Luces…

PRINCIPIO DE APLICACIÓN: La primera cuestión relevante es la mención expresa de que el código penal se aplicará “de conformidad con los principios que surgen de la CONSTITUCIÓN NACIONAL y de los Tratados o Convenciones Internacionales que gozan de jerarquía constitucional” (artículo 1º). Esto es muy importante porque no hay que olvidar que de acuerdo al artículo 75 inciso 22 nuestra Constitución se otorga jerarquía constitucional a la CEDAW y la Convención Internacional sobre los derechos del niño.

INFANTICIDIO: la inclusión de este delito, con una pena de uno a cinco años, es importante ya que actualmente este tipo de delito se castiga con la pena máxima por ser un homicidio calificado por el vínculo, quizás atenuable por la existencia (que debe probarse) de una emoción violenta o de alteraciones de las facultades mentales provocadas por el puerperio.

ABANDONO DE PERSONA: Atenuación de la pena en caso que este abandono sea “si el hecho fuere cometido por la madre en las circunstancias señaladas en el artículo 80 y resultare grave daño en la salud o muerte del niño. No produciéndose estos resultados, la madre no será punible” (art. 98.3).

LEGÍTIMA DEFENSA: en casos de violencia de género: el artículo 5 inciso d prevé como eximente de la pena aquel que actué en legítima defensa propia o de un tercero “cuando la conducta tuviere lugar en un contexto de violencia doméstica y quien se defiende hubiese sufrido anteriores hechos de violencia”. De esta manera, queda claro que cuando existe violencia de la mujer hacia el varón, deben historizarse los hechos, ya que muchísimas veces no es sino una reacción a una situación de violencia sistemática y continuada que sufre esa mujer.

AGRAVANTES DE LA PENA: Para la determinación de la pena, serán consideradas circunstancias agravantes “La inusitada crueldad del medio utilizado o del modo de comisión, o la vulnerabilidad de la víctima, en hechos contra la vida, la integridad física, la libertad o la integridad y libertad sexual” (art. 18.4.b)

PRISIÓN DOMICILIARIA: entre las penas alternativas a la privación de la libertad en institución penitenciaria, se establece la prisión domiciliaria con un contenido novedoso. El artículo 30.6 establece que:
“El juez deberá tener especialmente en cuenta la situación del penado cuando: 
a) Tuviere más de setenta años. 
b) Fuere una mujer embarazada. 
c) Tuviere a su cargo una persona con discapacidad. 
d) Fuere madre encargada de un menor de diez y ocho años o padre como único encargado, atendiendo al interés superior de aquél.”
Actualmente las mujeres privadas de la libertad pueden acceder a prisión domiciliaria si tienen hijxs menores de 5 años (art. 10 CPA).

PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD: cuando se trate de hechos de menor significación, el Ministerio Público Fiscal podrá evaluar desistir la acción penal, salvo si se trata de “un episodio dentro de un contexto de violencia doméstica o motivada por la nacionalidad, etnia, religión, ideología política, género, orientación o identidad sexual de la persona ofendida, o por prejuicios raciales” (art. 42.3.a). Esta es una cuestión por demás relevante: la mayoría de las causas por violencia de género se archivan sin siquiera investigar.

VIOLACIÓN: incorporación de la violación oral y también dentro del matrimonio, en este caso agravada: “Cuando el autor tuviere o se valiere de una previa relación familiar, afectiva, de autoridad o de ascendiente sobre la víctima” (art. 126). Así se sanja las dudas que todavía invaden a los operadores judiciales al respecto ("Cuando el machismo es de la justicia" por Mariana Carbajal).


ABORTO NO PUNIBLE: queda claramente redactado que el aborto no será punible si media violación o si hay peligro para la vida de la madre, de acuerdo al criterio sustentado por la Corte en el fallo “F.A.L. s/ Medida Actosatisfactiva” de 2012.

Sombras…

VIOLACIÓN: no se incorpora la producida por medio de objetos.

ABORTO: aunque al principio la comisión no iba a expedirse sobre el tema, terminó tipificando el aborto preterintencional, el aborto culposo (penalizado mucho más gravemente que las escasas legislaciones que lo penalizan: España, Costa Rica y El Salvador) y el aborto de la mujer (art. 86 y 87). Además incorpora un nuevo delito denominado “lesiones al feto” en el artículo 96. La observación más importante que se hace, es que esto puede disuadir aún más al personal médico a administrar medicamentos que puedan provocar este tipo de lesiones y abortos. Nótese que esto recae principalmente sobre la salud de la mujer, que es quien pone el cuerpo. Las normas aparentemente neutras en cuanto al género pueden tener efectos diferentes en los cuerpos de varones y mujeres, como este caso.

FEMICIDIO: se cambia la redacción actual. Debería debatirse si es parte del apartado de luces o más bien de sombras, porque queda un tanto invisibilizado en la redacción del anteproyecto.

EXPLOTACIÓN DE LA PROSTITUCIÓN AJENA: no hay delito si media consentimiento de la persona explotada. ¿puede haber consentimiento válido en estos casos en donde por lo general hay un aprovechamiento de situaciones de vulnerabilidad?

En pos de contribuir al debate necesario que se está dando en el seno de nuestra sociedad por la modificación del Código Penal, lxs invitamos a dejar los comentarios sobre lo que Uds. piensan sobre esta reforma. Agregamos en la sección "documentos de interés" la anteproyecto y la exposición de motivos del mismo.


Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino